Sobre la muerte de Isabel Carrasco, o cómo intentar rentabilizar un asesinato.
Hace apenas unas horas que hemos conocido la muerte de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación Provincial de León, que ha sido tiroteada vilmente en la calle y a plena luz del día por lo que, cada vez parece más claro, ha sido un ajuste de cuentas personal. Nada más conocerse la noticia, y como es habitual en nuestra cultura –recuerden ustedes el famoso capítulo de Ricky Martin, el perro y la nocilla-, comenzaron a surgir todo tipo de especulaciones sobre los motivos que se escondían detrás de la perversa acción, y un sinfín de teorías conspirativas comenzaron a inundar la red. En muy pocas horas conocimos que existía una relación laboral entre una de las detenidas y la Diputación que dirigía Carrasco y supimos también que la supuesta asesina militaba en el PP, algo que descolocó a más de uno que ya había querido relacionar la muerte Carrasco con las protestas ciudadanas contra los políticos.
Las redes sociales son un instrumento muy peligroso para los bocazas, y como este país está lleno de tontos y de incontinentes verbales, fueron muchos los que empezaron a poner a la izquierda antisistema en la diana de las acusaciones, en una estrategia de criminalización que ni siquiera se dignó a esperar a conocer los primeros resultados de la actuación policial. Era lógico, al fin y al cabo, la señora Carrasco había sido muy criticada públicamente por piojosos en los últimos tiempos ya que –entre otras cosas-, la mujer cobraba hasta doce sueldos mientras los españolitos de a pié sufríamos las consecuencias de los recortes de su partido, un partido que hace llamamientos continuos a apretarse el cinturón pero que rara vez predica con el ejemplo.
Dos de los casos que más llamaron mi atención fueron los tweets lanzados por la periodista de la caverna mediática Isabel San Sebastián –que relacionó el asesinato con los escraches-, y por el político popular Luis Salom, que llegó incluso a responsabilizar del asesinato a la revista satírica “El Jueves”, por haber atacado a Carrasco en el pasado (sí, lo sé, es surrealista pero es así, este señor es imbécil) Tanto la ética periodística como la moralidad política aconsejaban ser prudentes ante la noticia, pero parece ser que estos dos personajes no pudieron resistirse, tal vez debido al hecho de que ni la una es buena periodista, ni el otro buen político. Que una compañera de “armas” falleciese en acto de servicio era un algo demasiado goloso para no intentar lanzar el bulo, menos en plena campaña electoral.
Dar categoría política a algo que no lo tiene es manipular a la opinión pública, algo que ya sabíamos no sonroja a estos dos, pero hacerlo utilizando el fantasma del terrorismo o criminalizando posiciones contrarias es además miserable, y sólo a la altura de individuos mezquinos. Aun así, lo más increíble estaba por llegar, y una vez resuelto que no hay antisistemas detrás del asesinato, la mentira no se ha detenido. ABC y El Mundo han mezclado en sus editoriales de esta mañana la cuestión del asesinato de Carrasco y la presión a los políticos, pero es que además -mientras escribo este artículo-, me estoy enterando de que un diputado del PSOE ha propuesto limitar la libertad de expresión en las redes sociales, regulando su uso. ¡Como si las críticas a Carrasco fuesen ilegitimas y hubiesen provocado su muerte!
La crítica a la gestión política tiene un carácter inalienable en democracia y Carrasco fe una mujer que -por mucho que haya muerto-, en su gestión acumulaba un historial más que censurable. Las críticas que en un estado democrático se vertieron en su momento contra ella no sólo son perfectamente legítimas sino que además están muy bien justificadas. Cualquier ataque a la libertad de expresión nos acerca peligrosamente al tipo de estado al que avanzamos inexorablemente y que por todos los medios estamos obligados a evitar, una dictadura cada vez menos camuflada, en la que cualquier conato de rebeldía será rápidamente sofocado por la fuerza de las leyes y la represión que serán garantes de que la crisis la paguemos los trabajadores. Creo que lo que ha ocurrido con la muerte de Carrasco escenifica muy bien qué es lo que está pasando en España y me da un miedo terrible imaginar lo que puede llegar a ocurrir. Para terminar les formulo una pregunta ¿alguien duda de qué habría pasado si en vez de militar en el PP, la supuesta asesina hubiese sido miembro o simpatizante de IU, la PAH, el 15M o cualquier otra organización contraria a las políticas del gobierno?