Redacción •  Memoria Histórica •  28/05/2023

28 de mayo de 1926: Los altos mandos militares ponen fin al breve paréntesis democrático de Portugal

  • Portugal no había llegado a consolidar su I República, proclamada en 1911, cuando los altos mandos militares, encabezados por el general Gomes da Costa, derribaron cualquier atisbo democrático en el país ibérico.
28 de mayo de 1926: Los altos mandos militares ponen fin al breve paréntesis democrático de Portugal

El 28 de mayo de 1926, un grupo de altos oficiales del ejército portugués protagonizó una sublevación militar contra el régimen parlamentario constitucional establecido en 1911. Liderados por el general Gomes da Costa, los militares concluían con el gobierno de Bernardino Machado y el régimen parlamentario republicano, estableciendo la denominada Ditadura Militar, una solución autoritaria y reaccionaria que se prolongaría hasta 1932.

Hasta el establecimiento del Estado Novo, los años que sucedieron al golpe de estado, Portugal vivió inmersa en las convulsiones, derivadas de las pugnas por el poder entre los propios militares. De hecho, el mismo Gomes da Costa, sería depuesto en un nuevo golpe palaciego dado por el general António Óscar de Fragoso Carmona, siendo arrastrado al exilio en las Azores, donde moriría apenas tres años después en la total marginación.

Habitualmente, se ha venido a justificar el Golpe de Estado como algo prácticamente inevitable, derivado de la «decadencia de la I República». Una interpretación perezosa, cómoda para el régimen franquista y el modelo de la Transición Española, pero errónea si no directamente falaz.

Lo cierto es que las causas del golpe de estado se pueden localizar en la oleada militarista, reaccionaria y autoritaria que acabaría o trataría de acabar con todas las experiencias democráticas del continente tras la I Guerra Mundial.

La joven I República, dominada por dos partidos políticos herederos del Partido Republicano Portugués, el conocido como Partido Democrático (que en realidad jamás contó con dicha denominación de forma oficial) y el Partido Liberal (en realidad Partido Republicano Liberal), no contaba con una mayor inestabilidad parlamentaria que cualquier otro país. Monárquicos y otras enfermedades nacionales realizaron varios intentos contrarrevolucionarios, llegando incluso a imponer un breve paréntesis autoritario, aunque sin desmantelar los mecanismos constitucionales establecidos en 1911, entre los años 1917 y 1918, bajo el mando de Sidónio Pais.

La aparición y crecimiento de movimientos revolucionarios obreros, principalmente anarquistas, pero también comunistas y socialistas, junto al estrepitoso fracaso de Portugal en su participación en la absurda Gran Guerra, sin ninguna contraprestación a pesar de haber combatido junto a la alianza ganadora, comenzaron a perturbar la tranquilidad de una élite protoburguesa, aristocrática y rentista, dependiente de la explotación de recursos primarios de las colonias y poco o nada adepta a ninguna modernización del país.

Sea como fuere, ese 28 de mayo de 1926 comenzaría el proceso autoritario más prolongado en la Europa del siglo XX. Unido al Estado Novo, la dictadura duraría un total de 48 años, extendiéndose hasta la Revolución de los Claveles de 1974.


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