Redacción •  Actualidad •  21/10/2019

Análisis y propuestas más allá de la emergencia climática

  • Ante la situación de emergencia climática, Ecologistas en Acción ha reeditado su informe ‘Caminar sobre el abismo de los límites’.
  • El informe ofrece datos actualizados sobre el agotamiento de los recursos energéticos y materiales, así como los efectos del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad, al tiempo que ofrece alternativas hacia las que deberían ir encaminadas las políticas públicas para poder mitigar estos impactos.
  • Para mostrar esta situación de crisis sistémica y sus alternativas, la organización ecologista llevó a cabo el pasado 1 de octubre en Madrid el tour ‘Más allá de la emergencia climática: el colapso’, del que hoy se publica un vídeo resumen.
Análisis y propuestas más allá de la emergencia climática

Toda sociedad necesita, para organizarse y sostener la vida, un mínimo de recursos materiales y energéticos. A partir de ese ‘suelo’ básico caben distintas formas de gestión y organización social, más o menos justas. Asimismo, el entorno físico, los recursos materiales y los energéticos disponibles establecen un ‘techo’, más allá de los cuales ningún sistema socioeconómico puede desarrollarse. Las llamadas sociedades industriales se han articulado de espaldas a estos límites, expandiéndose continuamente, colonizando todo el planeta y cada vez más ámbitos de la vida social.

Para mostrar esta realidad y ver cómo afrontar una situación de colapso ecológico, social y económico, Ecologistas en Acción ha publicado la versión actualizada de su informe ‘Caminar sobre el abismo de los límites’, en el que se recogen datos publicados en los últimos meses por la comunidad científica.

En sus páginas se abordan las causas y los efectos de una situación de descenso drástico de acceso a minerales fósiles, agua o alimentos, las consecuencias ante el declive de los ecosistemas, la alarmante pérdida de biodiversidad (el IPBES señala que cerca de un millón de especies entre animales y plantas se encuentran al borde de la extinción como consecuencia de las actividades humanas) o el punto de no retorno frente al cambio climático.

Asimismo, en el informe se presentan los sectores desde donde se pueden generar alternativas, desde la economía social y solidaria, la economía feminista o el bien común, que minimicen estos impactos y nos permitan adaptarnos a este nuevo escenario.

El informe señala que urgen transformaciones profundas y compromisos políticos sin precedentes para hacer frente a las peores consecuencias del colapso y, más aún, ante el auge de propuestas de marcado corte xenófobo a ambos lados del Atlántico. Vivir en un planeta de recursos finitos que han alcanzado sus techos de explotación, disponibilidad y acceso, conduce a un escenario de escasez donde la reducción del consumo y la distribución justa y equitativa de los bienes comunes naturales se plantea como el gran reto de nuestro tiempo y la mejor de las apuestas.

Un tour por el ‘Madrid del colapso’

Para mostrar cómo la situación de crisis global actual incide en la vida de una ciudad y presentar diferentes proyectos alternativos que la abordan, Ecologistas en Acción organizó el pasado martes 1 de octubre una visita a cuatro puntos de Madrid donde se abordaron los sectores clave en el desarrollo y declive de nuestras sociedades petrodependientes:

1. Energía. En la actualidad, nuestro modelo energético se muestra completamente insostenible, ya que es tremendamente dependiente del petróleo y otros combustibles fósiles, cuya extracción tiene altísimos costes ambientales y sociales, principalmente en los países del Sur global. Además, todos los estudios indican que nos dirigimos hacia el cénit de las fuentes de energía no renovables que se une al descenso de la tasa de retorno energético (TRE), el cociente entre la energía obtenida y la energía invertida para ello.

Ante este horizonte, plantear la sustitución de unas fuentes de energía no renovables por otras es difícil, pero precisamente por la urgencia de la situación, más que nunca se vuelve imprescindible apostar por un nuevo modelo energético sustentado por energías renovables y que responda a la premisa de justicia social y ecológica. Asimismo, es necesario avanzar con celeridad hacia una economía descarbonizada donde la ciudadanía sea partícipe de la energía producida y consumida.

2. Alimentación. El modelo de agricultura industrial que, a partir de los años 1960 se ha extendido en todo el mundo, se ha basado en la introducción masiva de petróleo, fósforos de origen mineral, fertilizantes químicos, pesticidas y maquinaria industrial, en la producción de alimentos.

Además, la introducción masiva del petróleo ha convertido al sector primario, contra toda lógica, en un sumidero de energía y tiene fuertes impactos sociales. Sobre todo en sociedades campesinas y rurales que han visto cómo se transforma su modelo de producción de subsistencia en un modelo de monocultivos derrochador y devastador para los suelos y para las comunidades humanas (sobre todo de los países sometidos a dinámicas de extractivismo neocolonial, los llamados países del Sur global). En contraposición, se ponen en el centro las propuestas que la agroecología lleva defendiendo desde hace ya más de tres décadas.

3. Vivienda. El modelo de vivienda convencional está basado en el hormigón armado y el ladrillo, que son fuertemente dependientes de combustibles fósiles en su fabricación. En el contexto español, la vivienda se ha convertido en un bien claramente sobredimensionado (263.000 viviendas vacías en la Comunidad de Madrid). Esto produce que la entrada en la Comunidad de Madrid de materiales para la construcción fuese de 10,4 millones de toneladas en 2015, solo por detrás de los alimentos y las manufacturas. Unas tasas claramente por encima de la capacidad de reposición ecosistémica.

Además, este es un modelo claramente excluyente, con un acceso a un bien básico como la vivienda muy complicado para una parte importante de la población (el porcentaje que la renta de la casa representa sobre lo que las personas inquilinas ingresan mensualmente es de del 49,1 % de media) y está controlado por el sector bancario y financiero. Ante este escenario urge apostar por modelos ecológicos y socialmente responsables, más allá del modelo de propiedad privada, como es el caso de Entrepatios, que construye desde el tejido comunitario lazos para una vida más consciente y en común, .

4. Agua. Las grandes ciudades como Madrid son grandes consumidoras de un bien básico para la vida: el agua. Por lo tanto, necesitan grandes infraestructuras cuyo mantenimiento requiere de una considerable inversión energética. El crecimiento urbanístico de la ciudad y la región no ha sido planeado para el ahorro de agua, de hecho no se habla de un límite de población en los que se pueda garantizar los recursos que ésta necesita. Así, la dinámica desde los años 60 ha sido construir urbanizaciones con usos despilfarradores, grandes centros empresariales y comerciales o campos de golf.

Madrid también es un gran emisor de aguas residuales que deterioran los ríos: el 40 % del agua que sale de la Comunidad de Madrid son aguas grises que han pasado previamente por la depuradora. Esto da idea del sobreuso de este recurso básico donde no hay separación de aguas pluviales y residuales y donde no se está abordando la depuración de todos los contaminantes del agua, como por ejemplo los alteradores hormonales.

Frente a esta dinámica, las propuestas para fortalecer los ecosistemas deben pasar por recuperar los valores ecológicos de los ríos urbanos. Propuestas como la renaturalización a partir de la eliminación del represamiento, la creación de orillas e islas y la repoblación con vegetación autóctona que genere los ecosistemas asociados al río son decisivos para incrementar la biodiversidad. Sin estas condiciones no podremos tener acceso a un agua de calidad.

Vanessa Álvarez, portavoz de Ecologistas en Acción: “Como sociedad tenemos ecodependencias muy marcadas que, en un escenario de emergencia climática y social de este calado, nos coloca en una situación de vulnerabilidad. Pero no quiere decir que no se puede hacer nada. Estamos en un momento histórico apasionante, con muchas posibilidades abiertas; los colectivos sociales y ecologistas podemos conseguir que se tomen las políticas adecuadas y se redirija el camino que estamos siguiendo”.
 


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