Activistas de Greenpeace denuncian en la sede de BBVA de Madrid su apoyo financiero a varios oleoductos con un gran impacto ambiental
- Han instalado frente a la entrada principal una tubería que simula los oleoductos que el BBVA ayuda a construir en Norteamérica.
- Greenpeace urge al BBVA a abandonar el ecopostureo y hacer más concretos y reales sus esfuerzos contra el cambio climático.
A primera hora de la mañana, un grupo de activistas de Greenpeace ha comenzado una protesta pacífica en la sede central del BBVA en Madrid para denunciar el apoyo financiero de la entidad bancaria a las empresas constructoras de oleoductos en Canadá y EE.UU. con un grave impacto ambiental.
Frente a la entrada principal del edificio “Norteamérica” (en el complejo del banco en Las Tablas, Madrid) han colocado una tubería que simula los oleoductos como los que el BBVA está ayudando a construir. Otro grupo de activistas ha escalado la fachada y han desplegado pancartas con los mensajes: “BBVA destruye el planeta” y “No más dinero para oleoductos peligrosos”.
Esta acción pacífica viene precedida por la denuncia realizada en más de 30 ciudades españolas durante la madrugada del pasado lunes, cuando más de cien personas colocaron pegatinas en 300 cajeros automáticos del BBVA para denunciar la falsa política verde del BBVA.
Desde hace más de un mes, Greenpeace ha entablado un diálogo con el BBVA con el objetivo de que esta entidad, a través BBVA Compass (su filial en EE.UU.) deje de financiar a las empresas constructoras de infraestructuras de transporte de gas y productos petroleros, entre ellas los oleoductos para el transporte del petróleo procedente de las arenas bituminosas de la provincia de Alberta, en Canadá, donde ya se han destruido 140.000 kilómetros cuadrados de bosque boreal y se ha dejado una factura ambiental irreparable.
La extracción del petróleo de las arenas bituminosas se realiza mediante minería a cielo abierto sobre enormes extensiones, previa deforestación del bosque boreal predominante. Para el lavado de estas arenas se consumen enormes cantidades de agua dulce y se generan grandes cantidades de residuos tóxicos líquidos y sólidos, que se almacenan frecuentemente de manera inadecuada.
En febrero de 2017, el BBVA aprobó una nueva política de responsabilidad corporativa que excluye expresamente a los clientes y/o transacciones involucradas en la “exploración y producción de arenas bituminosas“. Aunque son precisamente los oleoductos los que permiten la expansión de la extracción y producción de arenas bituminosas, el BBVA no ha hecho extensible esta prohibición a la financiación de proyectos de transporte, infraestructura y oleoductos para transporte de petróleo de arenas bituminosas.
“El BBVA sabe muy bien que el petróleo de arenas bituminosas es una bomba climática. Durante su producción se emiten entre tres y cuatro veces más gases de efecto invernadero que con la extracción de crudo convencional, y las emisiones de su consumo superan un 30% al petróleo convencional”, ha declarado Miguel Ángel Soto, portavoz de Greenpeace España. “Pero saber no basta. Hace falta que el BBVA obre en consecuencia y suspenda cualquier relación con las empresas que construyen los oleoductos de este sector”.
El banco BBVA forma parte de la docena de bancos “sucios” (Bank of Tokyo Mitsubishi, BBVA, Barclays, Credit Agricole, Citibank, Credit Suisse, Deutsche Bank, JP Morgan Chase, Mizuho, Royal Bank of Canada, Toronto Dominion y Wells Fargo) que están financiando a las empresas que construyen estos gigantescos oleoductos para el transporte de petróleo procedente de arenas bituminosas, poniendo en peligro la calidad de las aguas, la biodiversidad y los derechos de los pueblos indígenas.
Actualmente, BBVA Compass financia a la empresa Kinder Morgan Inc. (KMI), que tiene una participación del 70% en su filial canadiense Kinder Morgan Canada (KML), responsable de la construcción de oleoductos. Además, BBVA Compass financia a la empresa Energy Transfer Partners (ETP), responsable del proyecto de oleoducto de Dakota (Dakota Access, o DAPL). Es importante recordar que ETP está intentando intimidar y silenciar a la sociedad civil de EE.UU. llevando ante los tribunales a los colectivos de la sociedad civil, incluida Greenpeace, a quienes acusa de ser “organizaciones criminales”, interponiendo demandas y promoviendo cambios legislativos que tratan de evitar el ejercicio al legítimo derecho de libertad de expresión y reunión.
“El ecopostureo del BBVA no solo afecta al clima, el agua, la biodiversidad y los derechos de los Pueblos Indígenas de Canadá, también propicia el retroceso de los derechos fundamentales en EE.UU.“, ha añadido Soto. “Está claro que el concepto de responsabilidad corporativa del BBVA está muy alejado de las necesidades de la sociedad y de las urgencias que tiene el planeta en este momento”.