Miranda Smith / Wikimedia •  Redacción •  Memoria Histórica •  22/12/2019

31 años sin Chico Mendes, el activista que alertó al mundo sobre la destrucción del Amazonas

El 22 de diciembre de 1988 era asesinado Francisco Alves "Chico" Mendes, activista que impactó mundialmente con oposición y denuncia de la deforestación de la selva del Amazonas. A pesar de acabar con la impunidad total y el desconocimiento generalizado de los males causados por la explotación extractivista, sus denuncias continúan vigentes más de tres décadas después.

31 años sin Chico Mendes, el activista que alertó al mundo sobre la destrucción del Amazonas

Chico Mendes era un recolector de caucho, un seringueiro, descendiente de los emigrantes nordestinos asentados desde hace un siglo en la Amazonia. Nació en 1944 en un seringal llamado «Puerto Rico», en el Estado brasileño de Acre. Comenzó a trabajar a los nueve años y hasta los 24 no aprendió a leer. Era un luchador nato, y desde joven desarrolló una infatigable labor en defensa de los seringueiros. Participó en la creación de la Central Única de Trabajadores y del Partido de los Trabajadores. Chico Mendes fue el principal impulsor del «Conselho Nacional dos Seringueiros». Su oposición a la deforestación que afectaba a Acre y su defensa de los pueblos de la floresta (indios, recolectores de caucho y habitantes de las riberas de los ríos, entre otros), le dio una gran proyección internacional. De seringueiro se transformó en sindicalista y de sindicalista en ecologista.

Chico Mendes, conocido internacionalmente por su lucha en defensa de la Amazonia y por impulsar la Alianza de los Pueblos de la Selva fue asesinado el 22 de diciembre de 1988, en Xapuri, pequeña ciudad de la Amazonia brasileña próxima a Bolivia. Los asesinos materiales fueron el terrateniente Darly Alves de Silva y uno de sus 21 hijos, Darcy Alves Pereira, que fueron juzgados y condenados, pero escaparon en 1993 sin muchos problemas de la cárcel de Río Branco, capital del estado de Acre, siendo nuevamente apresados tres años más tarde.

«A Chico le gustaba mucho jugar al dominó. Llevaba jugando desde las cuatro de la tarde. A las seis y media le pedí que parase, para servir la cena. Entonces se levantó de la mesa, dijo que iba a ducharse y me preguntó si podía usar la toalla que le había regalado por su cumpleaños. Le dije que sí, tomó la toalla y se dirigió hacia la puerta. Abrió una rendija, vio que estaba oscuro y volvió. Tomó una linterna , abrió la puerta y entonces le dispararon».

Ilzamar Gadelha, esposa de Chico Mendes, que entonces tenía 24 años, recuerda con estas palabras los últimos momentos de su marido, a quien el día 22 de diciembre un tiro de escopeta disparado por Darcy Alves le segó la vida. Darly y Darcy eran de la Unión Democrática Ruralista, latifundistas brasileños con una larga lista de asesinatos en su haber, dice la viuda de Chico.

El asesinato de Mendes, de no ser por la repercusión que tuvo en Brasil y en otros países, habría quedado tan impune como los más de 1.000 crímenes de dirigentes sindicales, militantes de izquierda, abogados, sacerdotes de la teología de la liberación e indígenas registrados en los últimos años en la Amazonia brasileña. Tras la muerte de Mendes los asesinatos se han seguido produciendo, aunque a una escala menor, pero con la misma impunidad. El 26 de marzo de 1998, 10 años después, fueron asesinados 2 líderes del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Parauapebas, en Pará, uno de los municipios donde la lucha por la tierra es más violenta. En Pará han sido asesinados más de 500 campesinos pobres en la última década. Los conflictos por la tierra y la destrucción del bosque tropical son las dos caras de la política de ocupación de la Amazonia.

El 9 de diciembre de 1988, 13 días antes de ser asesinado, Chico Mendes en una entrevista con Edilson Martins, del diario Jornal do Brasil, afirmó que estaba amenazado por los propietarios de la fazenda Paraná, Darly Alves y Alvarino Alves. Desde 1973, esos dos terratenientes tenían orden de prisión en Paraná (en el sur de Brasil), pero el delegado de la Policía Federal de Acre, Mauro Spósito, retuvo esa orden de prisión.

La implicación de la UDR

El mismo Mauro Spósito, que llegó a acusar a Chico Mendes de tener relación con una entidad «comunista», la Fundación Ford de EE UU, posteriormente ocupó cargos importantes en la Policía Federal.

Un mes antes de la muerte de Chico, el abogado y terrateniente Joao Branco, presidente de la UDR de Acre, estuvo en la hacienda de Darly Alves discutiendo el asesinato de Chico Mendes, según Genesio Ferreira de Silva, un muchacho que por entonces tenía 14 años y era empleado de Darly. Para muchos Joao Branco fue el verdadero instigador de la muerte de Chico Mendes y otros líderes sindicales en Acre, y el auténtico dirigente de un escuadrón de la muerte en la región, encaminado a suprimir toda oposición a la expropiación y deforestación de la selva. Joao Branco declaró como testigo en el juicio, pero nunca fue juzgado, y tras pasar varios meses fuera, esperando a que se calmase la situación, regresó a Acre, dimitiendo como presidente de la UDR.

La UDR de Acre, según Chico Mendes, «es el núcleo de un auténtico escuadrón de la muerte, responsable de numerosos asesinatos». Sus principales integrantes en la época en que Mendes fue asesinado eran Joao Branco; Rubem Branquinho, que fue candidato a gobernador del estado; el ex alcalde de Río Branco, Adalberto Aragao; el diputado por el partido Frente liberal, Joao Tezza; los terratenientes Benedito Rosa Gastao Mota; el ex alcalde Xapuri, Vanderlei Viana, y el que era concejal de Brasileia, Luis Assém.

Empates

El 10 de marzo de 1976 los seringueiros organizaron el primer empate (acció no violenta para impedir la tala de un «seringal», área de selva explotada sosteniblemente por los recolectores de caucho) en Brasiléia, municipio próximo a Xapuri, en Acre. Entre 1976 y 1988 Chico Mendes y otros como Wilson Pinheiro (asesinado el 21 de julio de 1980) organizaron 45 empates, con un saldo de 400 detenidos, 40 torturados y varios muertos, pero lograron impedir la deforestación de 1,2 millones de hectáreas de selva. Estas acciones siempre chocaron con los intereses de los grandes latifundistas.

Pocos días antes de morir, Chico Mendes, que tenía cuando fue asesinado 44 años, declaró: «Si descendiese un enviado de los cielos y me garantizase que mi muerte facilitaría nuestra lucha, hasta valdría la pena. Pero la experiencia me enseña lo contrario. Las manifestaciones o los entierros no salvarán la Amazonia. Quiero vivir.»

La muerte de Chico Mendes atrajo la atención internacional sobre la destrucción de la Amazonia y la violación de los derechos humanos, acabó con la impunidad absoluta y sobre todo posibilitó la creación de las llamadas reservas extrativistas.


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