La ola de calor dispara la contaminación por ozono
Además de la mejora de la información, Ecologistas en Acción reclama restricciones del transporte y la industria para reducir la gravedad del actual episodio de alta contaminación.
La intensa ola de calor que está sufriendo la Península Ibérica desde el fin de semana está provocando que se disparen los niveles de ozono en el aire, por efecto combinado de las elevadas temperaturas y de las emisiones contaminantes del tráfico rodado, el transporte marítimo y aéreo y la mayor producción de electricidad en centrales térmicas, por el uso de aire acondicionado.
En la tercera parte de las 500 estaciones que miden ozono en España se está superando el objetivo establecido por la normativa para proteger la salud. Y en Andalucía, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura y Comunidad de Madrid llevamos ya casi una semana por encima del límite legal, ante la pasividad de las administraciones autonómicas y locales, que siguen sin elaborar los preceptivos planes de mejora de la calidad del aire respecto al ozono.
La máxima contaminación se ha registrado hasta el día de ayer en las estaciones barcelonesas de Tona y Vic y en las estaciones madrileñas de Algete, Coslada, San Martín de Valdeiglesias y Torrejón de Ardoz, así como en la estaciones burgalesa de Medina de Pomar y alavesa de Valderejo, muy influenciadas por la contaminación urbana de Barcelona, de Madrid y de Bilbao, respectivamente. En todas ellas se ha superado el umbral de información a la población, alcanzando un máximo de 194 microgramos de ozono por metro cúbico de aire, en Vic.
Solo parte del litoral cantábrico y las Canarias se están librando de momento del episodio de contaminación por ozono, lo que pone de manifiesto la importancia creciente del cambio climático en el agravamiento de las situaciones de elevada contaminación atmosférica en verano, por la progresiva mayor frecuencia, duración y virulencia de las olas de calor estivales.
El valor objetivo para la protección de la salud humana está establecido por la normativa en 120 microgramos de ozono por metro cúbico de aire, medidos en periodos de 8 horas, y no deberá superarse más de 25 días al año. Por su lado, el umbral de información a la población está fijado en 180 microgramos de ozono por metro cúbico de aire, como media horaria.
La previsión de la superación del umbral de información obliga a las autoridades autonómicas a advertir a las personas más sensibles a la contaminación atmosférica, tales como niños y niñas, personas mayores, mujeres gestantes o personas con problemas respiratorios o cardiovasculares, de que se protejan evitando en las horas centrales del día y a la caída de la tarde cualquier esfuerzo físico y los ejercicios al aire libre. También deben informar sobre la previsión de evolución de la contaminación, las áreas afectadas y la duración del episodio.
No obstante, la Junta de Castilla y León, la Generalitat de Cataluña, la Comunidad de Madrid y el Gobierno Vasco se han limitado a difundir avisos rutinarios una vez producidas las superaciones, que resultan insuficientes para proteger la salud de la población más afectada, como son las niñas y niños, las personas mayores, las mujeres embarazadas y las personas con enfermedades cardiorrespiratorias crónicas.
Por su lado, la superación del valor objetivo para la protección de la salud humana obliga a elaborar planes de mejora de la calidad del aire que reduzcan de manera estructural los niveles estivales de ozono, mediante la limitación de las emisiones contaminantes del transporte y la industria, especialmente en los días previos a episodios como el que estamos viviendo.
Ecologistas en Acción denuncia que ni el Gobierno central ni los gobiernos de las doce comunidades autónomas en las que en la última década se han incumplido los objetivos legales de ozono han elaborado los preceptivos planes de mejora de la calidad del aire para reducir este contaminante, y cuando formalmente los han aprobado (como en Castilla y León y Extremadura) dichos planes se han mostrado ineficaces por la falta de ambición en las medidas previstas.
El ozono troposférico, también conocido como ozono “malo” por contraposición al de la estratosfera, es un contaminante secundario producido por la reacción entre la luz solar y el dióxido de nitrógeno y los hidrocarburos emitidos por los automóviles y algunas industrias.
Por inhalación, provoca un incremento del riesgo de enfermedades respiratorias agudas y reducción de la función pulmonar, así como el agravamiento de patologías cardiovasculares. La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) estima entre 1.500 y 1.800 las muertes prematuras anuales en España producidas como consecuencia de la exposición a niveles de ozono como los registrados estos días. El ozono, además de para las personas, también es tóxico para la vegetación, daña los bosques y reduce la productividad de los cultivos.