Ecologistas en Acción y ODG alertan sobre los impactos del desarrollo del hidrógeno como solución a la transición energética
- Ecologistas en Acción y el Observatori del Deute en la Globalització hacen público el informe ‘Hidrógeno: ¿la nueva panacea?’, donde concluyen que las propuestas planteadas por numerosas administraciones y empresas distan mucho de ser viables ambiental, económica y socialmente.
- El informe reivindica la necesidad de abordar la transición energética con un adecuado diseño de un mix energético, más allá del hidrógeno, en consonancia con los límites planetarios.
- También alerta del enorme riesgo de generar una burbuja del hidrógeno y de cómo las empresas están utilizando esta tecnología para un lavado verde de su actividad fósil.
En los últimos meses las noticias sobre grandes proyectos de producción de hidrógeno han inundado los medios de comunicación. Se ha presentado como la solución verde de la transición energética, pero menos del 1 % de la producción mundial de hidrógeno es de origen renovable. De acuerdo con datos oficiales, el 99 % de las 130 millones de toneladas de hidrógeno que se producen anualmente para procesos industriales se consiguen utilizando procesos de gasificación de carbón, lignito o gas natural. Tal y como se afirma en el informe de Ecologistas en Acción y el Observatori del Deute en la Globalització (ODG) ‘Hidrógeno: ¿la nueva panacea?’, la realidad del hidrógeno a día de hoy dista mucho de los objetivos de cero emisiones planteados para el hidrógeno verde.
Ante la imperativa necesidad de una transición energética que respete los límites biofísicos del planeta y ponga en el centro los intereses colectivos, el informe destaca algunas advertencias y conclusiones:
Una correcta descarbonización pasa por ordenar los usos y las tecnologías mediante una adecuada planificación. Es necesario efectuar los cálculos para ver qué cantidad de energía hay disponible y sobre qué tecnologías, adecuando esta cantidad y distribuyéndola desde los usos prioritarios. Es importante darle un papel realista al hidrógeno, ya que, si bien podría ayudar a descarbonizar sectores con complejidades o sustituir la demanda de hidrógeno fósil, esta tecnología no está exenta de impactos.
El modelo de transición energética debe recoger como pilares básicos la eficiencia, el ahorro y la bajada de consumo, reduciendo las necesidades energéticas y adaptándolas a la futura disponibilidad que será notablemente más baja que la actual, con una potencia disponible cuantitativa y cualitativamente menor. El modelo propuesto hasta ahora pretende continuar con el mismo consumo cambiando solamente el origen de la energía.
Las grandes empresas energéticas y lobbies fósiles están generando una narrativa para que el hidrógeno tenga un papel central en la descarbonización, y que sea el hidrógeno azul el que se desarrolle a gran escala por las limitaciones que presenta el hidrógeno verde. En el Estado español, Iberdrola, Endesa y Naturgy han solicitado casi el total de subvenciones otorgadas al Estado español para llevar a cabo su transición energética, proponiendo una parte significativa de las infraestructuras necesarias para cumplir con los objetivos marcados por la Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable para 2030.
El hidrógeno es el elemento que marcará las relaciones internacionales en la transición energética a nivel global. Los países y regiones del Norte global son los que tendrán mayor poder de influencia porque son los que están planificando su desarrollo a través de las estrategias y hojas de ruta del hidrógeno. En el caso de Europa, ha identificado el norte de África y el centro y sur del continente africano como regiones clave para la importación de este vector energético.
En palabras de Ecologistas en Acción y ODG, “los actores del libre mercado ya se están asegurando su parte del pastel y se corre el riesgo de generar una burbuja del hidrógeno”. Actores del mundo financiero, como Goldman Sachs, están empezando a elaborar informes con estimaciones de mercados del hidrógeno en diferentes regiones del planeta.
En el mapa geopolítico del hidrógeno, el Estado español sería un país de tránsito y/o de generación de hidrógeno para el norte de Europa, que serían los principales beneficiarios de este mercado. Proyectos liderados por las actuales empresas gasistas se están repartiendo el territorio para reconvertir grandes infraestructuras en polos de generación y transporte de hidrógeno.
Ante todo esto, el informe concluye que el desarrollo del hidrógeno debe plantearse en un escenario de transición hacia un modelo basado en la soberanía energética, en el que los individuos conscientes, las comunidades y los pueblos tomen sus propias decisiones respecto a la generación, distribución y consumo de energía, de modo que estas sean apropiadas a sus circunstancias ecológicas, sociales, económicas y culturales, sin afectar negativamente a terceros.