Redacción •  Actualidad •  26/05/2022

Ecologistas en Acción exige alternativas reales ante la crisis ecológica y el agotamiento de los minerales fósiles

  • Ecologistas en Acción ha publicado un informe donde describe cuatro alternativas actuales, concretas, viables y deseables para la transición ecológica en el contexto de crisis climática y colapso ambiental y energético.
  • Las experiencias abordan algunos de los sectores más importantes para el sostenimiento de la vida —alimentación, vivienda, cuidados y energía— y son susceptibles de crecer y replicarse.
Ecologistas en Acción exige alternativas reales ante la crisis ecológica y el agotamiento de los minerales fósiles

Nos encontramos en una crisis ecosocial global sin precedentes. Ecologistas en Acción, que ha sintetizado este diagnóstico en un informe anterior y analizado las implicaciones para el empleo de realizar las reducciones necesarias de las emisiones de gases de efecto invernadero, realiza ahora propuestas para encarar esa situación al tiempo que se garantizan vidas dignas en paz con el planeta. El informe Alternativas ecosociales para colapsar mejor describe cuatro ejemplos concretos y viables que ofrecen alternativas en algunos de los ámbitos más importantes para el sostenimiento de la vida: la alimentación (Iniciativa agroecológica en el municipio de Urduña), la vivienda (Cooperativa Cal Cases), los cuidados (Cooperativa A3calles) y la energía (Comunidad energética Alumbra).

La selección de las iniciativas busca una diversidad amplia que ilustre la riqueza del ecosistema de alternativas ya existente. Por un lado, las alternativas recorren casi todo el territorio peninsular, desde Andalucía (Alumbra), al País Vasco (Urduña), pasando por Madrid (A3calles) y Cataluña (Cal Cases). Algunas de las alternativas estudiadas han decidido situarse en espacios urbanos (A3calles), mientras que otras se entienden como parte del mundo rural (Cal Cases, Urduña y Alumbra).

Por último, se recogen alternativas que parten de las instituciones locales (Urduña), otras que surgen desde colectivos sociales y crean asociaciones público-comunitarias (Alumbra), iniciativas que nacen como autónomas pero tienen la pretensión de ser financiadas por fondos públicos (A3calles), y proyectos autónomos que optan por la construcción de una independencia simultánea del estado y el mercado (Cal Cases).

Todas estas experiencias son susceptibles de un escalado vertical (crecimiento) u horizontal (reproducción) y son laboratorios de cómo una gran parte de la población puede vivir de otra forma. Por tanto, tienen el potencial de transformar nuestras expectativas de lo que una vida deseable puede llegar a ser.

A continuación se enumeran las principales conclusiones del informe:

A pesar de la diversidad de experiencias, todas ellas comparten claves comunes: proyectos colectivos que dan centralidad a la comunidad, el apoyo mutuo, la justicia y, por supuesto, la sotenibilidad.

Las alternativas rurales muestran una mayor potencialidad de avanzar en autonomía, especialmente material, pero en el presente tienen una importante dependencia de los mundos urbanos, sobre todo en la adquisición de recursos económicos. De aquí se desprende la necesidad de seguir reforzando la construcción de autosuficiencia económica, que no puede ser de cada proyecto en solitario, sino fundamentalmente mediante la construcción de redes con una escala media.

La relación con la comunidad es más sencilla en los entornos rurales que en los urbanos. En estos últimos, se recurre a “cuartear” la ciudad para intentar crear entornos más asequibles.

Las experiencias vascas y catalanas, no por casualidad, son las más desarrolladas. Esto muestra cómo el tejido social previo es determinante, pues permite encontrar la masa crítica de personas que puedan llevar a cabo proyectos ambiciosos y el apoyo colectivo para que esto sea posible.

La construcción “hacia adentro” de las iniciativas no es suficiente, sino que se tiene que compatibilizar con la construcción de sociedades ecosociales.

Las experiencias requieren tiempo y esfuerzo para poder desarrollarse con profundidad. Este tiempo se puede acortar con apoyo de las instituciones públicas (financiero, legislativo, políticas públicas).

Esta senda conlleva varios riesgos. Uno de ellos es que la opción se vincule a una opción política determinada. Ante esto, la estrategia ha sido generar acuerdos transversales con gran parte del arco de partidos. Esto, sin embargo, conlleva otro riesgo importante, el de perder la vocación transformadora del proyecto. Entre estos dos polos, transversalidad y radicalidad, el trabajo es complicado. Una de las opciones que han seguido varios proyectos es legitimarse mediante la satisfacción de necesidades sentidas por la población.

Un segundo riesgo es que el apoyo institucional puede generar una desafección ciudadana de la iniciativa. La sensación de que el proyecto no es propio, sino responsabilidad de la institución. Ante esto, una estrategia de gestión comunitaria y no tanto pública puede ser un éxito.

Todas las alternativas estudiadas, aunque hayan podido poner el foco en un aspecto (alimentación, vivienda, energía, cuidados), en realidad al tiempo son proyectos más integrales. Este es un elemento clave en la construcción de autonomía, pues permite abarcar más facetas vitales.

Todas las iniciativas necesitan una notable inversión de tiempo en su escalabilidad bien en vertical (crecimiento) o bien en horizontal (reproducción) pero, a la vez, su mera existencia facilita mucho este proceso.— Las estrategias verticales (crecimiento) y horizontales (reproducción) de escalado no son incompatibles, sino que deben hibridarse de manera sinérgica en un proceso de cambio social.


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