Registradas alegaciones por la planta de biometanización de Villafranca de los Barros (Badajoz)
- Ecologistas en Acción de Extremadura denuncia la falta de transparencia de la Junta que no ha dado acceso público telemático limitando el acceso al expediente a una cita presencial en oficinas de la Junta en Mérida o del Ayuntamiento en Villafranca.
- La planta está al lado del arroyo de Bonhabal y sobre el acuífero de Tierra de Barros en una zona geológica de permeabilidad media, lo que implica un grave riesgo de contaminación de esas masas de agua en caso de lluvias torrenciales.
- Varias de las instalaciones que almacenarán residuos para alimentar la planta o residuos de salida, como digestato sólido y líquido no tendrán cubiertas por lo que se expandirán olores pestilentes por los alrededores.

Venimos asistiendo a un sinfín de proyectos de biometano por toda España, se nos presentan a modo de publirreportaje con muchos pros y pocas contras, exagerando los cálculos de reducción de emisiones, su circularidad, que convierten los residuos en maravillosos fertilizantes. ¿Qué ha cambiado para que algo que no era rentable, los residuos, ahora lo vaya a ser? Una primera razón es que tenemos muchos residuos que empiezan a ser tóxicos para nuestra supervivencia: plásticos, nitratos, disruptores endocrinos, metales pesados, purines, gallinazas, etc. No es exactamente que se tenga intención de volver a la circularidad, más bien es una respuesta desde el mundo de los negocios, de la tecnología, donde se va a poner dinero público de modo que los posibles inversores obtengan beneficios.
Aunque se presentan como ecológicas y circulares, las plantas de biogás generan residuos: tanto el biogás como el digestato son residuos que hay que depurar y/o limpiar antes de convertirse en biometano o un digestato limpio de bacterias que pueda utilizarse como fertilizante sin riesgos para la salud.
El proceso de purificación (upgrading) consiste en ir separando el metano (CH4 ) del resto a través de un sistema de membranas que van separando CO2, compuestos orgánicos volátiles, y resto de gases. Para separar el ácido sulfhídrico (SH2) se utilizan filtros de carbono activo. Este proceso de purificación, que es caro y complejo, deja unos restos (offgas): CO2 (98%), gases, ácido sulfhídrico, COVs, (compuestos orgánicos volátiles) que suponen un 1,4% de emisiones. Aunque esta cantidad parece pequeña hay que valorar que el metano produce un efecto invernadero 28 veces mayor que el del CO2, por lo que contribuyen tanto al calentamiento global, el sulfhídrico al mal olor, y los COVs a la formación de ozono troposférico y smog (una fusión entre “smoke” (humo) y “fog” (niebla) que es un tipo de contaminación compuesta por óxido de nitrógeno, gas metano, monóxido de carbono. El fenómeno implica una nube sucia que dificulta la visibilidad y podría provocar accidentes en la autovía de la Plata en días de niebla).

El stripping es un proceso de preparación de los residuos orgánicos y químicos para que haya una fermentación anaerobia más efectiva en los digestores, o bien un tratamiento adecuado del digestato. El stripping posterior consiste en la separación del digestato sólido del líquido y reducción del amoniaco, pasándolo por una corriente de ácido sulfúrico, convirtiendo el amoniaco en sulfato amónico. En la planta de Villafranca se habla de un stripping previo de la gallinaza, pero no dice si lo va a hacer con los purines.
Tanto los procesos de upgrading como los de stripping implican la utilización de grandes cantidades de sustancias químicas que desnaturalizan este supuesta circularidad. En conjunto prevén consumir 1.150 toneladas de ácido sulfúrico para producir 1.100 toneladas de sulfato amónico líquido. También más de 1.000 toneladas al año de carbón activado, cloruro férrico para contrarrestar parte del ácido sulfhídrico, que puede transformarse en sulfato de hierro.
Para analizar la circularidad habría que comparar la huella de carbono de un kilo de carne de cerdo y lo que se recupera en un proceso de Biometanización como el que se prevé en esta planta. Se estima que se emiten 3,5 kg de CO2 epor un kilo de carne de cerdo. En una granja de 2.000 cabezas de cerdo se crían unos 4.800 cabezas por año, a una media de 110 kg por cada animal, se emiten 1.832.846 Kg de CO2 e. Sin embargo, con el purín anual de estos cerdos en un proceso de biometanización, se recuperan solo 264.634 Kg de CO2 e, que supone apenas el 14% de la huella de carbono invertida en la producción de carne.
Vemos que circularidad o rentabilidad no hay, el balance de emisiones indica que debemos cambiar nuestro modelo alimentario. Sin embargo, en una huida hacia delante de crecimiento económico para beneficio de unos pocos, se buscan excusas-trampa, como no depender de Rusia, que nos ha cortado el gas, y la posibilidad de generar gas a través de purines y biomasa; implica ver los purines como aliados de la soberanía energética. Sin embargo, sustituimos la dependencia energética por la dependencia alimentaria de insumos agrarios de Brasil y Argentina y lo que conlleva de deforestación.
Y mientras tanto, se le propone a Villafranca de los Barros un proyecto, con tres puestos de trabajo, que pone en peligro sus masas de agua, que no garantiza que los depósitos y o balsas de cosustratos o de digestato líquido o sólido vayan a tener cubiertas que impidan el mal olor que es la queja principal a este tipo de proyectos, también habría que comprobar qué tipo de sustratos se procesa, su códigos LER y sí garantizan que vaya a ser adecuada la fermentación anaerobia, pues reconocen que “habrá que prevenir lixiviados en la medida de lo posible”. El conjunto de cuestiones no previstas lleva a pensar en malos olores y poca fiabilidad en este proyecto, que con un rendimiento de biometano del 57% de biometano parece poco rentable. Los depósitos y balsas abiertos, además de dejar salir olores pestilentes, permitirían que las lluvias persistentes produjeran desbordamientos, en un lugar que con permeabilidad media puede contaminar gravemente el acuífero de Tierra de Barros.