Impressões de um Informático •  17/12/2009

La lamentable situación del sindicalismo en España

La lamentable situación del sindicalismo en España

sindicatos

El sindicalismo está últimamente en boca de todos debido a la movilización del 12D. En la red, las críticas han corrido como la pólvora, y es que tal y como ya hemos dicho varias veces, campa a sus anchas la derecha y sus medios de desinformación disfrazados de ciudadanos imparciales y espontáneos, e incluso de sindicalistas. No dudan en calificar a todos los sindicalistas de parásitos y vividores, de privilegiados que no representan a nadie.

Es cierto que también muchas personas de la izquierda critican a los diferentes sindicatos, especialmente a CCOO y UGT por su postura excesivamente moderada. Algunos anarcosindicalistas de la CNT les reprochan que cobren del estado y que dependan de él pero ¿acaso la CNT tiene la misma fuerza que en 1937? ¿hay algún sindicato que nos esté sacando de esta profunda crisis? Mi opinión es que todos nos hemos equivocado profundamente.

La crisis del sindicalismo es la consecuencia de la total desinformación que sufrimos que ha provocado una gran desmovilización popular, sobretodo en el ámbito de las TIC. En estas condiciones, prima el egoísmo y el querer conservar nuestro puesto de trabajo o mejorar nuestras condiciones a costa de vender a un compañero. La gente ya no quiere escuchar hablar de los sindicalistas, los directivos ya se han encargado de denostarlos hasta tal extremo que los propios trabajadores consideran más próximos a sus jefes que al liberado sindical al cual ven como ese tío raro con greñas que tiene la cara de trabajar solo las horas que pone en su contrato, el vago que se ha metido a liberado sindical para poder vivir de la empresa sin trabajar. No hablemos de la CGT y la CNT, a esos los  consideran como los típicos radicales que cortan las calles e impiden a los demás llegar a su trabajo a su hora, cuatro gatos que no se han enterado de que gracias a la democracia ya podemos negociar de manera civilizada con el patrón.

No comparto ninguno de esos prejuicios de la clase obrera de nuestro tiempo, soy partidario de la desobediencia civil pero despertemos, pues algo parecido a eso es lo que piensa la inmensa mayoría de la población y en la izquierda nos hemos centrado en machacarnos unos a otros mientras la derecha logró su objetivo utilizando nuestras críticas en su beneficio ¿en qué nos hemos equivocado? El problema es que hemos perdido la comunicación con la clase trabajadora, la gente está desmovilizada y nosotros nos hemos centrado en atacar a los que ya están organizados en otros sindicatos, lo que crea hastío y más desmovilización y da balas al verdadero enemigo.

Tenemos que centrarnos en concienciar a la gente, combatir con contrainformación la manipulación diaria y en recuperar la conciencia de clase. Hoy en día los trabajadores ven más puntos de unión en ser del Barça o del Real Madrid o en si nos gustan rubias/os y morenas/os. A esos efectos no hay diferencias con nuestros jefes, pero debemos recuperar la lucha de clases para que sean capaces de reconocer que nuestros jefes tienen otra posición social y que por tanto, es lógico que no velen por nuestros intereses sino por los suyos propios.

Por eso, no se trata de odiar a nadie o de dejar de llevarnos bien con el patrón, se trata de que políticamente son nuestros enemigos de clase y que los trabajadores tenemos que organizarnos para defender nuestros intereses, ya no solo para luchar por el bien común sino también en el nuestro propio a largo plazo, ya que de no hacerlo, antes o después lo pagaremos.

Los pocos con conciencia sufren un terror enorme y un sentimiento de impotencia ante esta situación tan desoladora. Las pocas acciones de protesta llevadas por los comités de empresa y por los sindicalistas son rápidamente atacadas por el empresario con frases como “preguntadles cuánto cobran a esos sindicalistas”, por lo que un derecho como es recibir un salario y tener la posibilidad de ser sindicalista sin ser despedido, es utilizado por los empresarios para levantar envidias y odios hacia ellos. Juegan con nuestros derechos, administran las migajas que nos dan de nuestro propio trabajo, nos regatean con el salario… ¿hasta cuando?

La negociación individual entre el trabajador y la empresa nos deja en una clara posición de inferioridad, en la que ganamos hoy pero perderemos mañana. El sindicalismo no debe ser llevado en exclusiva por ningún representante o liberado sindical, a ellos les podemos elegir mediante elecciones, pero las protestas deben de ser llevadas a cabo de forma colectiva y con la implicación de todos los trabajadores. Mientras no convenzamos a una mayoría… no hay nada que hacer, y ahí es donde debemos de centrar nuestros esfuerzos.

O todos o ninguno, la empresa siempre tratará de comprar nuestras conciencias y de romper la unidad en las protestas, pero debemos convencer de que eso es pan para hoy y hambre para mañana, no se deben de llegar jamás a acuerdos de pérdida de derechos laborales entre trabajadores y empresarios, en estos casos no se debe dar un paso atrás. Hoy vendimos a nuestro compañero, mañana nos venderán a nosotros.

No debemos aceptar la paz que nos proponen, si realmente les interesásemos, no tendrían problemas en que queramos conservar nuestro empleo y luchar por nuestros derechos.

“Eso que ellos llaman paz es otra forma de muerte. Muerte que dicta la razón del más fuerte.” – Habeas Corpus.

Respuestas a este artículo: A las cosas por su nombre. A raíz de estea crítica he editado pequeños detalles en mi artículo para pulir ciertas ideas. Véase mi respuesta (linuxero) tanto en los comentarios de esta noticia como en los del blog de Reixuk.


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Soy programador informático y activista a favor del software libre. Simpatizo con diversas causas como puede ser la libertad de la información, el socialismo, la coexistencia pacífica, el feminismo, el derecho de autodeterminación de los pueblos, el ateísmo, la libertad lingüistica, la autogestión obrera, la unión de la clase trabajadora, la solidaridad y cooperación entre los pueblos o el antifascismo.