Julio Anguita propone el camino constituyente hacia la República: «plurinacional, federal, pero sobre todo solidaria»
Las jornadas "Volver a mirarnos" se celebraron en Córdoba desde el viernes al domingo centrándose en la posibilidad y la necesidad de abrir un proceso constituyente que suponga el inicio de una nueva etapa en la historia del país, ante un horizonte que se debate entre una reforma constitucional que puede cerrar «por arriba» la brecha abierta el 15 de mayo de 2011 y un cambio constituyente que profundice el mandato de cambio expresado por una mayoría social.
Julio Anguita: "el proceso constituyente no es solamente una reforma de la Constitución, parcial o total, sino el camino que lleva a ella [...] un camino de acumulación de fuerzas [...] pero el camino no tiene sentido si no marcamos la meta a donde queremos llegar".
Julio Anguita abrió las Jornadas de Unidos Podemos «Volver a mirarnos» preguntándose «por qué las fuerzas que se autodenominan constitucionalistas plantean la reforma de la Constitución». La semana pasada, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, aseguró que tiene un compromiso “firme” de Mariano Rajoy para emprender esta vía, y que “hay convicción y determinación” del presidente del gobierno de que ha llegado el momento de emprender la reforma de la Carta Magna. Este compromiso, si bien sería «firme», se circunscribiría a lo que Anguita califica como «Estados» que son meros «funcionarios que aplican las medidas de la Unión Europea». De esta manera, un Estado es más fuerte frente a la UE si concede a sus comunidades y municipios más competencias que no estén supeditadas a lo que Europa dicta. La deuda pública, que supera ya el billón de euros, se utiliza para presionar en este sentido. Dicha reforma pactada por PP y PSOE iría encaminada a conceder a Cataluña más competencias o en la línea de debilitar a las comunidades, que están menos supeditadas a la UE, es decir, quitar competencias al resto dejando a Catañuña como «una especie de primus interpares«.
Anguita también recordó que en España no ha habido ningún proceso constituyente desde la II República (1931), cuando «el gobierno provisional convocó a las Cortes Constituyentes para que redactasen una Constitución». En la época de Suárez hay, sin embargo, una «ley de reforma política» aprobada por el pueblo español en referéndum el 14 de diciembre de 1976 como «un pie forzado». Se convocaron elecciones «no constituyentes» y una parte de los senadores «los designó directamente el rey, no salieron de las urnas». Con la misma intención, se blindó la composición del Senado gracias a «la reforma de la Ley Electoral», muy desproporcionada, que a día de hoy otorga -por ejemplo- más del 60% de la representación del Senado al PP con algo menos del 30% de los votos. Añade el ex-alcalde de Córdoba que «esa constitución se redactó en medio de tensiones y de miedos. La consecuencia fue un texto un tanto chapucero que ha empezado a sufrir los costurones sobre todo en el desarrollo del título octavo (De la Organización Territorial del Estado).
A diferencia del «texto chapucero» de la vigente Constitución, Anguita defiende otro proceso que implique directamente a los ciudadanos: «queremos unas Cortes Constituyentes que creen un constituido (ejecutivo, legislativo y judicial) al cual se le diga por dónde debe ir la Constitución, cuyo texto tiene ya el consenso de la población porque durante el proceso se ha ido creando ese consenso».
La transición no resolvió tres grandes problemas: «la forma de Estado (monarquía o república); la organización interna del Estado (centralismo o federalismo); la identidad del Estado (confesionalidad o laicismo)». A estos hay que añadir algunos otros problemas, entre los que menciona «la corrupción institucionalizada, un régimen de connivencias de facto, la ausencia de referéntes éticos, la atonía de la universidad y el mundo intelectual ante la hegemonía del pensamiento único, el culto al presente en detrimento del futuro, una democracia demediada, disminuida, que carece de controles para evitar los delitos de los poderosos».
«El proceso constituyente al que yo aspiro es que el constituyente, el pueblo soberano, se transforme en Constitucion material y -por tanto- imponga por mayoría los contenidos de la futura Constitución»
La República «plurinacional, federal, debe ser sobre todo solidaria» y «buscar la transversalidad de los ciudadanos»: una constitución con base en los Derechos Humanos, incluso los derechos del planeta tierra, la corresponsabilidad con un proyecto paneuropeo, un Estado que reconozca sus naciones y el derecho a la autodeterminación, laico, con separación entre Iglesia y Estado y entre la enseñanza pública o dependiente económicamente del Estado y ayuntaminetos con su propia Constitución. Anguita observa los municipios como fundamentales en el engranaje territorial.
¿Cómo se va a llevar a cabo?
El fundador del Frente Cívico Somos Mayoría reconoce que será “extremadamente difícil” esta tarea pues, para empezar, habrá que ver “qué entes federados se reconocen entre sí como pactantes”, para llegar a la citada República Federal Española, dado que ahora mismo hay “tres nacionalidades históricas, Cataluña, Euskadi y Galicia”, además de cuatro comunidades “que tienen el enunciado de nacionalidad histórica en sus estatutos”, que son Andalucía, Aragón, País Valenciano y Baleares, a lo que se une que, “salvo Madrid y Castilla-La Mancha, todas las demás (comunidades) tienen el rango de históricas”, más “los entes raros y extraños” de Ceuta y Melilla.
Tras calificar el proces como «alegre y frívolo» por no haber sabido medir la correlación de fuerzas y la respuesta autoritaria del Estado, plantea el problema de otras comunidades como País Vasco y Navarra. El Estado federal debe tocar la economía solidaria, la banca pública, la soberanía alimentaria, el ahorrro energético, la obsolescencia programada, el derecho a la alimentación y al agua, la sostenibilidad del planeta, la corresponsabilidad fiscal, etc.
Las fuerzas políticas que inicien el proceso constituyente deben asumir que no «saldrán indemnes, saldrán cambiadas». «Si es una operación de marketing está condenada al fracaso, será humo». Añade que las fuerzas que lo inicien «deberán asumir que la situación les obligue a la reconsideración de ciertas posiciones políticas. Pero hay que asumir ese riesgo y todo lo que conlleva».