Redacción •  Actualidad •  01/03/2025

Un acuerdo en el último minuto salva la COP16 aunque buena parte de la financiación dependerá del sector privado

  • La segunda parte de la COP16 se cierra en Roma con un acuerdo de consenso sobre los asuntos más espinosos, después de tres días con una incertidumbre muy alta y grandes desconfianzas.
Un acuerdo en el último minuto salva la COP16 aunque buena parte de la financiación dependerá del sector privado

La COP16 del Convenio de Diversidad Biológica finalizó anoche en la sede de la FAO en Roma su segunda parte, después de que el plenario se suspendiera por falta de quórum en Cali, Colombia, el pasado 2 de noviembre. El bloqueo se produjo especialmente por un debate muy agrícola sobre el mecanismo financiero y la estrategia de movilización de recursos. Una discusión que se arrastra desde el inicio de la Convención de Diversidad Biológica en 1992: su artículo 21 prevé la creación de un mecanismo (un fondo económico) específico para financiar las acciones mundiales para proteger la biodiversidad, pero el artículo 39 demostró que, provisionalmente, se usaría una herramienta que depende del Banco Mundial, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM o GEF, por sus siglas en inglés).

En Roma el debate se ha visto condicionado por dos posiciones: por un lado los países del Sur global (liderados por el grupo africano, especialmente la República Democrática del Congo) denuncian que el FMAM está en manos de los países enriquecidos (incluido EE UU, que no es parte del CDB), es ineficiente y obstaculiza el acceso de muchos países empobrecidos a la financiación. Por eso, exigen que se cumpla el artículo 21 de la convención y se cree un fondo específico bajo el mandato de la Conferencia de las Partes. Por otro lado, la UE, Japón o Canadá consideran que el FMAM es suficiente y que un nuevo fondo no supondrá mayor financiación. Detrás de los discursos, subyace también quién tiene la llave de la caja. Los países del sur quieren que sea la COP, donde todos los países tienen el mismo peso, mientras que los del norte quieren mantener el status quo .

La resolución a la ecuación ha acabado siendo la aceptación por parte de los países del Norte global de que cualquier fondo debe estar bajo mandato de la COP, a cambio de que se estudien todas las opciones: reformar y mejorar los fondos existentes o crear uno nuevo. Todo ello en un proceso que durará hasta la COP19 en 2030, atrasando por tanto todo el proceso. En la metáfora de la delegación mexicana: “Nos estamos poniendo de acuerdo en poner el plato en la mesa (herramienta), pero aún falta la comida (fondos)”.

El otro gran documento sobre financiación ha sido la Estrategia para la Movilización de recursos, donde se plasma una estrategia amplia para lograr el dinero previsto para apoyar la conservación de la biodiversidad: 20.000 millones anuales a partir de 2025 y 30.000 millones anuales a partir de 2030, procedentes de fondos públicos. Lo más preocupante para Ecologistas en Acción es una apuesta clara de la COP por buscar un extra de inversiones en biodiversidad de hasta 200.000 millones anuales en el sector privado. Nadie pone en cuestión que existe un déficit muy severo en financiación de la conservación de la naturaleza, pero se ha impuesto la visión ultraliberal de apostarlo todo a animar a las empresas a invertir en la biodiversidad. Esto, en la práctica, incluye esquemas de créditos de biodiversidad y compensaciones que facilitarían a las corporaciones la justificación y lavado verde de sus actividades a costa de la naturaleza. En opinión de Ecologistas en Acción, semejantes mecanismos de mercado son un gravísimo error que solo pueden erosionar los ecosistemas mejor conservados para crear sucedáneos mucho más pobres.

En la parte más optimista, la COP ha reiterado el reconocimiento de que los subsidios perversos a actividades destructivas son una de las mayores amenazas actuales para la biodiversidad y que hay que identificarlos y eliminarlos con urgencia.

Otro elemento positivo es la aprobación del marco de monitoreo del Marco Mundial de Biodiversidad, con un sistema de indicadores para analizar el progreso general hacia el cumplimiento de las 23 metas que deben poner freno en 2030 a la regresión de las especies y los ecosistemas. Lamentablemente, no se generará un informe país a país que señale quienes menos contribuyen al objetivo mundial. Además se han eliminado algunos indicadores importantes como el impacto ambiental de consumo global, pero se han mantenido los indicadores de huella ecológica y de concentración de plaguicidas.

Ecologistas en Acción consideran muy preocupante el retraso existente en la aprobación de los planos y metas nacionales para aplicar el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, dado que al inicio de esta segunda parte de la COP16 solo 46 países los habían aprobado y presentado al Convenio de Diversidad Biológica. Sin estos planos o metas nacionales queda muy comprometido el cumplimiento de la Misión prevista para 2030 de detener la pérdida de biodiversidad.


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