¿Qué habría hecho José Díaz ante la irrupción de Podemos?
Vale, reconozco que el título de este post es algo tramposo, y si me apuran hasta sensacionalista. A mí, como historiador, jamás se me ocurriría establecer ucronías, y conjeturar sobre qué habría pasado si un personaje del pasado se hubiese encontrado con un problema actual. Pero es que desde hace una semana no dejo de recordar un capítulo de la historia reciente, en el que creo que podemos encontrar paralelismos con lo que ahora ocurre, y que tal vez, estos podrían servirnos de enseñanza para evitar caer en errores que ya tuvimos en el pasado. Tendremos que volver la vista atrás en el tiempo, hacia los primeros momentos de la II República, para poder explicarles a qué me refiero.
En 1931, se presentó a las elecciones a Cortes el Partido Social Revolucionario, un minúsculo partido sin apenas base social, que había sido creado poco tiempo antes bajo el impulso del abogado José Antonio Balbontín. Este partido, a pesar de no plantearse su adhesión a la Internacional Comunista y no compartir algunas cuestiones metódicas con el PCE, tenía un programa que, en lo esencial, era muy similar al de los comunistas. El PCE entendió la irrupción de este partido como una amenaza ya que los socialrevolucionarios competían es su mismo espacio, definiéndose también como comunistas, pero teniendo un mensaje mucho menos sectario, lo cual les permitió acercarse a sectores de la población inalcanzables para el PCE de entonces.
La lucha entre los dos partidos llegó a su máxima expresión cuando PCE y PSR, se enfrentaron en octubre de 1931 en las elecciones parciales que tuvieron lugar en Sevilla, al quedar vacante la plaza que había ganado Ramón Franco por la circunscripción meses antes. Sevilla era por aquel entonces el bastión del comunismo español, y el único lugar en el que el PCE podía aspirar a obtener un diputado, y por ello se lanzó a conseguirlo con todas sus fuerzas. Al final de una interminable campaña electoral de desprestigio contra el PSR, el PCE sólo consiguió cosechar una derrota que lo dejaron sin escaño. El PSR supo conectar con la población abstencionista sevillana ilusionando con un mensaje que caló más que el del sectario PCE. Una organización sin apenas militantes dejó al desnudo las debilidades de un partido amarrado a la infantil estrategia de clase contra clase que les impedía ver el peligro que se cernía sobre España.
Los comunistas, ebrios de autocomplacencia, lejos de hacer autocrítica siguieron en sus trece, atacando a los socialrevolucionarios y a los que le habían votado como agentes de la burguesía y traidores al pueblo. Sólo la llegada a la secretaria general de José Díaz a fines de 1932 permitió un giro en esta situación. Antes del cambio a la política frentepopulista, los nuevos dirigentes del partido comprendieron que el enfrentamiento entre organizaciones que compartían en lo esencial los mismos intereses era un contrasentido. Iniciaron contactos, y en menos de un año El PSR se integró en el PCE, consiguiendo de esta manera los comunistas su primer diputado en la figura de Balbontín.
Salvaguardando la distancia histórica creo que IU –o al menos muchos de sus dirigentes-, ha reaccionado de la misma forma que lo hicieron los comunistas en los tiempos de Bullejos. No supieron –o supimos, ya que me incluyo- entender lo que había tras Podemos, y todos vimos en su llegada una amenaza que ponía en peligro nuestra hegemonía en la izquierda transformadora. Ahora, con los resultados en la mano, resulta que Podemos nos ha dado una lección, y ha conseguido en apenas cuatro meses superar el techo electoral que tuvimos en las pasadas elecciones. No ha robado votos a IU, ya que nosotros triplicamos los resultados, sino que ha sido capaz de atraer a sí una fuente de votantes a los que nosotros no hemos sido capaces de movilizar nunca, gracias a un discurso sencillo, una campaña brillante, y un método atractivo para personas desencantadas con lo que está ocurriendo, y con lo que ellos llaman la casta política en general.
El discurso de Podemos y el nuestro es casi el mismo pero entonces ¿Cómo es posible que hayan conseguido esos espectaculares resultados? Algunos neobullejistas afirmarán que ha sido gracias a los medios, y evidentemente eso les ha ayudado ¿pero ha sido sólo eso? Pienso que no hay mayor ciego que el que no quiere ver, y reducir el éxito de Podemos a la figura de Pablo Iglesias y sus participaciones televisivas me parece algo infantil. La gente fue ilusionada a votar, y se embarcó en una campaña monstruosa sin apenas experiencia en estos campos con lo que, necesariamente, aquí ha pasado algo más. Ellos han sabido conectar con sectores de la sociedad para nosotros inaccesibles y sólo eso nos debía hacer reflexionar, bien para conseguir lo mismo o bien para buscar caminos que nos hagan confluir.
Me resulta curioso que algunos dirigentes de IU sacasen a relucir la figura de José Díaz para hablar de unidad con los socialistas, pero que ahora sean incapaces de acercarse a una organización con la que compartimos un discurso anticapitalista, y que nos hermana en la lucha titánica contra el sistema. Cierto es que la unidad no podrá darse como en el caso del PSR por la absorción de unas siglas, ya que Podemos ha dejado bastante claro que entiende otra manera de hacer política, pero considero urgente comenzar a confluir con ellos en la calle para estrechar lazos que superen las barreras psicológicas que nos separan.
Sé perfectamente que esto no será sencillo. Existe un gran recelo mutuo, y ni nuestros militantes o dirigentes más sectarios -ni sus afiliados trotskistas-, lo van a poner fácil a la hora de converger. Podemos además, ahora tendrá que encontrarse con sus propias contradicciones internas, y tendrá que saber gestionar su triunfo ya que sus votos no son unos votos afianzados en años de trabajo, además de que a partir de ahora van a saber lo que significa sufrir la campaña de descredito constante que nosotros llevamos soportando desde hace años. En definitiva, ciertamente el camino a la unidad será difícil, pero creo que vale la pena intentarlo. El enemigo acecha y no va a tener compasión de ninguno de nosotros, ya seamos militantes de Podemos, de IU, del PCE, o de cualquier otro movimiento político, sindical o social que amenace sus intereses.