El Puerto de Santander inicia la instalación de concertinas frente a la oposición ciudadana
- La ONG internacional No Name Kitchen denuncia la irregularidad y crueldad de las concertinas en Santander, exigiendo su eliminación inmediata.
Tras elevar su valla exterior hasta los cuatro metros de altura, e instalar sensores de movimiento, la Autoridad Portuaria de Santander ha iniciado la instalación de concertinas en el vallado de su perímetro, estando en proceso de compra de diez nuevos kilómetros de alambrada de acero galvanizado, cuyas cuchillas tienen por fin atrapar a quien intente franquearlas y causar graves lesiones.
Esta construcción surge tras el Brexit y la inclusión del Puerto de Santander como frontera internacional, con la restauración de las barreras aduaneras con Reino Unido, y la potencial llegada a tierras británicas de personas sin visado que, tratando de introducirse en ferries de forma clandestina, pueda conllevar multas a las compañías navieras.
No Name Kitchen se adhiere a la protesta contra esta medida por los siguientes motivos:
La instalación inicial no ha sido hecha pública pese a tratarse de una modificación esencial de las medidas de seguridad de la zona portuaria, por lo que de acuerdo con la Ley de Puertos del Estado de la Marina Mercante esta decisión debía haber sido autorizada por el Consejo de Administración de la entidad portuaria, y es notorio que dicha decisión no se haya adoptado por dicho órgano, sino que ha sido tomada de forma unilateral por el Presidente del Puerto.
La nueva licitación en proceso, por valor de 188.000 euros, tampoco ha pasado por el Consejo de Administración del Puerto, donde la Delegada de Gobierno (Ainoa Quiñones) y el Presidente Regional (Miguel Ángel Revilla) tienen voz y voto, si bien la propuesta de tomar medidas para blindar el puerto sí obtuvo el apoyo unánime del Parlamento de Cantabria (a iniciativa de Vox el 7 de junio de 2021) y en ningún caso se especificó la instalación de alambres de espino provistos de cuchillas en forma de arpón diseñadas para penetrar, enganchar y ocasionar graves heridas, incluso la muerte.
La instalación de concertinas es contraria a las Normas Urbanísticas Regionales recogidas en el Decreto 65/2010, de 30 de septiembre (art. 88.5), donde “se prohíben los cierres construidos con malla de alambre electrosoldado, alambre de espino u otros materiales análogos susceptibles de generar daños”.
De acuerdo con los principios rectores de la Ley de Seguridad Ciudadana y de la Ley de Seguridad Privada, toda medida de seguridad debe ajustarse al criterio de proporcionalidad, adecuando los medios utilizados a la integridad física de las personas y al respeto de los derechos fundamentales recogidos en la Constitución, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la Declaración Universal de Derechos Humanos, entre otras.
En este sentido, No Name Kitchen recuerda la necesidad de armonizar criterios en materia de seguridad y proporcionalidad, de acuerdo a otras políticas públicas a nivel nacional y europeo:
Cecilia Malmström (Comisaria Europea de Interior): “Las cuchillas en la valla de Melilla no impidieron a la gente entrar, sino que entró y además sufrió heridas”.
Defensor del Pueblo en Ceuta y Melilla (donde la realidad migratoria no tiene nada que ver con Santander): “Rechazo las concertinas porque son de una crueldad extraordinaria”.
Secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez: «se ha demostrado que es posible aumentar la seguridad eliminando elementos lesivos como las concertinas de las vallas”.
El Papá Francisco lloró al ver las concertinas en Ceuta y Melilla “porque no entra en mi cabeza, en mi corazón, tanta crueldad, en lugar de convertir los puertos en un puente», mientras Grande-Marlaska, al convertirse en Ministro de Interior, convirtió la retirada de las concertinas en una de las grandes banderas de su gestión.
En Santander, colectivos ciudadanos han iniciado una campaña en redes que ha logrado recoger ya casi 50.000 firmas y es necesario exigir responsabilidades a los responsables políticos por este proceso peligroso, cruel y poco transparente, porque en palabras de Ricardo Fernández, coordinador de No Name Kitchen: “cuando una persona emigra deja atrás no sólo su país, sino también su familia, amigos, su propia lengua, el paisaje… en definitiva, todo lo que nos construye como personas. Hacen falta razones muy fuertes para llegar a tomar esa decisión, y nada puede parar esa determinación. Por ello, el uso de concertinas es ineficaz y desproporcionado, y constituye una violación clara de los derechos humanos. Las concertinas matan, desangran, cortan cuerpos y los marcan de por vida», ha declarado.