Unidas Podemos vota en contra de una propuesta de la PAC «sin compromisos sociales y medioambientales»
- “Lamentablemente, esta PAC solo tiene un bonito envoltorio verde. No va a servir para alcanzar los objetivos medioambientales y de conservación de la biodiversidad de la UE, y puede darle la puntilla a la agricultura traidicional y a las pequeñas explotaciones», explica Mª Eugenia R. Palop.
- Para Sira Rego, sólo hay una cosa clara: «Los señoritos del barrio de Salamanca en Madrid seguirán siendo los que más fondos europeos reciban, mientras ven desde el sofá cómo nuestros pequeños agricultores se dejan la espalda en el campo».
Tras escuchas las demandas de multitud de organizaciones agrícolas y ecologistas, y después de una semana de votaciones en las que la Política Agrícola Común (PAC) se ha ido vaciando de exigencias sociales y medioambientales, la coalición Unidas Podemos (Podemos, IU y En Comú Podem) ha votado ‘no’ a la posición adoptada este viernes por el Parlamento Europeo.
El pasado martes, cuando la cámara empezó a fijar su posición respecto al texto presentado por la Comisión Europea en 2018, Mª Eugenia R. Palop alertó de que los acuerdos alcanzados “entre bambalinas” por populares (EPP), socialistas (S&D) y liberales (Renew) apuntaban hacia una PAC “escasamente redistributiva y que diluye las exigencias medioambientales”. Este viernes, la sospecha de una PAC hueca se ha hecho realidad. El texto aprobado no satisface las demandas de Unidas Podemos sobre justicia en el reparto, definición clara y financiación suficiente de las prácticas medioambientales, y condicionalidad social y laboral de los fondos.
Entre las ausencias más graves está el rechazo al capping o pago máximo de 60.000 euros, teniendo en cuenta que solo el 2% de los beneficiarios reciben más de esa cantidad. S&D, Los Verdes y el GUE/NGL defendían esta propuesta, pero populares y liberales han logrado establecer el tope en 100.000 euros. “Los ricos seguirán cobrando de la PAC”, ha resumido Rodríguez Palop.
Además, aunque sobre el papel esta PAC tenga una arquitectura verde basada en los nuevos ‘ecoesquemas’ (incentivos para las prácticas ambientales), ni su dotación económica será suficiente (un 20% de los fondos del primer pilar, frente al 30% que proponía Unidas Podemos), ni las condiciones para acceder a estos fondos garantizan que realmente sirvan para desarrollar una agricultura más ecológica.
Por último, ninguna de las enmiendas de condicionalidad laboral presentadas por varios grupos políticos (S&D, Los Verdes y el GUE/NGL) han salido adelante. Es decir, que una ajustada mayoría del Parlamento ha rechazado que los fondos estén vinculados al respeto a los derechos laborales de las personas que trabajan en el sector, y cuyas condiciones de remuneración, alojamiento, salud y protección social a menudo no cumplen unos estándares mínimos.
«Hemos pedido que se adapte la PAC a los objetivos climáticos que se ha marcado la UE y esta propuesta no nos ayudará a cumplir el Pacto Verde Europeo. Hemos pedido que se ajuste el techo máximo de ayudas directas en favor de los pequeños productores y esta propuesta sigue premiando a los grandes tenedores de tierra y a las corporaciones agrícolas. Hemos pedido normas más estrictas para mejorar las condiciones laborales de las personas que trabajan en el campo y esta PAC continúa la línea de la precariedad. Hemos pedido medidas específicas para romper la brecha de género y combatir la despoblación y nos encontramos en esta nueva PAC una mera declaración de principios”, ha resumido Sira Rego. “Con esta PAC, que rechazamos, solo hay clara una cosa: los señoritos del barrio de Salamanca en Madrid seguirán siendo los que más fondos europeos reciban, mientras ven desde el sofá cómo nuestros pequeños agricultores se dejan la espalda en el campo”, ha subrayado.
“Lamentablemente, esta PAC solo tiene un bonito envoltorio verde. No va a servir para alcanzar los objetivos medioambientales y de conservación de la biodiversidad de la UE, y puede darle la puntilla a la agricultura traidicional y a las pequeñas explotaciones. La definición de los ecoesquemas, por ejemplo, es demasiado vaga y puede servir para hacer un greenwashing al agronegocio. Estos esquemas serán obligatorios para los Estados y voluntarios para los agricultores, pero lo importante es cómo se van a concretar en cada país, y eso dependerá del signo de cada gobierno. Es una fórmula que no queda atada y que por ejemplo considera que la agricultura de precisión y la digitalización son ‘automáticamente’ prácticas ecológicas, cuando no siempre es así”, explica Mª Eugenia R. Palop. “Lo que se contempla para los jóvenes es escaso, y ya sabemos que no habrá digitalización del campo si no hay relevo generacional. Sobre el enfoque de género de la PAC, lo que recoge el texto es demasiado genérico como para tener una incidencia real”, ha añadido.
Desde hace meses, la exclusión de la izquierda europea (GUE/NGL) y de Los Verdes (Greens/EFA) de la negociación no auguraba nada bueno. Además, el adelanto de la primera sesión de voto y la imposibilidad de votar parcialmente las enmiendas (split voting) han puesto en entredicho la discusión democrática de una de las políticas más importantes de la Unión Europea por su dotación económica (una tercera parte del presupuesto) y su impacto (solo en España hay más de 725.000 beneficiarios). “Es probable que el texto definitivo de la PAC sea menos verde aún, puesto que la división del Parlamento y la exclusión de grupos importantes nos debilita de cara a la negociación con el Consejo y la Comisión”, ha lamentado Rodríguez Palop.