Crónica de los días posteriores al golpe de estado en Chile 11 de septiembre de 1973
He podido obtener una lista oficial de los muertos cuyos restos se amontonan en la morgue. Me la facilito la hija de uno de los empleados de ese establecimiento. Así he podido verificar que en los tres días posteriores al golpe, fueron transportados hacia la morgue 2.893 cadáveres.
En las calles de la capital chilena prosiguen los tiroteos y la represión se ha tornado bestial. Efectivos militares continúan allanando domicilios de militantes y simpatizantes de la Unidad Popular y detienen a sus moradores en verdaderas cacerías humanas.
En los operativos de allanamiento los militares proceden a quemar bibliotecas completas en plena vía pública. Los golpistas han dado a conocer una larga lista de funcionarios del gobierno de la Unidad Popular, y de dirigentes de un escalón medio de los partidos populares, por cuyas cabezas se llegan a ofrecer recompensas fiduciarias. Hasta el momento (13 de septiembre) se desconoce exactamente el número de víctimas y detenidos, aunque se estima en varios millares.
El testimonio del periodista John Barnes, corresponsal en Santiago de la revista «Newsweek» sobre algunas de sus experiencias personales, en los días del golpe militar fascista, son estremecedoras.
«Los empleados de la morgue habían sido advertidos de que se les pondría delante de un tribunal de guerra y se les fusilaron en caso de que revelase lo que allí acontecía. Las mujeres que llegan a identificar los cuerpos de los muertos dicen, sin embargo, que a diario suelen permanecer tendidos en ese lugar los cadáveres de unas 100 y hasta 150 personas.
He podido obtener una lista oficial de los muertos cuyos restos se amontonan en la morgue. Me la facilito la hija de uno de los empleados de ese establecimiento. Así he podido verificar que en los tres días posteriores al golpe, fueron transportados hacia la morgue 2.893 cadáveres.
Nadie sabe cuántas personas han sido asesinadas y luego sus cadáveres quemados. Un sepulturero me dijo que circulan versiones de que muchísimos cadáveres de gente asesinada eran transportados hacia un puesto de emergencia y de primeros auxilios en el centro de Santiago, y desde allí llevados en helicópteros en dirección al mar y arrojados a las aguas.
Un sacerdote me informó que el sábado posterior al golpe tuvo posibilidades de ingresar al recinto de la universidad técnica. Lo hizo bajo el pretexto de dar la extrema unción a los caídos, durante los enfrentamientos entre estudiantes y fuerzas militares. Dijo haber visto allí, amontonados, los cuerpos de, por lo menos, 200 estudiantes, de los cuales dos correspondían a muchachas vestidas con el uniforme azul, que es el que usan en Chile los alumnos de la enseñanza media.
Son muchísimas las noticias, de este tipo, que circulaban en Santiago y aunque del resto del país no se tenían informaciones, se calculaba que en otras ciudades también se han producido matanzas similares».
Asimismo, la Junta Militar fascista chilena no se ha conformado solo con silenciar a todos los medios de comunicación democráticos. Ha ido más allá aún. Hasta el momento se desconoce el número exacto de periodistas asesinados por los golpistas, pero por lo menos están confirmados los casos de Augusto Olivares y Carlos Berger.
Según indica la agencia de prensa checoslovaco «Orbis», hay una larga lista de profesionales de la prensa que permanecen arrestados en cárceles, campos de concentración o bien en lugares desconocidos. Entre ellos se encuentran Rodrigo Rojas, miembro de la Comision política del Partido Comunista de Chile y exdirector del diario «El siglo»; Juan Gomez Lopez, director de «Puro Chile»; Manuel Cabieses, director de la revista «Punto final»; Alberto Gamboa, director del diario «Clarin»; Rolando Carrasco, director de radio Recabaren etc.
Federico Rubio Herrero (Cronologia mundial durante el tardofranquismo y la transicion 1973-1979) pags 49, 50 y 51.