Redacción •  Actualidad •  11/09/2024

El cultivo de aguacate agrava el agotamiento de recursos hídricos y la degradación de suelos en la península ibérica

Ecologistas en Acción presenta la segunda edición del informe “El verdadero precio de los alimentos. La cara oculta de la agroindustria en la península. ibérica”, con un capítulo añadido sobre los impactos del cultivo del aguacate en la costa tropical de las provincias de Málaga y Granada. El estudio muestra que el modelo agrario hiperintensivo de aguacate que se ha instalado durante los últimos 15 años tiene repercusiones socioambientales muy negativas para estas provincias. La sobreexplotación de los recursos hídricos, la precarización del empleo y el aumento de las desigualdades sociales son tres de sus principales consecuencias. La organización hace hincapié en la necesaria transformación del modelo agrícola hacia uno agroecológico, más sano, justo, sostenible y local.

El cultivo de aguacate agrava el agotamiento de recursos hídricos y la degradación de suelos en la península ibérica
El modelo agrario hiperintensivo del cultivo de los frutos tropicales en las provincias de Málaga y Granada tiene graves impactos socioambientales, en particular el agotamiento de los recursos hídricos y la degradación y erosión de los suelos, así como la destrucción de un modelo agrario basado en explotaciones familiares cada vez más dependientes o supeditadas a la influencia de la entrada de fondos de inversión en la agricultura. Estas son las principales conclusiones del nuevo capítulo, «La provincia de Málaga y Granada: extractivismo agrario para el cultivo de frutas tropicales», del informe «El verdadero precio de los alimentos. La cara oculta de la agroindustria en la península ibérica», que Ecologistas en Acción presentó por primera vez en abril de 2024.
 
El capítulo que se presenta hoy recoge el caso del cultivo de aguacate en estas provincias y cómo están afectando a espacios con una gran biodiversidad que están protegidos sobre el papel como los ríos y humedales. Sin embargo, la expansión del cultivo intensivo del aguacate es un fenómeno generalizado que se observa cada vez más en otras regiones de la península ibérica, entre ellas el Campo de Gibraltar, en la provincia de Cádiz.
 
El regadío ilegal como acelerador de la crisis socioecológica
 
Se estima que entre el 30 % y el 40 % de la superficie total de regadío de 12.989,96 hectáreas en 2017 en la comarca de la Axarquía eran plantaciones ilegales. Unas plantaciones que sobrepasaban por encima de los 140 metros la superficie del Plan Guaro gracias a la profusión de pozos abiertos clandestinamente y la reventa de aguas por parte de comunidades de regantes.
 
También se observa que, posteriormente, la superficie de regadío ha seguido creciendo, incluso en plena sequía, de modo que la superficie de riego (legal e ilegal) ronda actualmente las 15.000 hectáreas, según declaraciones oficiales de la Junta de Andalucía. Algo que ha favorecido la expansión del aguacate, cuya superficie ha aumentado un 30 % en España desde 2018, según los datos recogidos en el informe.
 
Al mismo tiempo, el incremento del precio a un euro/kilo de aguacate que se produjo en las campañas 2010/2011 ha continuado al alza, alcanzando un máximo de 2,75 euros/kilo en la campaña 2020/2021, lo que ha provocado un aumento de la superficie.
 

Los impactos negativos del cultivo hiperintensivo del aguacate

Durante los últimos 50 años se ha observado una expansión en los cultivos tropicales, especialmente en la comarca de la Axarquía en la provincia de Málaga. Pero fue a partir de la crisis financiera de 2008 cuando muchas tierras y cultivos de seco de esta comarca fueron revalorizadas para el cultivo de aguacates y mango, dada el buen precio, alta demanda y buena comercialización en Europa.
 
Asimismo, la demanda de aguacate, considerado saludable, ha aumentado en toda Europa en los últimos años. Francia, seguida de los Países Bajos y Alemania, son los países que encabezan la lista de países importadores de aguacates.
 
En cuanto a los requerimientos para el cultivo del aguacate, el informe de Ecologistas en Acción muestra cómo los estudios sobre la huella hídrica del aguacate han demostrado que se necesitan 350,50 litros de agua de riego para producir un fruto con un peso medio de 350 gramos.
 
Así, mientras que las temperaturas de la costa tropical española son idóneas para este tipo de cultivos, las reducidas precipitaciones no se ajustan a las necesidades de riego de los cultivos subtropicales. Si, con suerte, caen entre 4000-6000m3/ha de lluvia, ya se entra en un déficit importante. Esto se ve agravado por la crisis climática.
 
Para la organización ecologista, la producción del aguacate tiene, por tanto, un precio alto: “El elevado consumo de agua para el riego del aguacate combinado con olas de calor, mayor evapotranspiración y periodos de sequía recurrentes, conduce a una gran sobreexplotación de los recursos hídricos, afectando restrictivamente a los ecosistemas fluviales y humedales costeros, así como a los acuíferos, salinizados por la entrada de agua de mar. Además, el agotamiento de los recursos hídricos está afectando el suministro público de agua a la población local que se ha visto confrontado con cortes de agua hasta de 12 horas en verano de 2023”.
 
A ello se añade el problema ecológico de los enormes movimientos de tierra durante la puesta en cultivo con maquinaria pesada y la erosión del suelo causada por la deforestación de las laderas para la implantación de cultivos, que se ve agravada por fenómenos climáticos extremos como las lluvias torrenciales.
 
El informe señala que esta degradación del suelo favorece la lixiviación progresiva de ventas minerales, lo que empeora la calidad del suelo y aumenta la necesidad de fertilizantes, acentuando el sistema agroindustrial intensivo de la región.
 
Por otro lado, los datos recogidos en el informe muestran que este modelo agroindustrial fomenta las desigualdades económicas en las regiones productoras y no favorece la creación de empleo: las rentas medias de las zonas agrarias son de las más bajas de España. La renta más baja es de 7.972 euros por persona y año en el municipio de Moclinejo, en la Axarquía, y de 7.625 euros/año en la costa granadina, en el municipio de Albuñol.
 
En cuanto al empleo, se estima que se contrata a una persona por cada cinco hectáreas de aguacates al año. En cambio, el cultivo de hortalizas a campo abierto emplea a unas 15 personas por cada cinco hectáreas. Este ejemplo demuestra que el modelo agroindustrial no solo crea menos puestos de trabajo, sino que concentra los beneficios económicos, de modo que solo una mínima parte beneficia a la economía local y al desarrollo rural asociado.
 
Un modelo en expansión
 
Ecologistas en Acción ha registrado que el caso del aguacate no se limita a las provincias de Málaga y Granada, que son los casos en los que se ha centrado el estudio. La producción agroindustrial del aguacate es un proceso expansionista que está alcanzando otras provincias, como la ya citada provincia de Cádiz, la de Huelva, llegando incluso al Algarve en Portugal por el oeste, ya Murcia y Alicante por el este.
 
En el caso de Cádiz, es llamativo el desarrollo en el Campo de Gibraltar, que se extiende desde la totalidad de la unidad fisiográfica del río Guadiaro hasta más allá del Pinar del Rey, poniendo en peligro estas zonas incluidas en la red Natura 2000. También avanza hacia la zona de la comarca de La Janda, encontrándose aguacates incluso en el ámbito de la laguna desecada.
 
La necesaria transformación del modelo agroalimentario
 
A la luz de los datos obtenidos en el informe, Ecologistas en Acción reiteran que es imprescindible transformar el actual modelo agroalimentario global por uno más sano, justo, sostenible y local: agroecológico, en suma.
 
Como afirma el biólogo Rafael Yus, portavoz de GENA-Ecologistas en Acción, “es preciso diversificar los cultivos, potenciar en estos lugares el seco, mejorar la eficiencia del riego mediante técnicas como el riego subterráneo, utilizar variedades de baja demanda de agua, forestar los taludes de los cultivos con arbustos autóctonos y asegurar el caudal ecológico que corresponda a los ríos”.
 
Elena Alter, portavoz de la organización ecologista, ha añadido: “Como medida inmediata, tenemos que poner fin a las transformaciones para regadío y eliminar los regadíos ilegales, obligando a restaurar el uso. Para encaminar hacia un sistema agroalimentario sostenible, tenemos que fomentar la diversificación de cultivos, facilitar e incentivar a agricultoras y agricultores la producción de cultivos tradicionales a través del pago de precios justos y repartir de manera equitativa los recursos básicos como lo es el agua que prioriza a la pequeña producción frente a los regadíos agroindustriales.”
 

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