La vecindad del distrito madrileño de Ciudad Lineal pide más vigilancia ante los pirómanos
En dos días los pirómanos han incendiado cuatro islas de contenedores de recogida de papel y vidrio, provocando la destrucción de varios coches y motos. Aunque sostienen que "el problema viene de lejos", las asociaciones vecinales denuncian que en las últimas semanas estos actos vandálicos se producen casi a diario en los barrios de Quintana, Pueblo Nuevo, San Pascual y La Concepción.
En la madrugada del pasado lunes, 1 de julio, una fuerte explosión despertó a los vecinos y vecinas del entorno de la calle Verdaguer y García, en el barrio de San Pascual (Ciudad Lineal). Al asomarse a sus ventanas descubrieron un paisaje por desgracia conocido: los contenedores de recogida selectiva de vidrio y papel situados en el número 44 ardían junto a un coche y dos motos. Era la cuarta vez que esto sucedía en menos de un año. La noche siguiente, la escena se trasladó a otras tres zonas del distrito: la calle Sambara, en la que ardieron contenedores y varios vehículos en dos islas distintas de la vía, la calle Ascao y calle Virgen del Lluc. A la altura del número 48 de esta última calle fue incendiado un contenedor de obra y sus llamas alcanzaron la malla de protección de un andamio de las obras de una fachada. “Si no llega a ser por un vecino que con rapidez cogió una manguera y apagó el fuego, podía haber ardido todo el edificio”, afirma Ana Martínez, presidenta de la Asociación Vecinal de Quintana, que hace dos días lanzó en su página de Facebook una invitación a publicar fotografías y videos que ilustren este problema, con el lema “Ciudad Lineal se quema”. El involuntario héroe de Virgen del Lluc, que esta tarde denunciará los hechos en comisaría, es Ángel Sánchez Cobo, que vive en un piso a pie de calle contiguo al contenedor. Fue su mujer, Yolanda Juárez, la que dio la voz de alarma cuando, tras escuchar un ruido, abrió la ventana y vio a dos personas vestidas con sudaderas con capucha que, cubiertos sus rostros, salían corriendo. Un segundo después, el contenido del contenedor ardía generando llamas de dos metros. “No sé ni cómo lo hice. Con toda la adrenalina del momento, y gritando ¡fuego, fuego! cogí la manguera de la obra y mojé la malla del andamio, logrando que el fuego apenas la afectase. Luego apagué el contenedor y cuando llegaron los bomberos el incendio ya estaba controlado”, relata Sánchez Cobo, antes de quejarse de que “cada semana tenemos que soportar una media de cinco o seis contenedores quemados”.
El problema de los incendios intencionados de contenedores viene de lejos y afecta a buena parte de los barrios sureños de Ciudad Lineal: Quintana, Pueblo Nuevo, Ascao, La Elipa, La Concepción y San Pascual. “Tenemos identificados incendios de contenedores desde 2016, pero en el último año y, sobre todo, en las últimas semanas la cosa ha empeorado, hasta el punto que los vecinos recomiendan no aparcar los coches cerca de los contenedores de papel y vidrio, presa predilecta de los pirómanos”, afirma Ana Martínez. Y es que no solo la vecindad sino también los bomberos y la policía saben que la mayoría de los incendios son provocados, aunque “nadie ha hecho nada en serio por aumentar la vigilancia y tratar de capturar a sus autores”, se quejan los afectados.
El pasado mes de junio, además de los contenedores del número 44 de Verdaguer y García ardieron otras islas en la calle Esteban Collantes, y en mayo otra situada en la intersección entre la avenida de Badajoz y la calle Torrelaguna. Y esto es solo una muestra. “En nuestro barrio queman contenedores todas las semanas. Los que están a la altura del número 18 de la avenida de Badajoz los han incendiado tres veces ya”, se lamenta Manuel Blanco, presidente de la Asociación Vecinal de San Pascual, que, al igual que su homóloga de la asociación de Quintana, reclama una mayor vigilancia para localizar a sus autores.
Solo la Policía sabe cuántos son los contenedores que han sido incendiados en los últimos tres años en esta zona del este de Madrid, y cuántos vehículos de particulares se han visto afectados. Los vecinos y vecinas no se atreven a dar una cifra, pero aseguran que son muchos, ya demasiados. Por ello, reclaman a la Administración que active todos los medios que sean necesarios para acabar con una incompresible “diversión” que ha provocado cuantiosos daños no solo al erario público sino también a vecinos y vecinas particulares, y pone en riesgo la propia vida de las personas.