Ecologistas en Acción de Extremadura y Fundación Nueva Cultura del Agua consideran insostenible el plan de regadío de Tierra de Barros
- Ecologistas en Acción de Extremadura ha presentado alegaciones al proyecto de Transformación al regadío de Tierra de Barros y exige que se desestime por ser insostenible económica y ambientalmente, además de comprometer unas reservas hídricas menguantes que podrían ser claves para el futuro abastecimiento de la población.
- En el actual escenario de cambio climático, una de las mejores medidas de adaptación es la recuperación de los acuíferos, por lo que es imprescindible la protección estricta de las masas de aguas subterráneas y superficiales.
- Además de considerar que el Estudio de Impacto Ambiental no evalúa correctamente las afecciones de este plan, lamentan que el proyecto no haga ninguna alusión a la implantación de modelos de agroecología, más respetuosos con las masas de agua y que evitan su contaminación por pesticidas y fertilizantes.
Ecologistas en Acción de Extremadura ha presentado sus alegaciones al proyecto de Transformación al regadío de Tierra de Barros apoyándose en el informe elaborado por la Fundación Nueva Cultura del Agua y exige a la Junta de Extremadura que desestime tanto este plan como la expansión de los regadíos en Extremadura.
Como viene siendo habitual, la mayor parte de los proyectos de regadío no se someten a una Evaluación de Impacto Ambiental por estimarse que no tienen efectos significativos en el medioambiente pero, en tal caso, habría que explicar cuáles son las causas del actual deterioro y aniquilación de la red fluvial. Ambas entidades se opone a esa argumentación y consideran que el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto de Transformación al regadío de Tierra de Barros, no evalúa correctamente sus consecuencias para los ecosistemas en los que se implantará y sus efectos concretos en la fauna piscícola y los caudales ecológicos de los ríos implicados, como es el caso Matachel, al que reiteradamente se le priva de su caudal mínimo y que Ecologistas en Acción ya ha denunciado en varias ocasiones. Es evidente que este Proyecto de regadío aumentará la demanda de agua y la ausencia de caudal ecológico en los cursos de la zona acontecerá con más frecuencia.
El propio descenso de la masa de agua de los embalses de Alange y Villalba, de los que se suministrará el proyecto, produciría impactos importantes a la Red Natura 2000 por la falta de caudal ecológico de los cursos de la zona. Hay que recordar que es en las proximidades del río Matachel donde se ha reintroducido el lince ibérico, pero las afecciones se producirán también sobre la flora y algunas especies de aves, como la avutarda, el cernícalo primilla o el aguilucho cenizo, que ya se encuentran en clara decadencia o presentan poblaciones residuales. Por otro lado, se agravaría el ya preocupante problema de la ocupación de vías pecuarias por parte de los regantes y la afección a dichas vías tampoco se contempla en el EIA.
Estas dos entidades también se lamentan de que el proyecto no incluya medidas para la implantación de la producción agroecológica y de nuevas técnicas agrarias novedosas como el Key-line, la agricultura regenerativa, los cultivos con cobertura vegetal, la cosecha de agua y otras tantas alternativas de aumento de los rendimientos agrícolas sin un coste energético, monetario y medioambiental tan alto. Además de que estas alternativas hacen a los cultivos más resilientes al cambio climático y son más eficientes en el aprovechamiento del agua, de lo que resultaría una estrategia productiva ambientalmente más respetuosa, también evitaría los actuales problemas de contaminación del agua por el desmesurado uso que se hace de fertilizantes sintéticos y fitosanitarios agroquímicos. Es muy importante destacar que el 100% de las masas de agua subterránea y el 95,5% de las masas de agua superficiales están afectadas por nutrientes y pesticidas, en lo que los cultivos intensivos derivados de planes de regadío colaboran de una manera muy significativa. A esto se ha de sumar que más de la mitad de las masas de agua superficiales sufren presiones por vertidos urbanos.
Respecto al gran consumo de agua que se deriva de este proyecto, queda claro que es totalmente incoherente en un escenario de emergencia climática como el actual. Los recursos hídricos de la cuenca del Guadiana ya se han visto reducidos, al menos, un 20% respecto al siglo pasado y las reservas hídricas tienen, en el presente, un 26% menos agua acumulada que la media de los últimos 10 años. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, las aportaciones en régimen natural (el agua aprovechable) en la Demarcación Hidrográfica del Guadiana se redujeron, en el periodo 1996-2005, nada menos que un 19,6% con respecto al periodo 1940-1995, tendencia que ha continuado en los últimos años. Estos recursos hídricos, cada vez más menguantes, podrían ser indispensables en los próximos años para el abastecimiento humano del centro-sur de la provincia.
En cambio, el regadío en Extremadura no para de crecer y ha aumentado cerca de un 27% en los últimos 25 años, siendo la tercera comunidad autónoma con un mayor nivel de crecimiento. Por ejemplo, durante los últimos tres meses, el número de Resoluciones que tienen que ver con el regadío han sido 52 -de las que sólo una se ha resuelto negativamente-, incluyendo, al menos, una quinta parte de ellas en zonas ZEPA.
Dentro de esta situación se enmarca el proyecto de regadío en Tierra de Barros, lo que demuestra que la gestión actual del agua es el ejemplo perfecto de un ansia a corto plazo y sin previsión de futuro. La Junta de Extremadura, en lugar de aplicar la máxima lógica de que “sin excedente no puede haber regadío”, considerando como excedente aquella parte del recurso que puede gestionarse sin comprometerlo, no solamente no frena este tipo de propuestas, sino que promueve su proliferación. Con los informes adecuados de las confederaciones hidrográficas, la mayoría de los regadíos (por no decir la totalidad) quedarían, cuanto menos, cuestionados y, desde luego, los de nueva creación, desestimados inmediatamente y por principio, pues la agricultura de regadío es la actividad que supone el grueso de las demandas de agua en general.
En definitiva, los recursos hídricos disponibles en la Demarcación Hidrográfica del Guadiana se están reduciendo a causa del cambio climático, a la vez que sigue aumentando el consumo de agua en Extremadura por la implantación de nuevos regadíos, lo que nos va a llevar necesariamente a una situación de cada vez mayor insostenibilidad hídrica y proyectos como este, de Tierra de Barros, contribuirían de manera importante a agudizar esta situación. En el actual escenario de cambio climático, una de las mejores medidas de adaptación es la recuperación de los acuíferos, por lo que la protección estricta de las masas de aguas subterráneas y superficiales debe ser un objetivo en el que deben implicarse conjuntamente las administraciones y la sociedad.
En cuanto a la rentabilidad del proyecto para el sector, esta queda en entredicho al dar por supuestos los ingresos por subvenciones PAC a todos los cultivos (ingreso al que es posible que no todas las explotaciones puedan acceder) y presuponer que los precios de los productos permanecerán inalterables. Sin embargo, un análisis profundo, como el realizado por la Fundación Nueva Cultura del Agua en su estudio, muestra problemas de rentabilidad debido a que una disminución de un 10% del precio de los productos de la vid, el olivar y el almendro anularía su rentabilidad, a lo que se unen algunos costes clave que no se evalúan correctamente, como son los relativos al dimensionamiento de las balsas de regulación y a que se requieren grandes bombeos que supondrán facturas energéticas muy elevadas.
Tampoco se sustenta la argumentación de la supuesta elevada capacidad del regadío para fijar la población pues, en realidad, ni siquiera el propio Ministerio (MAGRAMA) es capaz de encontrar una correlación que vincule al regadío como elemento clave en la lucha contra la despoblación. Una de las muchas causas que han servido para expulsar población es, justamente, la automatización del riego en cultivos extensivos, efectuada mediante programadores, telecontrol o con dispositivos remotos, pues estas explotaciones solamente tienen una alta necesidad de mano de obra en momentos puntuales y únicamente atraen población flotante.
Por todo ello, Ecologistas en Acción de Extremadura y la Fundación Nueva Cultura del Agua consideran esencial que no se creen nuevos regadíos, ni en la Demarcación Hidrográfica del Guadiana ni en el resto de Extremadura, hasta que no se alcance un cierto reequilibrio hídrico (para lo cual, además, es muy probable que sea necesario reducir la actual superficie regada) y se evalúe adecuadamente la rentabilidad de estas inversiones públicas en relación a otras alternativas de modelos agrícolas.