Derrota de Clinton aborta sus planes de guerra contra Siria
Al Manar
El papel de la propia Clinton en la invasión de Libia y el inicio de la guerra por medio de terceros contra Siria son una muestra de su predisposición a lanzar guerras o escalar las ya existentes. Ella era, sin duda, la candidata de la guerra en estas últimas elecciones.
Uno de los asesores de Clinton, el antiguo jefe de Estado Mayor y ex funcionario de la CIA, Jeremy Bash, afirmó que EEUU provocaría una escalada en la guerra “contra el EI y contra Assad”. Él no mencionó a grupos terroristas como el Frente al Nusra con lo que dejó ver que podrían ser utilizados por el gobierno de EEUU en esa estrategia de confrontación.
Un think tank dirigido por Michele Flournoy, antigua funcionaria del Departamento de Defensa y probable secretaria de Estado en una hipotética administración de Hillary Clinton, pidió explícitamente “limitados ataques aéreos” contra el Ejército y el gobierno sirio.
Leon Panetta, antiguo secretario de Defensa y director de la CIA, era de la misma opinión. Él pidió ataques aéreos contra las tropas sirias para ayudar a los “rebeldes moderados” que luchan contra el presidente sirio y más fuerzas especiales de EEUU para luchar contra el EI y contra Assad. Dado que dichas fuerzas tienen actualmente como misión la de luchar contra el EI y no contra el gobierno sirio, él busco crear una confusión añadiendo en realidad una misión nueva que era de la luchar contra el Ejército sirio.
Significativamente, cuando Panetta pronunció este discurso belicista en la Convención Nacional Demócrata, fue interrumpido por los delegados que se pusieron a corear consignas como “no más guerra”. La gran mayoría del pueblo norteamericano favorece una guerra contra el EI, pero no una contra el gobierno de Siria, y esto ha sido uno de los grandes obstáculos de los halcones antisirios en EEUU a la hora de plantear un conflicto abierto con Damasco.
Más recientemente, Clinton y su entorno mostraron su apoyo a la creación de una “zona de exclusión aérea” sobre Siria para impedir a los aviones rusos y sirios atacar a los grupos terroristas. Algunos responsables militares del Pentágono advirtieron que esto equivaldría a una guerra abierta con Rusia y Siria. Rusia ha respondido mostrando sus músculos mediante el despliegue de su flota y realizando pruebas de nuevos misiles nucleares en un recordatorio a EEUU de que no debía poner a prueba su paciencia.
Todos estos planes han sido abortados felizmente con la derrota de Clinton. Donald Trump, que ha manifestado su predisposición a luchar contra el terrorismo junto con Rusia y que ha manifestado su oposición a las políticas de cambio de régimen, adoptará previsiblemente una política más realista y sensata que aleje el espectro de una guerra a gran escala en Oriente Medio o incluso el mundo.