El emisario submarino que Black Dragon Gold planea para la mina de oro de Salave supone un riesgo para la pesca en el occidente asturiano
Las cofradías rechazan de manera tajante la construcción de la infraestructura propuesta por la minera australiana y su filial española (Exploraciones Mineras del Cantábrico), que expulsaría agua del interior de la mina a 800 metros de la costa y 17 metros de profundidad.
Tras la reunión mantenida este enero entre Adolfo García, presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de Asturias tras entrevistarse con el vicepresidente del Principado, Juan Cofiño, el representante del sector del mar ha considerado que la afección es tal que racionalmente «no será posible» que el proyecto salga adelante por su grave afección al medio marino. Cofradías como la de Tapia de Casariego, Luarca (Valdés), Puerto de Vega (Navia) y Viavélez (El Franco) ya habían mostrado desde hace meses su rechazo tajante al proyecto de Black Dragon Gold en el occidente asturiano.
Para la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies resulta inaceptable el mero planteamiento de un proyecto como Salave al permitir la contaminación del ecosistema «como si el mar fuera infinito». En este sentido consideran que «el mar no puede ser un basurero eterno, ni tiene capacidad para depurar todas las aguas contaminadas que le llegan».
Ecologistas en Acción cuestiona por su parte la calidad de las aguas que la minera pretende derivar al mar desde dicho emisario porque la empresa está utilizando muestras de caracterización que utilizan sondeos de bajas concentraciones en arsénico, pretendiendo así minimizar la apariencia de impacto ambiental que luego podría ir variando en función de sus necesidades sin ningún tipo de control.
Finalmente la Plataforma Oro No, asociación que lucha contra el proyecto minero desde sus inicios, advierte que el occidente asturiano tiene mucho más que perder no sólo en el ámbito pesquero, sino en todo el sector primario de la zona. «La coartada del empleo y la generación de riqueza es falsa» pues «se concentra la riqueza en unas pocas manos de propietarios e inversores» creando al mismo tiempo «un puñado de trabajos mal pagados, durante poco tiempo y habitualmente a través de subcontratas de otros países o regiones que en absoluto compensan la destrucción de la economía de la zona poniendo en riesgo el presente y futuro de toda una comarca de vive de la ganadería, pesca y turismo».