Alianza Verde lanza sus propuestas energéticas ante la actual crisis como «una oportunidad para acelerar las políticas que apuestan por una mayor soberanía energética»
Las propuestas de Alianza Verde coinciden con un debate trascendental en el que Europa debe resolver cuestiones decisivas en política energética. El pasado 11 de marzo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen anunció que «a finales de marzo, la CE presentará opciones para desligar la subida de precio de la electricidad de la del gas«.
Comunicado
La invasión rusa de Ucrania ha generado un conflicto con enormes derivadas energéticas. El cambio climático es una realidad que, pese a las evidencias que repetidamente nos han llegado desde el mundo de la ciencia, nuestra sociedad, más en concreto nuestra clase dirigente, no ha querido ver, ni actuar sobre ella en consecuencia. El agotamiento de la energía barata está extendiendo los impactos sociales de esta crisis.
Ahora la guerra a la que ha dado lugar la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha venido a poner, como si de un episodio inesperado se tratara, la crisis energética en un lugar preferente de todas las agendas; las económicas, las sociales y las políticas. Vamos tarde, estábamos advertidos.
En contra de la deriva que había adoptado la Comisión Europea con su Taxonomía Energética, en la que avalaba como verdes la energía nuclear y el gas, la situación actual plantea un escenario completamente nuevo. Ahora mismo la forma más rápida de reducir esa dependencia energética es apostar por el ahorro energético, la eficiencia y las energías renovables. Sobre el gas hay poco que añadir ante la situación que vivimos, y el debate de las nucleares no tiene sentido hoy, ya que no es una alternativa que pueda llegar a tiempo en todo caso.
La extrema derecha ha querido aprovechar la situación, y el descontento social creado por la Subida de los precios, para avanzar en su agenda antiecologista, y echar por tierra las políticas climáticas. Sin embargo, los hechos son tozudos, y precisamente la situación pone en valor el proceso de transición energética que hasta ahora se había puesto en marcha. La alternativa pasa por la eficiencia energética y las energías renovables. No hay más. De hecho, estaríamos mucho más avanzados si iniciativas de la derecha como el impuesto al sol no hubieran frenado el desarrollo renovable en nuestro país.
La preocupación por el elevado precio de la electricidad obliga al Gobierno a adoptar medidas urgentes. Y la nueva posición de la Unión Europea es una oportunidad para hacerlo en el corto plazo.
He aquí algunas medidas que consideramos necesarias y que deben tomarse en el momento actual para hacer frente a la crisis de precios, y a la necesidad de reducir la dependencia externa.
En primer lugar, en lo referido al mercado eléctrico:
Es tan urgente abaratar la electricidad como empezar a reflexionar sobre el mejor diseño regulatorio del mercado eléctrico para avanzar en la transición ecológica. La mejor garantía para que nuestra energía sea limpia, segura y asequible, fortaleciendo además nuestra economía, el gas debe quedar fuera del mercado marginalista de manera inmediata. Es inaceptable que el precio del gas este marcando el precio de la energía sea cual sea la fuente de la que proviene esa energía. Esta demanda ya la habíamos puesto sobre la mesa hace meses, pero es hora de acelerar esta modificación del mercado eléctrico.
Acelerar la aprobación de Propuesta de Ley que aborda el recorte de los beneficios caídos del cielo. Nuevamente el cambio en la UE facilita que esta PL pueda tramitarse rápidamente.
Por otro lado, la propuesta del gobierno de topar los precios en 180€/MWh nos parece inadecuada, por los siguientes motivos que compartimos con organizaciones como Economistas frente a la Crisis. Entre otras consideraciones:
Es prioritario quebrar las expectativas inflacionistas que alimentan la propia inflación. Esta espiral letal no se corta con un precio máximo en el mercado eléctrico de 180€/MWh. Además, fijar un precio máximo de 180€/MWh podría crear distorsiones en el mercado y consolidaría una injustificada retribución a la generación eléctrica.
Un precio de 180€/MWh:
Multiplica por 4 la media de precios de la década anterior.
Multiplica por 2.5 el precio implícito en el RD 17/2021 de septiembre pasado.
Genera márgenes del 700% y del 1.000% a nucleares e hidroeléctricas.
Establecer un precio máximo a 180€/MWh es, en estos momentos equivalente a regular el precio del mercado mayorista. Puestos a regular, ¿por qué a 180€/MWh, y no a 75€/MWh o a 45€/MWh, o a precios que reflejen mejor los costes de las distintas tecnologías?
Con un precio fijo, el mercado deja de jugar su papel. ¿Cómo se va a gestionar la explotación de los recursos hidroeléctricos sin la señal de precios? ¿Y el almacenamiento?
¿Y las centrales de gas y carbón, de costes superiores a 180€/MWh, tendrán que cerrar? ¿O van a ser compensadas y en su caso cuánto y cómo y de dónde? ¿Es políticamente defendible compensar a las mismas empresas que con otras centrales están obteniendo tales tasas de beneficio? Es tan urgente abaratar la electricidad como empezar a reflexionar sobre el mejor diseño regulatorio del mercado eléctrico para avanzar en la transición ecológica. Será la mejor garantía para que nuestra energía sea limpia, segura y asequible, fortaleciendo además nuestra economía.
Estas medidas deben tener un efecto inmediato sobre el precio de la energía, favoreciendo con ello la tranquilidad de los consumidores y garantizando la actividad industrial.
Por otro lado, debemos en nuestro país acelerar el proceso de transición energética hacia un modelo basado en las fuentes renovables, el ahorro y la eficiencia energética. Para ello uno de los elementos que puede agilizarlo es aplicar cuanto antes el artículo de la ley del clima que instaba a la revisión de objetivos antes de 2023.
El cambio climático no ha desparecido. Sigue siendo un problema acuciante. Los últimos datos de temperaturas globales muestran un agravamiento de la tendencia al calentamiento. El informe del IPCC nos volvió a recordar hace unos días la necesidad de actuar.
En definitiva, la actual crisis creada por la invasión de Ucrania no debe verse como una amenaza contra el proceso de transición energética. Al contrario, es una oportunidad para acelerar las políticas que apuestan por una mayor soberanía energética. Para ello debe acelerarse el abandono de los combustibles fósiles que, recordémoslo, es imprescindible para hacer frente también al cambio climático.