La situación del colegio Frei Luís de Granada le abre un nuevo frente de protesta al Gobierno de Alberto Núñez Feijóo
Miembros de la comunidad educativa y personas sensibilizadas con la problemática que atraviesa este centro de la localidad luguesa de Sarria se organizan en forma de plataforma para defender los intereses de escolares, familias y profesorado, y con el objetivo de "conseguir un colegio público digno" y apuntando que el funcionamiento de la misma "será transparente y democrático" a través del voto individual en las reuniones que se celebren.
Tras semanas de protestas y una tensa espera ante una solución válida por parte de las autoridades de la Xunta, la «Plataforma en Defensa do CEIP Frei Luís de Granada» debatió en su asamblea fundacional, celebrada el pasado 6 de febrero en el salón de plenos del Ayuntamiento de Sarria sobre «la pésima gestión y el trato» recibido por parte de la Administración gallega denunciando las «mentiras e incumplimientos» recibidos por las familias y las presiones ejercidas sobre el profesorado, dejando de lado la seguridad de los escolares, y derivando el problema a una segunda infraestructura con el traslado de los estudiantes a la Escuela Hogar, que a juicio del colectivo «se encuentra en una condición pésima para desarrollar el trabajo en las aulas».
Desde la plataforma se ha indicado que la lucha es «por una infraestructura que cumpla con los requisitos de un colegio del siglo XXI», y que la Consellería debe mejorar las actuales condiciones «sin atajos o parches» para contribuir al avance de la enseñanza pública en Sarria. Por este motivo, han invitado tanto a asociaciones de madres y padres, como culturales, deportivas, partidos políticos y sindicatos a unirse al colectivo, sumando fuerzas en beneficio de Sarria.
UNA PROTESTA JUSTIFICADA POR EL DETERIORO DEL EDIFICIO
En fechas recientes, desde el AMPA del centro se ha denunciado la dejadez por parte del Ejecutivo gallego ante el lamentable estado en el que se encuentra el CEIP Frei Luís de Granada, con múltiples grietas en distintas zonas del edificio y «problemas en los baños, cristales rotos y madera podrida en las ventanas». Esta situación llevó a centenares de personas a manifestarse en las calles de Sarria a finales de enero en protesta por la situación del inmueble, cuyo deterioro llevó a la Xunta a ordenar su apuntalamiento y a proponer posteriormente el uso de un edificio anexo (la antigua Escuela Hogar) mientras se llevasen a cabo diversas tareas de reparación en la zona afectada, algo que ahora madres, padres y docentes rechazan al considerar que no cumple con los requisitos mínimos de habitabilidad necesarios para desarrollar la tarea educativa.