Garzón reclama “valentía” a los partidos que desalojaron a la derecha del Gobierno para “seguir dando pasos” para no perpetuar los recortes y enfrentarse a la amenaza reaccionaria
- El coordinador federal de Izquierda Unida y portavoz de Unidos Podemos en la segunda jornada del debate de las enmiendas a la totalidad al proyecto de Presupuestos Generales del Estado señala en su intervención que “hay otros asuntos también relevantes objeto de discusión, pero no compartimos en absoluto que, aunque legítimos, sean prioritarios sobre la mejora de la vida de las familias trabajadoras”.
- Garzón: "Aunque puedo entender la conmoción que están viviendo los partidos independentistas estos días, no entiendo en qué ayuda al diálogo y a encontrar soluciones tumbar unos presupuestos sociales que benefician a las familias trabajadoras".
Miércoles, 13 de febrero 2019.
Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida y portavoz hoy en el Congreso de Unidos Podemos en la segunda jornada del debate en el Congreso de las enmiendas a la totalidad al proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2019, ha reclamado “valentía” a todas las formaciones políticas que se unieron para desalojar a la derecha del Gobierno y “seguir dando pasos” para que no se perpetúen los recortes y políticas neoliberales impuestas desde 2010 y consolidar la “alternativa clara que hay” frente a la amenaza reaccionaria.
En el turno de fijación de posición, Garzón se dirigió especialmente a los partidos independentistas de ERC y PDeCAT para que “reconsideren” su posición y permitan que se tramiten unas cuentas públicas que son “positivas para las familias trabajadoras” de todo el Estado “da igual que sean de Andalucía, de Madrid, de La Rioja o de Cataluña”.
“Comparto el dolor que pueden estar sufriendo -dijo a estas formaciones catalanas en alusión a sus dirigentes que están en prisión preventiva desde hace 18 meses-, entiendo aunque no comparta la causa que defienden, pero no termino de entender de ninguna manera cómo (ese rechazo a los PGE) ayuda o fortalece la causa del diálogo por la que apostamos la mayoría de este Parlamento”.
Resumió la cuestión asegurando que “no hay argumentos suficientes para devolver estos presupuestos”, además de que ello supondría, además, “hipotecar la mayoría progresista” del Congreso.
El máximo responsable de IU había iniciado su intervención reivindicando que este debate de Presupuestos incluye hablar de un “proyecto político” que “expresa el modelo de sociedad” que defiende cada grupo. Por ello, consideró que el debate debería girar “sobre temas como Educación, Sanidad, los Servicios Sociales” y reprochó a quienes, como PP y Ciudadanos, les habían dedicado un “espacio menor”.
Reconoció que “evidentemente, hay otros asuntos también relevantes objeto de discusión, pero no compartimos en absoluto que, aunque legítimos, sean prioritarios sobre la mejora de la vida de las familias trabajadoras”.
Alberto Garzón insistió varias veces en que el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2019 “son un buen primer paso para corregir una década perdida”, no suficiente, pero sí necesario para enfrentarse a los “retos de desigualdad que atraviesa España” y a los recortes que siguen vigentes.
A su juicio, los PGE marcan el “rumbo necesario” para acabar con la “socialización de las pérdidas” que impusieron los sucesivos gobiernos del Partido Popular.
Valoró que las cuentas que se debaten, pactadas en buena medida con Unidos Podemos en temas clave como la subida del salario mínimo (SMI) hasta los 900 euros, servirían para “revertir el empobrecimiento de los salarios del país”, además de avanzar en otras cuestiones como la mejora de la progresividad fiscal.
Pese a este apoyo, Garzón desgranó también sin complejos algunas de las cuestiones económicas que el Gobierno del PSOE ha dejado en el aire “por mantener el requisito ideológico de la estabilidad presupuestaria” que impone las instituciones europeas. Destacó entre ellas la necesidad de una reforma sustancial del sector eléctrico para conseguir reducir la factura de la luz, acometer la derogación de las reformas laborales o afrontar una decidida política industrial que, a día de hoy, está supeditada a los intereses de las multinacionales en sectores estratégicos, como se ha visto en el caso de Alcoa.