El futuro, España y el TTIP pasan por Catalunya(II): NUDO
La poca sensibilidad del monarca Juan Carlos I lo catapultó a las portadas de los periódicos en abril de 2012. Nos enteramos que se rompió la cadera derecha mientras estaba de safari en Botsuana matando elefantes, en compañía de su amante. De nada sirvió que pidiera disculpas públicamente, su valoración cayó en picado. La Casa Real se tambaleaba. En 2010 había estallado el Caso Noos, por lo que el cuñado del Rey y la Infanta Elena también estaban expuestos a la opinión pública por presunta corrupción.
Pero si hay alguna institución que ha demostrado espíritu de supervivencia esa ha sido la Casa Real. En medio de un torbellino de escándalos que presagiaban la llegada de la IIIa República, la Casa Real pasó a la ofensiva y el 19 de junio de 2014 el rey Juan Carlos I abdicó. Se entronó un nuevo rey.
Si algo representa la casta en España, eso es la monarquía. Una familia entera que cada año le cuesta a las arcas del estado un pastizal, que no los ha elegido nadie y que se perpetúan en el poder generación tras generación. Además, de manera legal, el resto de los españoles son sus súbditos. Lamentable.
La Casa Real ni descansa ni es tonta y sabían perfectamente que únicamente cambiando de monarca tampoco se aseguraban su supervivencia, por muy guapo, joven o bien preparado que estuviera Felipe de Borbón. Debían crear un nuevo escenario para que el nuevo rey pudiese reinar el país sin el temor de tener que abandonarlo. Por lo tanto debían tratar los siguientes puntos:
1.- Regenerar el sistema de partidos. El bipartidismo se encontraba en caída libre encuesta tras encuesta y elección tras elección. Hacía falta un nuevo partido conservador que se alejara de la caspa que destila el PP (de aquí la aparición de Ciudadanos, la versión española del Partido Republicano de EEUU), y una versión juvenil del PSOE (Podemos era y sigue siendo incontrolable) , así que había que apuntalar a los socialistas como fuera.
2.- Crisis económica. Crecimiento de la pobreza y la desigualdad, malestar social creciente, las calles llenas, movimientos populares auto organizados surgiendo por todo el territorio. Ante la imposibilidad de lograr mejorar las condiciones materiales de vida, únicamente se podía dirigir el país con cantos de sirena que dijeran que todo iría a mejor, que en dos años todo se solucionaría. La expectativa de un cambio de gobierno que aplicara el sentido común podía ser un narcótico. Y hasta la fecha lo ha sido.
3.- Catalunya/Euskadi. El tema nacional ha sido el mejor refugio de los malos gobernantes. Cuando un presidente agita su bandera, normalmente lo hace para no tratar temas sociales. La movilización popular en Catalunya ante la sentencia del Tribunal Constitucional del año 2010 contra el Estatut d’Autonomia inició algo que parece imparable, la lucha por el derecho a decidir de los pueblos. Una sentencia absurda abrió el melón entre el poder central y el poder periférico. Desde entonces prácticamente ya no se ha hablado del conflicto entre lo público y lo privado.
Este es el punto presente. Problema del sistema de partidos, problema económico, y problema de soberanía territorial.