Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya •  Actualidad •  08/07/2022

El Congreso da luz verde a la Ley que tipifica por primera vez el antigitanismo como delito de odio que conlleva una pena de uno a cuatro años de prisión

  •  Días pasados el Congreso de los Diputados dio luz verde, tras aprobar las enmiendas que venían de la fase de tramitación en el Senado, la Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación, conocida como ‘Ley Zerolo’, que tipifica por primera vez el antigitanismo como delito de odio.
El Congreso da luz verde a la Ley que tipifica por primera vez el antigitanismo como delito de odio que conlleva una pena de uno a cuatro años de prisión

En la presentación que el Congreso hace de la norma se especifica que «nadie podrá ser discriminado por razón de nacimiento, origen racial o étnico, sexo, religión, convicción u opinión, edad, discapacidad, orientación o identidad sexual, expresión de género, enfermedad, situación socioecónomica o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».

Una Autoridad independiente

Esta Ley contempla la creación de una Autoridad Independiente para la Igualdad de Trato y la No Discriminación, cuyo personal será, con carácter general, funcionario de carrera de las administraciones públicas o, en su caso, personal laboral procedente de organismos nacionales o internacionales con funciones en materia de igualdad de trato y no discriminación. Esta es una garantía frente a la intencionalidad de los diferentes gobiernos o fuerzas de orden público que pudieran minusvalorar las agresiones de que podamos ser objeto.

La nueva Ley tiene como objetivo prevenir y eliminar todas las formas de discriminación y contempla sanciones que van desde los 300 a los 500.000 euros. Del mismo modo que modifica el Código Penal para que, por primera vez, el antigitanismo esté tipificado como un delito, que conllevará una pena de uno a cuatro años de prisión.

Así defendieron la Ley las Diputadas Gitanas, y el Diputado gitano

“Decimos que nuestro Estado es tolerante, que en España somos diversos, que realmente hay un respeto por la diversidad. A mí me gustaría que mirasen a aquellas personas que únicamente por ser negros, por ser migrantes, por ser LGTBI, por
tener una discapacidad o por cualquier otro tipo de condición no son aceptadas para hacer una entrevista de trabajo. Es que ni siquiera se les mira si están capacitadas para ese puesto o no. No se les permite acceder a un bien o un servicio.
Incluso, señorías, ha habido casos donde se ha dicho que mejor que no entre este determinado grupo de población a una piscina porque podría contaminar el agua.

     Es imposible integrarte y formar parte de la sociedad si quieres alquilar y comprar una vivienda y simplemente por lo que eres te dicen que se prefiere que no haya este tipo de vecindario y que mejor busques otro sitio. Es imposible formar parte de la sociedad si me aglutinan en centros gueto y no me dan la misma igualdad de
oportunidades educativas que al resto. Esta es la sociedad que, en muchas ocasiones, no nos gusta mirar, pero esta es la sociedad que debe abordar una buena ley de igualdad de trato y no discriminación.

     Es que, Señorías, me parece surrealista que las mujeres gitanas vayan a un supermercado y no se quiten al guarda de seguridad de encima con esa presunción de que las mujeres gitanas robamos.”

  “Quienes trabajamos en el ámbito del derecho antidiscriminatorio sabemos que personas con distinta escala social se ven afectadas cuando quieren entrar en un bar, cuando quieren entrar en un piso, cuando quieren entrar en otro país, sin importar realmente el dinero que tengan, simplemente por tener una religión distinta, una cultura o una etnia distinta, una orientación sexual diferente. Por eso, hoy quiero poner en valor esta ley. Esta ley supone un avance, pero quedan cosas por hacer.

     Hoy tenemos que celebrar, pero también tenemos que exigir. Como decía el filósofo judío Levinas -y, por cierto, el viejo amigo Trotski-, la demanda a la democracia es permanente. La demanda de justicia es permanente. No podemos conformarnos con la aprobación de esta ley tal y como está. Obviamente, es una ley satisfactoria, pero tenemos que seguir avanzando en materia de reforma del estatuto de la víctima, en materia de reforma de la regulación de emigrantes, en materia de reforma de la ley de extranjería. Hay que seguir peleando y no darnos nunca por satisfechos.”

 “En esta sociedad, donde a veces hemos sido víctimas de una ausencia de valores éticos y morales, hemos estado durante muchos años atrás atentos a responder más a las necesidades de los poderes económicos, que nunca dan la cara, que nunca se someten a la votación del pueblo, pero que siempre están ahí presentes, manejando los hilos del destino de nuestra sociedad y perpetuando, precisamente, la brecha de la desigualdad y de la discriminación en este país, olvidando, en definitiva, que todos somos seres humanos y que nadie en sus casas y en sus familias es ajeno a sufrir discriminación e injusticia.

     Yo desde pequeña he sido una apasionada defensora como gitana de la igualdad, abriendo una tras otra las puertas que a los míos les han cerrado, como a otros colectivos y como a otras minorías, y luchando al lado también de Pedro Zerolo,
porque, precisamente, a todas estas personas viene a representar esta ley. En esta sociedad, donde a veces hemos sido víctimas de una ausencia de valores éticos y morales, hemos estado durante muchos años atrás atentos a responder más a las
necesidades de los poderes económicos, que nunca dan la cara, que nunca se someten a la votación del pueblo”.

Ha llegado la hora de recoger la cosecha

En 1985 pronuncié mi último discurso desde la tribuna del Congreso de los Diputados. A partir de ese momento vinieron 12 años más de actividad parlamentaria en el Parlamento Europeo. Durante esa época se produjo una severa sequía de voces gitanas tan solo mitigadas por las de Silvia Heredia Martín y de Juan José Cortés Fernández, ambos militantes del Partido Popular.

Hoy, al ver y oír a Sara, a Ismael y a Beatriz, desde la cúspide de mi larga vida (hace unos días cumplí 80 años) miro el futuro con la seguridad de que nadie podrá arrebatarnos ya el terreno conquistado.


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