La Ciudad Universitaria: La defensa de Madrid / Principales posiciones e intervenciones
La ubicación del Arco de la Victoria no es casual, dado que lo más cruento de la defensa de Madrid se produjo a escasos metros de su actual emplazamiento [...] La importancia de Casa de Campo para los republicanos reside en la elevación del Cerro Garabitas (677 m). Debido a su posición estratégica se ubicaron en él las baterías artilleras que desde comienzos de diciembre del 36 bombardearían la población civil de Madrid.
La Ciudad Universitaria (I): la defensa de Madrid
Hoy en día, miles de estudiantes, profesoras y trabajadoras acuden cada día a la Ciudad Universitaria, sin embargo, muchas de ellas desconocen que se encuentran en uno de los primeros escenarios de la guerra contemporánea: la Ciudad Universitaria fue el frente más prolongado en el tiempo de la Guerra de España.
Fue una batalla encarnizada en los primeros días, con enfrentamientos dentro de la Facultad de Medicina, prácticamente piso por piso, que se estabilizó posteriormente, durando 858 días: la batalla sobre la Ciudad Universitaria comenzó el 17 de noviembre de 1936 y concluyó el 28 de marzo de 1939. Este frente quedó prácticamente estable (con pequeñas variaciones) el 23 de noviembre de 1936 hasta el final de la guerra, cuando se firmó la rendición de Madrid y el fin de la guerra en la denominada “última trinchera de la Guerra Civil”, situada también en este escenario.
Este escenario constituye un punto de inflexión en el transcurso de la guerra, dado que fue donde se detuvo el avance de las tropas de Franco por primera vez, además de ser uno de los lugares de confrontación más duraderos de la Guerra de España.
LA CIUDAD UNIVERSITARIA
La Ciudad Universitaria de Madrid era un proyecto arquitectónico y social, promovido por iniciativa del rey Alfonso XII a finales del siglo XIX.
A continuación vamos a hablar someramente de los edificios principales de la zona en relación con la Guerra de España y la posterior exaltación de la victoria de las tropas sublevadas:
- Facultades de Medicina, Farmacia y Odontología: se empiezan a construir el 6 de noviembre de 1930, constituyen una de las principales posiciones de las tropas republicanas en la defensa de Madrid.
- Hospital Clínico San Carlos: en 1932 comienzan las obras de remodelación del edificio y la construcción de un pabellón nuevo, en las inmediaciones de las facultades de Medicina. Fue una de las principales posiciones del frente de Madrid, quedando muy deteriorado tras la guerra y siendo totalmente rehabilitado.
- El Asilo de Santa Cristina: fundado en 1895, era un conjunto de edificios que se situaba a los pies del Hospital Clínico (entre éste y las facultades de Medicina). Fue destruido en 1936 durante la Defensa de Madrid, y junto con el Hospital Clínico constituyó la posición principal de las tropas sublevadas, que utilizaron el material de derrumbe para parapetarse y defenderse de las tropas republicanas (establecidas a escasos metros, en el conjunto de las facultades de Medicina). Actualmente sólo se conserva un templete con la escultura de la Virgen Blanca.
- La Cárcel Modelo de Madrid, cuyo lugar lo ocupa hoy el Cuartel General del Ejército del Aire (anteriormente conocido como Ministerio del Aire.
Estos edificios fueron el escenario del frente de la Ciudad Universitaria, sin embargo actualmente encontramos otros edificios, erigidos en la posguerra y totalmente relacionados con esta batalla, puesto que se construyeron para monumentalizar la zona y recordar “la hazaña” de las tropas sublevadas:
- El edificio monumental de los caídos por Madrid (denominado en la actualidad Junta Municipal del Distrito de Moncloa-Aravaca) es planeado inicialmente por el Ayuntamiento de Madrid el 29 de mayo de 1949 como un homenaje a los “caídos por Madrid” (en homenaje a la Batalla de Madrid), en un concurso, titulado “Caídos por Dios y por España”.
- El Arco de la Victoria
La ubicación del Arco de la Victoria no es casual, dado que lo más cruento de la defensa de Madrid se produjo a escasos metros de su actual emplazamiento. El arco de triunfo sigue la tradición de la arquitectura romana, que consistía en la construcción de una puerta para conmemorar la victoria bélica y saludar a los ejércitos victoriosos entrantes por la ciudad. Es por esta razón por la que este arco del triunfo es el único en su tipo, por haber sido construido en el propio terreno del campo de batalla. Existe la leyenda de que cerca de sus inmediaciones fue herido de muerte Durruti, el cual falleció a los pocos días.
En el frontispicio frontal (noroeste) que se orienta hacia la Ciudad Universitaria, se puede leer la siguiente inscripción latina: ARMIS HIC VICTRICIBVS / MENS IVGITER VICTVRA / MONUMENTUM HOC / D.D.D. Y debajo, en la cara de dos medallones coronados por laurel, se pueden divisar dos años expresados en numeración romana: ANNO MCMXXXVI Α / ANNO MCMXXXIX Ω. Los años expresados corresponden a los de comienzo y fin de la Guerra de España, es decir, 1936 y 1939 respectivamente. La traducción de la inscripción latina de este frontispicio es: “A los ejércitos aquí victoriosos / la inteligencia, que siempre es vencedora / da y dedicó este monumento”.
En el frontispicio trasero (sudeste) que mira a Moncloa (es decir, a la ciudad) se lee la inscripción: MVNIFICENTIA REGIA CONDITA / AB HISPANORUM DVCE RESTAVRATA / AEDES STVDIORVM MATRITENSIS / FLORESCIT IN CONSPECTV DEI. La traducción del latín de esta inscripción es: Fundado por la generosidad del Rey / restaurado por el Caudillo de los españoles, / el templo de los estudios matritenses / florece bajo la mirada de Dios. Debajo, en dos medallones coronados, aparecen de nuevo números romanos: ANNO MCMXXVII Α / ANNO MCMLVI Ω. Son las fechas en las que se comenzó y acabó la restauración del campus tras la batalla..
LA DEFENSA DE MADRID
El ataque sobre la capital comienza en Noviembre del ‘36 cuando las tropas sublevadas venidas desde Andalucía, tras el ataque sobre Toledo (el cual entendían como un “objetivo espiritual”, “llamada sentimental”), llegan a las inmediaciones de Madrid.
A continuación vamos a analizar las condiciones de cada bando, para poder entender el desarrollo del ataque:
Sublevados:
- Inconvenientes: las tropas se encuentran en su avance con el río Manzanares. Cuentan con un número reducido de tropas para toda la península (20.000 de concepción africana), sin posibilidad de refuerzos ni relevos significativos. Además, cuentan con una única línea de comunicación con la retaguardia, que era muy larga y, por lo tanto, muy vulnerable.
- Ventajas: los sublevados cuentan con una mayor calidad de tropas, una mayor atracción por su objetivo y, lo que es aún más importante, una mayor moral de victoria. Esta moral se podría reducir en un triunfalismo exacerbado, el cual ejemplifica muy bien la frase de F. Franco: “Cuanto nos proponemos lo realizamos sin que puedan impedirlo”. Esta frase resume bien lo que había acontecido durante la guerra hasta que las tropas sublevadas llegan Madrid, donde se consigue frenar el ataque.
Republicanos:
- Su defensa cuenta con tres factores fundamentales:
- Fortificaciones: contaban con una red de fortificaciones bien construidas y protegidas por piquetes obreros profesionales
- Refuerzos: contaban con 30.000 personas de las Brigadas Internacionales, con una gran importancia cuantitativa y cualitativa.
- El mando estaba unificado en la Junta de Defensa de Madrid, a cargo del general Miaja y V. Rojo como organizador. La defensa va a estar vertebrada en las fuerzas regulares del Ejército y cuadros de mando locales.
Llegados a este punto, los sublevados tenían varias opciones de ataque. La opción de entrar desde el norte queda descartada por la existencia de refuerzos republicanos en el arco del Teatro de Operaciones del Centro y porque las tropas que provenían del norte estaban ya muy desgastadas. La opción de entrar por el sur también queda descartada, debido a la gran vulnerabilidad de Toledo.
Debido a esto, los sublevados únicamente poseían tres opciones tácticas:
- Intentar la maniobra por el Este (pasar de un ataque entre la A-5 y la A-4, a un ataque por la A-3). Esta opción queda descartado por las dificultades para cruzar las barriadas obreras del sur, lo cual supondría un gran esfuerzo.
- Penetrar por la A-6, cruzando Madrid de Norte a Sur. Esta opción queda descartada debido a que esta maniobra necesitaba de muchos efectivos y no tenían suficientes tropas.
Ambas opciones exigen romper las fuerzas y diseminarlas, por lo que optan por una tercera opción:
- Ataque frontal por el Oeste. Esta opción tiene como principal obstáculo el río Manzanares, por lo que los puentes se convirtieron en un objetivo militar muy relevante para ambos bandos. Sin embargo, esta estrategia tenía como principal ventaja las sinuosidades de la Casa de Campo.
Las tropas sublevadas optan por esta estrategia. Sin embargo, la orden general de operaciones en la que el ataque de Varela quedaba detallado llegó a manos de V. Rojo, lo cual eliminó el factor sorpresa, estratégico y táctico, y ayudó a las tropas republicanas a prepararse para el ataque.
El día 8 noviembre 1936 se produce el ataque frontal de las tropas del general Varela: las tropas entran por la Casa de Campo con gran ímpetu bélico, pero se encuentran con una gran resistencia de las tropas republicanas defensoras. Esto provoca un desplazamiento del núcleo de maniobra hacia el noroeste, lo que lleva el ataque a la zona comprendida entre la Ciudad Universitaria y la Plaza de España.
Este ataque frontal avanzó muy lentamente a través de la Casa de Campo, hasta la ribera del río Manzanares donde las tropas asaltantes vieron la necesidad de avanzar por puentes. Debido a la ausencia del factor sorpresa, los puentes estaban fuertemente defendidos por las tropas milicianas: la defensa de los puentes cobra una gran importancia, que ha quedado plasmada en diversas canciones populares de la guerra.
Tras lograr el paso por la denominada pasarela de la muerte, el martes 17 de noviembre se inicia la batalla de la Ciudad Universitaria en el recinto del campus.
Características de esta batalla:
- Entran en combate, por primera vez durante la contienda, diversas columnas pertenecientes a las Brigadas Internacionales, así como material militar pesado de origen soviético. Las XI y XII Brigadas Internacionales, compuestas por aproximadamente 4.000 personas divididas entre las Estación del Norte y la Ciudad Universitaria- Carretera de La Coruña (A-6).
- Los atacantes recibían material y combatientes de Alemania e Italia. En esta batalla cobra gran importancia la aviación ya que, además de la legión Cóndor, las fuerzas sublevadas contarán con el apoyo de la Luftwaffe alemana junto con la aviación italiana, siendo además una de las primeras veces en la historia en las que se emplea el bombardeo aéreo contra población civil: Madrid será asediado, contando con pocos refugios aéreos el principal lugar en el que guarecerse durante los bombardeos serán las paradas del metro.
*Bárbara Durán-Bermúdez (25 años). Futura graduada en Arqueología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), lleva desde 2016 participando en el equipo arqueológico de Alfredo González-Ruibal, excavando diferentes posiciones de la Guerra de España en la Ciudad Universitaria y llevando a cabo el laboratorio en la Facultad de Geografía e Historia (UCM). Forma parte del grupo de investigación Obreras Sin Fábrica en Pegaso, Madrid, en el que estudian la posguerra, la industrialización, y la identidad obrera con una perspectiva feminista.
La Ciudad Universitaria (II): principales posiciones e intervenciones
Por: Bárbara Durán-Bermúdez*. Después del artículo de la semana pasada, esta semana continuamos hablando del frente de la Ciudad Universitaria. Tal como recordaréis, el desenlace final del período combativo se produce el 23 de noviembre de 1936, cuando se estabiliza el frente, conllevando un cambio de estrategia por parte de las fuerzas atacantes.
El 23 de noviembre se produce una reunión en el cuartel de Ferrocarriles de Leganés del Estado Mayor, a la que acuden los generales Mola, Saliquet, Varela y, por primera vez, Franco. El objetivo de la reunión era el de revisar el estado de la situación, y en su transcurso se planteó una nueva estrategia: la renuncia al ataque frontal a la ciudad. Los sublevados van a pasar de tener como primer objetivo tomar Madrid para, a cambio, realizar maniobras envolventes para tratar de aislarla. Esta nueva estrategia produjo que se desplazara el centro de gravedad de la confrontación, produciéndose en diciembre de 1936 la Batalla de la carretera de La Coruña y, poco después, en febrero de 1937 la Batalla del Jarama. El frente en forma de cuña, alrededor de Madrid, permaneció con escasas modificaciones hasta el final de la guerra, convirtiendo Madrid en un frente de desgaste en el que se agotaron todas las posibilidades tácticas.
El desarrollo de la batalla de Madrid en noviembre:
14 de noviembre y previos: los sublevados buscan cómo penetrar por el Manzanares
15 de noviembre: realizan boquetes en la tapias de Casa de Campo, penetran y consiguen cruzar el río.
16 de noviembre: ataque a la Casa Velázquez y Agrónomos.
17 de noviembre: control del Asilo de Santa Cristina y el Hospital Clínico.
18 de noviembre: ataque sobre el palacete de Moncloa.
19 de noviembre: intento de recuperación del Hospital Clínico de la columna de Durruti, Durruti es herido y muere a los días.
20 de noviembre: el frente se estanca por el desgaste de ambos bandos.
23 de noviembre: el frente se mantiene estable, la atención se desplaza a la Carretera de la Coruña y a la preparación de los ataques del Jarama y de Guadalajara.
El desarrollo de la Batalla
El asalto frontal militar estaba planificado por las tropas del General Varela para el día 8 de noviembre de 1936, y comenzó con un avance inicial por la Casa de Campo. Este ataque desplazó el núcleo de maniobra hacia el noroeste para ocupar la zona comprendida entre la Ciudad Universitaria y la Plaza de España, que ponía como principal obstáculo el río Manzanares y principal terreno de avance la Casa de Campo. La Casa de Campo se encontraba completamente cercada por una muralla de paramento toledano, con una decena de accesos a lo largo del muro, las dos únicas en las cercanías eran la del ángel y la del río.
Entre la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria se encuentra la vaguada del río Manzanares, que en 1936 se encontraba inmersa de abundante vegetación (desde el monte del Pardo) y su curso sólo estaba canalizado en el tramo que va desde el puente de Toledo hasta el de los Franceses, estando sin canalizar desde el puente de los Franceses hasta el puente de San Fernando. Dado que la zona canalizada estaba fuertemente defendida se optó por evitar esta zona. Esta configuración del cauce del río fue la que, finalmente, proyectó el combate definitivamente hacia la Ciudad Universitaria el día 15 de noviembre de 1936.
Por las dos márgenes del río Manzanares discurrían carreteras paralelas, a la derecha la carretera de Castilla, a la izquierda la que baja por el parque del Oeste y sigue hasta la Puerta de Hierro, ambas comunicadas por diversos puentes de importante valor estratégico. Los tres puentes más cercanos a la Ciudad Universitaria son el de San Fernando (la carretera de La Coruña), el puente Nuevo (de uso ferroviario) y en paralelo el de los Franceses (ferrocarril hacia Irún), y se encontraban fuertemente defendidos. Finalmente, este 15 de noviembre, los sublevados consiguieron atravesar el río, por lo que se conocería más tarde como la Pasarela de la Muerte. A pesar de que alrededor de una veintena de tanques se quedaron encallados en el río Manzanares, cientos de regulares consiguieron cruzarlo, y desde la Casa de Campo consiguieron llegar a los bosques de Ciudad Universitaria.
Las tropas de los sublevados del General Varela, que avanzaban por la Casa de Campo, tenían la intención de asaltar Madrid desde esa posición, por lo que las tropas de la XI Brigada Internacional intentaron cortar las comunicaciones cortando el acceso a la Ciudad Universitaria al mismo tiempo que lograban el acceso al cerro. A pesar de que se mandaron sucesivos refuerzos republicanos procedentes de Albacete, no se pudo evitar que las tropas sublevadas tomaran este cerro el día 13 de noviembre.
La importancia de Casa de Campo para los republicanos reside en la elevación del Cerro Garabitas (677 m). Debido a su posición estratégica se ubicaron en él las baterías artilleras que desde comienzos de diciembre del 36 bombardearían la población civil de Madrid. Estos bombardeos tenían como objeto mermar la confianza de las tropas republicanas y sitiar Madrid, llegando a dispararse doce proyectiles dirigidos a la Puerta del Sol en la Nochevieja de 1936.
Durante la contienda se intentó tomar esta posición en numerosas ocasiones, con el objeto de detener el bombardeo, pero fueron intentos infructuosos. Un ejemplo lo constituye el intento de la columna Durruti, que fue asignada a este sector y, tras fuertes combates, la columna fue mermada en sus intentos de lograr el cerro. Entre el 10 y el 14 de abril de 1937 varias Brigadas mixtas republicanas intentaron tomar el Cerro Garabitas, de nuevo sin éxito. Tras el final de la guerra, esta posición se volvió un lugar de celebración de la victoria de los sublevados.
Agrónomos y la Casa de Velázquez
El 15 de noviembre el coronel Delgado Serrano dio la orden a los regulares de III tabor Tetuán de atacar la posición de la Escuela de Arquitectura, siendo uno de los primeros edificios de la Ciudad Universitaria afectados por la guerra. Ese mismo día, a las 7 de la tarde, Arquitectura había caído. En ese momento se combatía intensamente en las inmediaciones de la Casa de Velázquez, defendida por un centenar de personas del Batallón Dąbrowski (castellanizado como “Dombrowski”), una unidad comunista de mineros polacos de la XI Brigada.
Esta compañía efectuó la evacuación de unas quince familias que estaban guarecidas dentro del edificio, justo antes de que empezaran a llegar las tropas marroquíes. De este batallón destacamos al político polaco Stanisla Ulanowski, uno de los primeros brigadistas llegados a España y el primer comandante del batallón, y a Karol Wacław Świerczewski, quien ejerció como general republicano de las Brigadas Internacionales. También destacamos a Julián Zugazagoitia Mendieta, uno de los pocos dirigentes del PSOE que permaneció en la ciudad durante la guerra, y quien describió los combates en la Casa de Velázquez en su libro Guerra y vicisitudes de los españoles.
A primera hora del día siguiente, el 16 de noviembre, los pocos brigadistas que quedaban en la Casa de Velázquez se rindieron tras pactar un alto el fuego. Los brigadistas fueron hechos prisioneros, y según el periódico “La libertad” fueron desnudados para impedir que salieran del edificio, que estaba muy dañado por las explosiones. Pocas horas después también cayó en poder de los sublevados la facultad de Agrónomos, con duros combates entre el ya mencionado III Tabor de Tetuán y la Columna Durruti. Mientras se producía esta contienda, en Madrid se extendió la canción popular: “La Casa de Velázquez, mamita mía, se cae ardiendo, con la Quinta Columna, mamita mía, metida dentro”.
A pesar de que a estas alturas las tropas sublevadas tenían ya en su poder la Casa de Velázquez, Agrónomos y la Escuela de Arquitectura, tenían serios problemas de aprovisionamiento y de evacuación de los heridos. En los días sucesivos llegan al Asilo de Santa Cristina y al Hospital Clínico, mientras que un batallón internacional de Alemania bloqueaba la posición de Velázquez en primera línea, junto con otro italiano y otro francés, en segunda posición y en reserva respectivamente. En estos días se producen numerosas bajas y, gracias al caos provocado por las bombas de la aviación, los rehenes de la Casa de Velázquez consiguen escapar completamente desnudos y sin calzado (posiblemente alrededor del 21 de noviembre).
Una vez estabilizados los combates, esta zona comprendida entre la Casa de Velázquez, Agrónomos y la Escuela de Arquitectura se convierte en uno de los núcleos sublevados. El puesto de mando de Teniente Coronel Casto González Roja se va a establecer en Arquitectura, junto con diversas tropas, además de un equipo quirúrgico, un depósito de municiones y una central de transmisiones para comunicarse con el Cerro Garabitas. A pesar de que los sublevados van a controlar esta posición hasta el final de la guerra, destacamos la anécdota narrada en La guerra civil en la Ciudad Universitaria, de Fernando Calvo, en el que el testimonio de Tebid Arrumi (un regular marroquí) nos revela que los brigadistas colocaron una bandera con la hoz y el martillo en lo alto del edificio al comienzo de la contienda. Debido a los destrozos realizados en el palacete, y a lo frágil de la estructura este punto del edificio era inaccesible por su peligrosidad por lo que, a pesar de los esfuerzos de los sublevados, la bandera marxista permaneció ondeando en el pararrayos del edificio en los días sucesivos.
El Hospital Clínico y el Asilo de Santa Cristina
Durante estos días la prensa republicana informó en varias ocasiones de que la Casa de Velázquez había sido recuperada por el Frente Popular, lo cual nunca llegó a suceder. Estas noticias se enmarcan dentro de los esfuerzos de propaganda de la Junta de Defensa de Madrid, que llegó a informar de que en los días siguientes el Hospital Clínico estaba en manos de los anarquistas, lo cual, tristemente, estaba muy lejos de la realidad: si bien, al comienzo de la batalla el campus del edificio era lugar de refugio de las tropas de Buenaventura Durruti, terminó convirtiéndose en la posición fuerte de las tropas sublevadas.
El Hospital Clínico de San Carlos era un referente para Europa debido a su capacidad y en julio de 1936 estaban a punto de finalizar las obras de construcción. Militarmente hablando, el Clínico se encuentra en el denominado Cerro del Pimiento, que domina todo el conjunto de las facultades. Su solidez, sus sótanos y sus requiebros lo hacían óptimo para la defensa. Durante los combates los restos de paredes, ventanas y demás escombros serán convertidos en parapetos. Tal fue la intensidad de los combates y el daño producido sobre su estructura que en 1939, una vez terminada la guerra, estuvo a punto de ser derruido.
A los pies del Hospital Clínico se encontraba un conjunto de edificios asistenciales pertenecientes al Asilo de Santa Cristina, que servía de apoyo al hospital. Este edificio, construido en 1906, tenía una extensión de 16 hectáreas, contando con varios pabellones. Poseía una capacidad de más de 1200 plazas, además de jardines, escuelas, talleres, una academia de música y una huerta para el autoconsumo.
Como hemos comentado, tanto el Hospital como el Asilo se van a convertir en la posición fundamental de los sublevados, quienes se percataron de que sin el control total del Asilo no podían llegar a tomar la posición elevada del Hospital, dado que el Asilo serviría de apoyo y sustento al Clínico. Esto motivó tanto la defensa de los brigadistas como los ataques de los sublevados. Desde un punto de vista militar, todo este conjunto de terrenos y construcciones fue aprovechado para sostener la posición principal del Clínico, permitiendo ocultar el camino de abastecimiento que llevaba hasta el hospital.
La lucha por avanzar hasta el Hospital Clínico de San Carlos convierte al Asilo en lugar de combate y de residencia de tropas. El día 17, las tropas de Asensio ocuparon el Asilo de Santa Cristina y atacaron el Clínico, donde se libró una lucha encarnizada planta por planta. Los combates fueron tan intensos que los daños sufridos por el conjunto de edificios del Asilo eran muy graves, por lo que finalmente el conjunto fue demolido.
El día 17 de noviembre, a primera hora de la mañana la aviación atacante castiga la zona de paseo de Rosales, Moret y las dos orillas del Manzanares. La columna de Asensio desde la Escuela de Agrónomos tomó el Asilo de Santa Cristina y atacó por primera vez el Hospital Clínico, edificio en cuyo interior se luchó de forma encarnizada. El dominio del Clínico significaba dominar finalmente Madrid y toda la meseta del campus, debido a esta posición elevada. Durante el 17 de noviembre se bombardea con intensidad el Hospital Clínico, defendido por la columna Durruti, además de los alrededores del Instituto Rubio (en la actualidad Clínica de la Concepción) y las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras, la Estación del Norte, el Cuartel de la Montaña, el Campo del Moro y la Cuesta de San Vicente.
En el Clínico aún se luchó con dureza durante varios días después, y hasta el 30 de noviembre no se relaja la intensidad de la confrontación. Se luchaba en las galerías y naves de su interior, empleándose el método del «picazo»: un soldado practica una apertura en las paredes hasta que otro introduce la boca de su ametralladora, disparando en su interior. La conquista del Hospital Clínico representó el máximo avance del ejército atacante en el campus, con un intenso bombardeo sobre la zona el 18 y 19, que finalmente hizo retroceder al frente republicano. Este retroceso está también relacionado con los combates del día 19: una bala perdida hiere a Buenaventura Durruti, que fallece a los días, lo cual constituyó un fuerte golpe a la moral de las tropas republicanas.
Aunque número de militares atacantes en esta zona no superaba los 2.000, frente a unos 11.000 defensivos, consiguieron quebrantar la resistencia de Madrid por medio de bombardeos aéreos. Durante el atardecer del día 18 de noviembre cayeron en una hora alrededor de dos millares de bombas en el centro de Madrid. Fueron alcanzados hospitales y bocas del Metro, empleándose bombas incendiarias para extender el pánico, debido a la carencia de la capital de refugios antiaéreos.
Facultades de Farmacia, medicina y odontología: el grupo médico
Los ocho pabellones de la Facultad de Medicina constituían la posición central de los republicanos en la Universitaria. La solidez de la estructura, construida entre 1930-1935, explica que siguiera prácticamente igual al finalizar la guerra, aunque podemos ver numerosas huellas de lo ocurrido que han sido parcialmente restauradas y que no han afectado a la estructura. Si nos fijamos en sus fachadas exteriores se pueden ver numerosos impactos de bala.
Su pabellón más occidental estaba expuesto continuamente al fuego enemigo procedente de Agrónomos, edificio con el que conformaba una de las tierras de nadie más estrechas de toda la guerra civil. Sus aulas se convirtieron en parapetos, al igual que Farmacia y Odontología, y una de las muestras actuales de la intensidad de la guerra en la universitaria, además de los impactos en las fachadas, son los propios libros que fueron utilizados para realizar los parapetos y, lógicamente, fueron alcanzados por la munición.
Según se van desarrollando los combates, las posibilidades tácticas se van agotando, con gran coste de vidas en el campus, donde se lucha edificio por edificio e, incluso, habitación por habitación, piso a piso, al igual que en el Clínico. El frente del campus en forma de cuña, cuyo vértice era el Clínico, mantuvo sus líneas prácticamente inalterables durante el resto de la Guerra Civil. A pesar de todo ello, se estableció en la Ciudad Universitaria y Parque del Oeste una lucha encarnizada de minas y contraminas, toda ella con infructuosas ofensivas de infantería.
Tras una semana de intenso desgaste y escaso avance, la posición de ambos bandos queda fijada, y permanece a grandes rasgos inalterable hasta el final de la guerra. El general Franco se reúne en el Cuartel General de Leganés y el día 23 de noviembre se cambia la estrategia atacante: seguiría un ataque indirecto a Madrid, el de envolvimiento con una maniobra en el eje Las Rozas-Húmera (Pozuelo de Alarcón), todo ello dio lugar a otras batallas como la del Jarama (febrero de 1937) y posteriormente la de Guadalajara (marzo de 1937).
Las siguientes batallas
La Primera batalla de la Carretera de La Coruña, o la Ofensiva de Pozuelo, se libró a finales de noviembre de 1936 al sur de Pozuelo (Madrid), comienza el 29 de noviembre de 1936 y finaliza el 2 de diciembre del mismo año. Tras fracasar las tropas sublevadas en su intento de ocupar Madrid por la Ciudad Universitaria, la situación táctica de las unidades de dicho sector era pésima, debido a que tenían al descubierto todo el flanco izquierdo, sector de Pozuelo, desde donde los republicanos realizaban ataques sobre la Casa de Campo para aislar a las tropas de la Ciudad Universitaria Para evitar esta amenaza, el bando rebelde planeó una ofensiva sobre Pozuelo que llegaría a la carretera de La Coruña a la altura de Aravaca y que dominase todo el cauce izquierdo del río Manzanares.
Para dicha acción los franquistas crearon tres columnas y una agrupación de artillería, que estarían todas al mando del Coronel García Escámez. En total eran unos 7.000 hombres, todas tropas africanas (regulares y legionarios). Por la parte republicana, Pozuelo y su sector, era defendido por la 3ª Brigada del Comandante José María Galán, la cual tuvo una destacada actuación en la batalla de Madrid. Estaba formada por unas 3.200 personas y contaba con una pieza de artillería y un antitanque.
El día 29 de noviembre los sublevados inician el ataque, sorprendiendo a los republicanos y llegando a las puertas de Pozuelo tras un avance de la columna de Siro Alonso de unos 5 kilómetros. Por la magnitud del ataque, el 30 de noviembre, la 3ª Brigada se ve reforzada por cuatro batallones (un total de 2000 personas), uno de ellos internacional. Mientras, las tropas sublevadas atacan sin éxito en el sector, cesando momentáneamente en la ofensiva, al producirse el 1 de diciembre un ataque republicano sobre la Casa de Campo. El día 2 de diciembre los republicanos, apoyados por carros, recuperan territorio al sur de Pozuelo. El 3 los rebeldes vuelven al ataque, presionando ahora sobre Húmera, pero no obtienen ningún éxito. Agotadas las posibilidades de explotar alguna victoria, se dio por finalizada la ofensiva. El ataque franquista finaliza con un fracaso al detenerse la ofensiva ante el contraataque de la Casa de Campo. La necesidad, no obstante, de defender ese flanco hará que a mediados de diciembre los rebeldes inicien otro ataque, la segunda batalla de la carretera de La Coruña.
El fin de la Guerra
El 5 de marzo se produjo en el ejército republicano un golpe de estado protagonizado por el coronel Segismundo Casado, el cual derribó al gobierno del socialista Negrín. A continuación constituye, junto a figuras como Julian Besteiro y sectores moderados y libertarios, el Consejo Nacional de Defensa que puso fin a la resistencia y se rindió ante Francisco Franco, cuyas tropas ocuparon los últimos territorios que quedaban en manos de la República. Ante la inminente caída de Madrid, Casado huyó a Valencia para tomar un buque con dirección a Francia, no sin antes convencer a muchos de que se exiliasen. La gran masa de refugiados cayó en manos de la flota franquista, que impidió la entrada de los barcos al puerto de Alicante. El socialista Juan Simeón Vidarte dejó en sus memorias esta opinión sobre Casado y su actuación: “La sedición casadista se equipara, históricamente, a la de los sublevados del 18 de julio (…)”.
Tras el golpe de estado del coronel Segismundo Casado el 28 de marzo de 1939 el final de la guerra en Madrid es inminente. En esta rendición destacamos también a Adolfo Prada Vaquero, quien a las 13 horas del golpe de estado firmó la rendición de su ejército ante el Coronel Eduardo Losas en la última trinchera.
La famosa última trinchera fue el escenario de la rendición de la ciudad y del fin de la Guerra. Se sitúa en el Asilo, la cual lo comunicaba con las líneas sublevadas más allá del Manzanares. La trinchera en cuestión fue excavada en julio de 2018 por el equipo de Alfredo González-Ruibal, en el que me incluyo. Debido a la falta de apoyos y de interés de las instituciones, el equipo tuvo que volver a tapar la trinchera tras excavarla.
La Ciudad Universitaria después de la guerra
Al terminar la guerra se consideró la posibilidad de dejar la Ciudad Universitaria como campo temático de recuerdo de los años de lucha, aunque la idea no acabó prosperando. El estado de la zona de la Ciudad Universitaria era lamentable: muchos de los edificios del campus sufrieron graves desperfectos debido a la intensidad del combate y la gran cantidad de proyectiles lanzados. Algunos de los edificios construidos en hormigón armado resistieron a pesar de la violencia de la artillería, este es el caso de la Residencia de Estudiantes, el Pabellón de la Junta y el Hospital Clínico. Aunque algunos de ellos sufrieron desplomes parciales de su estructura, éstos no impidieron su posterior reconstrucción en 1940.
El arquitecto Luis Gutiérrez Soto es el encargado de un plan urbanístico para restaurar la zona de Moncloa, diseñando los planos del Ministerio del Aire en la plaza de la Moncloa, por aquel entonces denominada Plaza de los Caídos por Madrid. En ella se situó una gran cantidad de viviendas de militares afines al régimen y, aunque el nombre ya ha desaparecido, la herencia franquista de la zona queda patente en sus edificios. Además de los comentados en la primera parte del artículo, cabe mencionar también el complejo de la Residencia de profesores, que durante los años 70 se denominó la “casa de las fieras”, donde obviamente residió un buen número de docentes y catedráticos franquistas.
Tras las obras de reconstrucción de las Facultades, el 12 de octubre de 1943 se inaugurará de nuevo el recinto, comenzando el curso académico. En la actualidad, a pesar de la gran carga ideológica que como hemos visto contiene el campus, podemos encontrar un monumento inaugurado en 2011 por el rector José Carrillo en memoria de los combatientes de las Brigadas internacionales, coincidiendo con el 75 aniversario de su formación. Este monumento, que es visible desde la boca de metro de Ciudad Universitaria, es el objetivo habitual de pintadas.
¿Una arqueología de la guerra?
El objetivo de este artículo no ha sido otro que el de visibilizar y difundir la historia de un conflicto ha sido relatado en numerosos libros desde la Historia, la literatura, etc. He intentado aportar toda la información de la que dispongo, y eso incluye también mi punto de vista personal. Tal como menciona Alfredo González-Ruibal en su libro Volver a las trincheras, a pesar de que éste es un conflicto que ha protagonizado tanta bibliografía, hace falta un punto de vista material en su estudio.
La arqueología es una forma diferente de acercarnos a la Guerra de España, y constituye una fuente de información imprescindible en ciertos contextos. Un ejemplo de esto es la Ciudad Universitaria: cuando el campus deja de ser un lugar clave en el desarrollo de la Guerra, desaparece de los relatos históricos. Sin embargo, la Universitaria continuó siendo primera línea de guerra durante todo el conflicto. Los soldados siguieron en las trincheras, disparando al enemigo, enfermando por el frío y el hambre, o cayendo víctimas de la metralla.
La arqueología puede colaborar activamente a reconstruir la microhistoria cotidiana del campo de batalla de larga duración que fue la Ciudad Universitaria de Madrid entre 1936 y 1939. Porque si hay algo que nos interesa a las arqueólogas es la vida cotidiana, y en este contexto, nos encontramos con una ausencia de información.
Llevo participando en este equipo desde el año 2016, cuando excavamos las trincheras de la UNED y las trincheras de Casa de Campo. De repente nos encontrábamos en un bosque, dentro de la Ciudad Universitaria, encontrando balas, bombas, metralla, restos de piezas de artillería… Algo que jamás nos hubiéramos podido imaginar, dada la ley del silencio que impera en estos asuntos, sobre todo en ámbitos educativos. Sin embargo, el interés sobre este tipo de proyectos es cada vez mayor, al igual que el interés que la sociedad presenta sobre la Guerra. Este interés creciente se ha materializado en un número creciente de visitas cuando hemos realizado las excavaciones, tanto los días de puertas abiertas como el resto de días. Una vez finalizada nuestra labor en campo, hemos continuado los trabajos de laboratorio, para poder realizar los informes sobre las distintas excavaciones que hemos realizado, en los cuales participan numerosas alumnas como parte de su formación arqueológica y a los que también se ha acercado diferente público.
A pesar de esta labor de difusión, que tanto tiene de arqueología pública, las instituciones han mostrado una falta de interés y una falta de apoyo totalmente vergonzosos. Esto provoca que el equipo tenga que buscar financiación por otros medios, constituyendo una escuela de verano de arqueología a la que acuden estudiantes extranjeros, observadores de las peculiaridades de este maravilloso estado y de su falta de gestión sobre este tema. Desde mi punto de vista, lo más lamentable en este contexto es, una vez que hemos realizado una excavación de más de un mes, tener que volver a tapar con tierra esas trincheras que tanto te has esforzado por excavar, investigar y comprender. Esto se debe a la falta de medios para consolidar estos restos, que son parte de nuestro patrimonio pero que son invisibilizados activamente.
Sin embargo, frente a esta labor de ocultamiento, uno de los elementos más importantes del equipo es el de la difusión: no sólo han sido elaborados los informes de las excavaciones y publicados (lo cual no es tan frecuente como parecería), sino que se ha llevado a cabo una difusión al margen del ámbito académico, mediante el blog http://www.guerraenlauniversidad.com. En él, A. González-Ruibal ha ido publicando todo lo relativo a las excavaciones del equipo, tanto las realizadas en Madrid como las que se han llevado a cabo en otros lugares.
Cabe mencionar también la labor de diferentes colectivos y asociaciones que llevan algunos al estudio y a la visita de restos de la Guerra de España en la Comunidad de Madrid, como GEFREMA (Grupo de Estudios del Frente de Madrid), Colectivo Guadarrama y Frente de Madrid. Nosotras aportamos la metodología arqueológica que nos permite documentar y reconstruir hechos del pasado, dado que un estudio científico es necesario para llegar a la comprensión de estos hechos históricos.
*Bárbara Durán-Bermúdez (25 años). Futura graduada en Arqueología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), lleva desde 2016 participando en el equipo arqueológico de Alfredo González-Ruibal, excavando diferentes posiciones de la Guerra de España en la Ciudad Universitaria y llevando a cabo el laboratorio en la Facultad de Geografía e Historia (UCM). Forma parte del grupo de investigación Obreras Sin Fábrica en Pegaso, Madrid, en el que estudian la posguerra, la industrialización, y la identidad obrera con una perspectiva feminista.
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Fuente:
La Ciudad Universitaria (II): principales posiciones e intervenciones