Activistas de Brasil denuncian la deforestación y la vulneración de derechos humanos en su país causada por una agroindustria insostenible
- Con el lema ‘Stop soja procedente de la deforestación’, varias activistas han participado en una acción frente al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para denunciar la deforestación provocada por el cultivo de soja.
- Las importaciones de soja de la UE para fabricar piensos ganaderos y biocombustibles son responsables de la destrucción ambiental no solo de la Amazonia, sino de otros espacios de alto valor ambiental y social como el Cerrado.
- La expansión del cultivo de soja en Brasil también está detrás de la violencia, el acaparamiento de tierras y la afección a la salud de las comunidades.
La acción protesta de activistas de Brasil hoy en Madrid forma parte de la campaña ‘No te comas el bosque’ y quiere sensibilizar sobre la violación de derechos humanos vinculada a la deforestación producida por la soja y la ganadería. La representante de la Comisión Pastoral de la Tierra de Brasil, Valeria Pereira Santos, subrayó la importancia de que los consumidores conozcan que esta soja importada está manchada de sangre. Por su parte, Andrè Campos señaló que la Comisión Europea debe mejorar su propuesta para minimizar el impacto del consumo europeo en la deforestación global, así como el uso de biocombustibles, procedentes en parte de esta deforestación.
Dentro de la agenda de las y los activistas se ha incluido la comparecencia ante la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Congreso de los Diputados y una reunión con Juantxo López de Uralde, presidente de la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Precisamente en esta Comisión se producirá, en breve, el debate sobre la Proposición no de ley sobre medidas para minimizar el riesgo de deforestación y degradación de los bosques asociado a los productos comercializados en la UE, presentada por el Grupo Parlamentario Republicano (ERC).
Durante su encuentro con el Secretario General de Consumo, Rafael Escudero Alday, la activista Valeria Pereira Santos destacó cómo, desde el inicio del Gobierno de Bolsonaro en 2019 hasta 2021, se produjo un aumento espectacular de la cantidad de familias que sufrieron invasión de sus tierras, un 206% más en relación con 2018. Por su parte, el periodista Andrè Campos señaló que las diversas regiones ecológicas de Brasil se tratan como homogéneas y, por lo tanto, aptas para ser devastadas y dar lugar a pastizales, monocultivos como el de la soja, la minería e infraestructuras asociadas.
Por otro lado, durante la reunión con la Subdirección General de Política Forestal y Lucha contra la Desertificación, junto a los integrantes del grupo de trabajo interministerial para el partenariado de la Declaración de Ámsterdam, se abordaron con mayor detalle las mejoras necesarias en la propuesta de reglamento europeo para frenar la deforestación importada. Según un estudio reciente publicado en la revista MapBiomas, la propuesta legislativa actual dejaría al 30,5 % de los ecosistemas naturales de Sudamérica sin protección, y a numerosas comunidades locales y poblaciones indígenas, sin posibilidad de reclamar sus derechos consuetudinarios de tenencia y en desamparo ante las violaciones y agresiones. El año pasado se registraron 109 muertes como consecuencia de conflictos en el campo.
La gira de esta semana en Madrid se enmarca dentro de una campaña promovida por la Comisión Pastoral de la Tierra de Brasil, la Campanha em Defesa do Cerrado, Repórter Brasil, Rainforest Foundation Norway, Conselho Indígena de Roraima, Ecologistas en Acción y el apoyo de las organizaciones ecologistas Mighty Earth, WWF España, Greenpeace, Amigos de la Tierra y SEO/BirdLife.
Soja: alimentación animal, biocombustibles y destrucción de pueblos nativos
Las importaciones europeas, además de impulsar las emisiones derivadas del cambio de uso del suelo, la pérdida de biodiversidad y el aumento del riesgo de incendios forestales y la expansión de la agricultura en las zonas forestales tropicales, también aumenta el riesgo de acaparamiento de tierras, la violencia y otros efectos negativos hacia las comunidades indígenas y otras dependientes de los bosques.
Del total de importaciones sojeras procedentes de Brasil que llegan a la UE, el 69% proceden de dos ecosistemas especialmente valiosos y vulnerables: la selva amazónica y la sabana del Cerrado. Detrás del auge del agronegocio que supuso la soja en el Cerrado, que en las últimas dos décadas ha pasado de 7,5 millones de hectáreas cultivadas a veinte millones, hay consecuencias devastadoras para la supervivencia del propio bioma.
Brasil fue en 2020 el origen de casi dos de cada tres toneladas de habas de soja importadas por España. La industria de los piensos española, con una producción de 34,5 millones de toneladas en más de 850 fábricas, es líder en la UE. Por este motivo, España es un punto estratégico para empresas que importan soja desde el continente americano para luego comercializar los subproductos (torta de soja y aceite) en el resto de Europa.
La eliminación, parcial, del aceite de palma en la revisión de la política europea de biocombustibles simplemente hará que aumente el uso de la soja. En un escenario de alta demanda de biocombustibles, el consumo de biocombustibles a base de soja puede crecer hasta 41 millones de toneladas en 2030, lo que equivale a unas tres cuartas partes de la actual producción mundial de aceite de soja. Este aumento del consumo de aceite de soja conllevaría una deforestación adicional prevista de 1,8 millones de hectáreas para 2030.
En su próxima parada en Bruselas, los activistas incidirán en la importancia de las legislaciones en las que trabajan la Comisión Europea y el Parlamento para frenar los impactos sociales y medioambientales causados por las importaciones de soja destinada a alimentación animal y su uso en biocombustibles.
En este contexto de fuerte debate sobre la enorme huella ambiental y social del sistema agroalimentario europeo, Greenpeace Holanda anunció hace unas semanas que activistas de toda Europa protestarán ante la próxima llegada del Crimson Ace, un gran buque cargado con soja brasileña destinada a la fabricación de piensos en la Unión Europea. El Crimson Ace partió de Brasil el 19 de abril y transporta más de 60.000 toneladas de soja para alimentación animal, y se espera que llegue al puerto de Ámsterdam en los próximos días.