Inversiones extranjeras: información formateada según convenga
La información sobre las inversiones extranjeras, a pesar de ser datos objetivos ha sido cocinada por los medios españoles a gusto del editor. De objetividad: cero.
El economista Eduardo Garzón, en ‘La marea’, trata las informaciones de los medios españoles referidas a los datos de Inversiones Extranjeras Directas (IED) correspondientes al segundo trimestre de 2016, facilitados por el Ministerio de Economía y Competitividad com “un caso ejemplar de sesgo informativo”.
Entre otras cosas, indica: “Llama la atención que la interpretación de esos datos objetivos varía (y mucho) en función del emisor, llegando a encontrar el público hasta lecturas diametralmente opuestas entre sí. En este artículo recopilamos los ejemplos más característicos.
Antes de ello es necesario hacer dos puntualizaciones importantes para entender a qué se debe esta facilidad para torturar los datos hasta que digan lo que uno quiere oír. Las IED son extremadamente volátiles y responden fundamentalmente a las estrategias empresariales de los agentes compradores, sin que las actuaciones políticas influyan mucho en las mismas, por lo que ni siquiera un hipotético gobierno estatal o regional dedicado exclusivamente a acabar con las IED podría conseguirlo fácilmente, y mucho menos a corto plazo. Además, las IED no son inmediatas; tardan tiempo en ejecutarse, de forma que es muy difícil atribuir la responsabilidad de las mismas a una actuación política determinada y puntual.
Los volúmenes de dinero manejados difieren mucho dependiendo de cada operación inversora. No se mueve el mismo dinero cuando un inversor extranjero compra acciones de una pequeña empresa que cuando lo hace con una gran empresa, evidentemente. Por ejemplo, solamente la compra de Imperial sobre Altadis en 2008 (valorada en 12.600 millones de euros) supuso más volumen de IED que todas las inversiones registradas en cualquier otro año. Estas grandes operaciones ocurren de forma irregular y cuando lo hacen distorsionan sobremanera los datos de IED, que en absoluto reflejan un flujo constante o regular de inversiones.
Precisamente por ello, en algunos trimestres coincide que hay mucha recepción de IED, y en otros coincide que hay menos, y eso no es indicativo de que el gobierno correspondiente lo esté haciendo mejor o peor. En consecuencia, tiene el mismo sentido comparar los datos de un trimestre (o de varios) con los del trimestre anterior, que compararlos con los del mismo trimestre del año anterior: ninguno. Cada trimestre es un mundo y la comparación con otros periodos no nos dice prácticamente nada. Por eso el que interprete los datos elegirá los periodos de recepción de IED que más le convenga a sus intereses.
El economista aporta como ejemplos las informaciones sobre este tema publicadas en ‘El Economista’. ‘Cinco Días’, ‘ABC’, ‘La Razón’ y ‘Vozpópuli’.