Denuncian la falta de sensibilidad ambiental y la mercantilización de las zonas verdes que suponen los espectáculos lumínicos navideños
- Ecologistas en Acción Madrid denuncia la mercantilización de los espacios verdes que promueven el Ayuntamiento de Madrid y la Universidad Complutense.
- Recuerda los efectos negativos de estos eventos sobre la biodiversidad.
- Evidencia el lavado verde que se esconde tras los patrocinios.
- Exige otro modelo de uso y disfrute de las zonas verdes de la ciudad.
Un año más, con la llegada de la Navidad, al menos tres grandes espacios verdes de Madrid: el Parque Tierno Galván, el Parque Juan Carlos I y el Real Jardín Botánico de Alfonso XIII, se destinarán a diferentes espectáculos lumínicos gestionados por empresas privadas que supondrán daños a la biodiversidad de los mismos.
De nuevo el Ayuntamiento de Madrid organiza el espectáculo conocido como Naturaleza Encendida junto con la productora LetsGo. En esta ocasión se emplazará por primera vez en el Parque Tierno Galván. Si bien en años anteriores el show se había asentado en un entorno aún más sensible desde el punto de vista medioambiental como es el Real Jardín Botánico de Madrid, tras la presión social y el cambio en la directiva del Botánico, podría considerarse un pequeño éxito la modificación de la ubicación. Sin embargo, el ayuntamiento ha trasladado el problema a otro emplazamiento.
El Parque Tierno Galván viene siendo un espacio verde de la ciudad de Madrid sistemáticamente ocupado por iniciativas privadas que impiden a los vecinos de la ciudad su libre disfrute durante una parte considerable del año. Ejemplos de esta ocupación son entre otros el Festival Tomavistas, el Brunch Electronik o el Candlelight. Durante los próximos dos meses, a partir del 21 de noviembre, el lugar será de nuevo explotado por la empresa LetsGo. Entre los patrocinadores del evento estarán las multinacionales REPSOL y HYUNDAI. Durante las Navidades pasadas LetsGo fue responsable, en colaboración con el Ayuntamiento, del desastre organizativo del espectáculo ARTICUS, celebrado en otro icónico espacio público y verde, como es la Casa de Campo. Dicha productora es también la gestora de los espectáculos en el espacio de Ibercaja Delicias, situado sobre terrenos públicos de uso dotacional en Arganzuela y colindante con el Parque Tierno Galván, y contra cuya explotación vienen manifestándose las Asociaciones Vecinales de Arganzuela.
El Ayuntamiento suma este año a la ocupación navideña el parque Juan Carlos I, donde se anuncia otro espectáculo lumínico cuya excusa son de nuevo las figuras animales, BRILLAZOO, adueñándose durante 52 días de una gran extensión para ofrecer un recorrido kilométrico alumbrado con más de 500 figuras y publicitando una zona de restauración con calefacción. En este caso el patrocinador es El Corte Inglés.
En paralelo, en el Real Jardín Botánico de Alfonso XIII se celebrará otro festival navideño durante 37 días, en otra exaltación de sonidos y luces, en este caso el también ya conocido “Manantial de los sueños”. Entre los patrocinadores del evento figuran la multinacional Coca Cola y la marca Solán de Cabras (grupo Mahou-San Miguel). En este caso es la Universidad Complutense la organizadora del acontecimiento. Este show reincide en el concepto “sostenavilidad”, un confuso lema comercial, por el que se publicitan aspectos sostenibles de escaso alcance cuando, como ya denunciamos en su momento, la celebración del pasado año supuso daños a la flora, fauna e instalaciones del jardín botánico. Recordemos que este espacio soporta también la presión durante los veranos de las célebres «Noches del Botánico».
Ejemplos muy recientes de espectáculos organizados por el Ayuntamiento de Madrid, carentes de la sensibilidad necesaria con la biodiversidad de las zonas verdes o con los problemas de movilidad de la capital han sido el promovido por Madrid In Game de 300 drones sobrevolando el lago de la Casa de Campo durante la noche del 12 de octubre pasado o el festival LuzMadrid, una de cuyas localizaciones elegidas fue un área de alto valor ambiental como es el estanque del Retiro.
Ecologistas en Acción insiste en el negativo impacto que suponen para la fauna y flora las instalaciones de cableados kilométricos, miles de luces, casetas de restauración y la masificación consecuente de los espacios. Recuerda que existen numerosos y recientes estudios que analizan estos efectos.
Así recalca la importancia de la investigación de Alicia Pelegrina López, doctora en Ciencias Ambientales por la Universidad de Granada, que analiza las causas y consecuencias de la contaminación lumínica que, aun pasando tan desapercibida, afecta a nuestros ecosistemas y a nuestra propia salud. Hay que tener en cuenta que el 30% de los vertebrados y el 60% de los invertebrados son nocturnos. Añade que existen considerables publicaciones en los que se demuestra que la contaminación acústica y lumínica afecta al sueño, la regulación hormonal y la capacidad de orientación de las aves. Además, desde 2019 múltiples trabajos científicos señalan que la luz artificial también afecta negativamente a los insectos, siendo uno de los factores clave en el descenso de su población. La vida vegetal tampoco es indiferente a la contaminación lumínica. Recientes investigaciones demuestran que la exposición continuada a luz artificial provoca en las plantas alteraciones en sus redes tróficas, floración y crecimiento.
La organización ecologista también señala que las asociaciones de grandes multinacionales, líderes en sectores como la automoción o los combustibles fósiles, a dichos eventos constituyen campañas de GreenWashing (lavado verde). También destaca que el consumo energético que suponen estos shows nada tiene que ver con la sostenibilidad ni con la actual situación de emergencia climática que vivimos a nivel mundial. Ecologistas en Acción demanda a las instituciones públicas que gestionan los espacios afectados, como son el Ayuntamiento de Madrid y la Universidad Complutense, que apuesten por otro modelo que no suponga la pura mercantilización de los lugares, ni la explotación de los mismos sin atender a su valor medioambiental, que busquen espacios alternativos que no impliquen daños a la biodiversidad y que asuman con sinceridad criterios sostenibles y consideren las necesidades de los vecinos de Madrid a la hora de programar el uso de estas zonas.