Despoblación y desempleo, dos de las principales consecuencias de la ganadería industrial en los municipios españoles
- El pasado 2 de marzo Ecologistas en Acción celebró en Torrecaballeros (Segovia) una jornada sobre ganadería industrial en la que participaron más de 60 personas.
- Durante el encuentro se expusieron las consecuencias de este tipo de instalaciones para la salud pública, el medio ambiente y el mundo rural, entre otras, el importante descenso de población y el aumento del paro registrado en los municipios con instalaciones industriales ganaderas.
Segovia es una de las provincias con mayor censo porcino en España, con más de 1.250.000 cerdos según el censo ganadero publicado en 2017 por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Este fin de semana, el municipio de Torrecaballeros ha acogido una jornada organizada por Ecologistas en Acción donde cuatro ponentes han expuesto desde distintas perspectivas los impactos de la industria ganadera.
Entre los argumentos expuestos contra la ganadería industrial, se presentaron datos comparativos del INE de la evolución poblacional en municipios con y sin este tipo de ganadería. Según los datos presentados, se observa que la ganadería industrial no solo no frena el proceso de despoblación sino que, por el contrario, en las comparativas realizadas entre municipios con esta industria y otros que se están dedicando a otros sectores económicos (como la pequeña transformación artesanal, la ganadería extensiva o el turismo rural sostenible) los primeros pierden mucha más población que los segundos.
Son los casos de Garaballa, el municipio con mayor censo porcino de la provincia de Cuenca (55.000 cerdos, según la Consejería de Agricultura), que ha perdido el 51% de la población entre 2001 y 2017. En Castillejar (Granada), con una población de 1.344 habitantes y una gran explotación de Cefusa-ElPozo de 21.000 madres reproductoras y una producción de 645.000 lechones al año, ha reducido su población entre 2006 y 2017 en un 20%, incrementándose el paro registrado del 7,25% al 18,01% en el mismo periodo.
Otros caso es el de Cancarix, en Albacete, otro gran centro de producción de Cefusa-ElPozo con 37.116 cerdos: la población de 107 personas en 2006, se ha reducido en un 28% en 2017. O Balsa de Ves, también en Albacete, con 98.183 cerdos, donde se ha reducido su población en un 40% en el mismo periodo, subiendo el paro registrado del 9,7% al 26,4%.
Todos estos datos ponen de manifiesto dos de los impactos más importantes de la ganadería industrial para el mundo rural como son la pérdida de empleo y de población. Los casos señalados corresponden a municipios donde hay un gran número de animales, por lo que aunque teóricamente, según los argumentos de la industria y la administración se debería generar más empleo, lo que las cifras demuestran es que se contribuye al despoblamientos y el desempleo.
Despilfarro de agua, contaminación de aire y suelo, e impacto en la salud pública
Además de la despoblación y el desempleo, durante el pasado fin de semana Ecologistas en Acción analizó otros de los impactos sociales y ambientales de la ganadería industrial. Entre ellos, el desmesurado consumo de agua de las instalaciones industriales ganaderas (cada kilogramo de carne de vacuno requiere 20.000 litros de agua) y la contaminación por nitratos procedentes de los purines.
Estos impactos son un hecho constatado en multitud de zonas en las que tradicionalmente existen estas instalaciones, como Cataluña, Aragón y Murcia, y cada vez más en otras comunidades autónomas donde se están expandiendo las empresas integradoras, como Castilla y León, Castilla-La Mancha y Galicia.
La contaminación del aire por amoniaco y las emisiones de gases de efecto invernadero que provoca directamente la ganadería industrial, e indirectamente la agricultura intensiva asociada a la producción de piensos y la comercialización de insumos y productos, son otro de los grandes problemas identificados. En total, según datos de la organización internacional GRAIN, el modelo ganadero industrial genera entre el 23 y el 32% de las gases de efecto invernadero a nivel mundial.
Asimismo, la contaminación de suelos, aire y aguas a causa de la expansión de la ganadería industrial tiene efectos negativos demostrados en la salud pública. La población local cercana a las explotaciones intensivas se ve afectada cada vez más por problemas respiratorios que, según estudios médicos del personal del Área de Neumología del Hospital Universitario de Albacete, están asociados al amoniaco y a las microparticulas procedentes de este tipo de ganadería. Además, la dieta con un alto porcentaje de productos de origen animal está asociada a enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer colorectal y obesidad.
Por último, cabe destacar la resistencia a antibióticos que es, en gran parte, una consecuencia de este tipo de dieta. Esta resistencia se genera en los propios organismos de los animales sometidos a un abuso de estos medicamentos para tratar de disminuir su mortandad, y se traslada a los seres humanos a través del consumo de los productos alimentarios.
En 2017 la cifra de muertes por resistencia a antibióticos fue de 35.000 personas en España, más que por muertes por accidente de tráfico, y según la Organización Mundial de la Salud, en 2050 la mortalidad asociada a la resistencia a antibióticos superará a nivel mundial a la relacionada con el cáncer y será la primera causa de muerte por enfermedad.
En la jornada celebrada el sábado, representantes de la Coordinadora estatal Stop Ganadería Industrial y de plataformas vecinales hablaron del rápido incremento de los movimientos de oposición a estos proyectos, muchos de los cuales, especialmente de Castilla y León, estaban presentes en el encuentro. Precisamente, los movimientos vecinales de Castilla y León se reunieron por la tarde para impulsar una mayor coordinación y valorar estrategias y acciones conjuntas ante la avalancha de proyectos ganaderos industriales en su territorio y ante el apoyo que está recibiendo la industria cárnica desde la administración regional.