Redacción •  Actualidad •  09/02/2017

La explosión en Flamanville muestra el peligro de la energía nuclear

La explosión se ha producido en la sala de máquinas de los reactores 1 y 2 de la central nuclear de Flamanville y ha provocado al menos cinco heridos, lo que muestra una vez la peligrosidad de la energía nuclear.

La explosión en Flamanville muestra el peligro de la energía nuclear

En la mañana de hoy se ha producido una explosión en la central nuclear de Flamanville (Francia), donde AREVA está construyendo un tercer reactor nuclear, de tipo EPR. Los controles de calidad que se toman en todo el complejo nuclear quedan en entredicho. Los reactores de Flamanville 1 y 2 se conectaron a la red en los años 1985 y 1986 respectivamente y son de tipo PWR, fabricados por la empresa francesa Framatome. La sala de turbinas donde se ha producido la explosión fue fabricada por Alstom.

Esta explosión se ha producido en la sala de máquinas, fuera de la zona nuclear. Esto no ha evitado que haya habido numerosos heridos, lo que pone de manifiesto el peligro de la energía nuclear. Las centrales nucleares son instalaciones muy complejas, con todos sus sistemas interconectados. Un fallo en uno de ellos puede dar lugar a un accidente severo con consecuencias radiológicas para el medio ambiente y la población. La explosión ha podido causar destrozos en sistemas vitales para la seguridad.

Eso fue lo que ocurrió en el accidente de Vandellós I (Tarragona) en 1989 y que condujo al cierre de la central. El accidente empezó con un incendio en la zona de turbinas que se propagó hasta el área nuclear. Estuvo a punto de provocar una fuga radiactiva a gran escala.

La explosión de Flamanville se produce cuando la Agencia de Seguridad Nuclear (ASN), el equivalente al Consejo de Seguridad Español (CSN), está inspeccionando una quincena de reactores franceses, lo que añade mayor incertidumbre al estado de seguridad de las nucleares francesas.

Estos hechos coinciden, a su vez, en plena polémica sobre la posible reapertura de la central nuclear de Garoña (Burgos), que está en condiciones deleznables, y con la posible prolongación del funcionamiento de la central de Almaraz (Cáceres) más allá de su actual permiso de explotación. Si en una potencia nuclear como Francia, con una muy exigente ASN, se producen estos sucesos, las centrales españolas entrañan aún mayor riesgo, dada la excesiva permisividad de nuestro CSN.

La lección a sacar es clara: la energía nuclear es peligrosa y los más sensato es prescindir de ella lo antes posible.


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