Concentración contra el «Acuerdo del Siglo» de Trump: «Palestina no se vende»
Miércoles 29 de enero a las 19 horas, frente a la embajada de EE.UU. en Madrid (C/ Serrano 75).
Boicot, Desinversiones y Sanciones BDS contra el estado de Israel (Madrid): «Ante la ofensiva Norteamericana y Israelí, encaminada a eliminar la justa causa palestina, consistente en la declaración del Presidente Trump, bajo el nombre «Acuerdo del Siglo», anunciada ayer martes 29 de enero, que viola todas las normas y decisiones del Derecho Internacional concernientes al tema palestino, exhortamos a todos los partidos, organizaciones y personas solidarias para con nuestra causa a participar en la concentración protesta que convocamos hoy miércoles, a las 19 h. ante la Embajada de EEUU en Madrid, en sintonía con la declaración pública de nuestro pueblo en todos los lugares de declarar el de hoy como día de luto y de huelga general de protesta y de rechazo a este plan».
El denominado como «Acuerdo del Siglo» establecerá que Jerusalén quede como la capital no dividida de Israel. Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu pretenden otorgar un nuevo camino al conflicto israelí-palestino, por lo que su propuesta se erige como un mapa conceptual que ilustra el compromiso territorial que están dispuestos a negociar con Palestina.
El plan exige el reconocimiento de los asentamientos israelíes en Cisjordania a cambio de una congelación por cuatro años de la colonización en territorio palestino, y la apertura por parte de EE.UU. de una embajada en la nueva capital palestina. El presidente estadounidense utiliza argumentos de tipo económico para venderlo a la opinión pública. Su argumentario esgrime que el plan generaría 50 mil millones de dólares en nuevas inversiones comerciales en Palestina y que “si se ejecuta bien” podría crear un millón de nuevos empleos palestinos. Asimismo, califica su propuesta como una «oportunidad histórica» para que los palestinos logren un estado independiente: «esta podría ser la última oportunidad que tendrán». Y concluye: «Los palestinos están en la pobreza y la violencia, explotados por aquellos que buscan usarlos como peones para promover el terrorismo y el extremismo. Se merecen una vida mucho mejor».
Según el plan, la delimitación de las fronteras evitaría el traslado forzoso de población, responde a las «necesidades de seguridad» de Israel y garantiza una «expansión territorial» a los palestinos a través de territorios en el desierto del Negev. Esos territorios supondrían un territorio «comparable en tamaño» al que controlaban antes de 1967.
Los asentamientos existentes en Cisjordania serían incorporados al Estado de Israel, que se comprometería a no construir nuevos asentamientos, a no expandir los existentes y a no aprobar planes para construcción en las zonas que serán parte del Estado de Palestina.
Los países de la región tienen la «responsabilidad moral de integrar» a los refugiados palestinos, y niega que Israel tenga que permitir su regreso a los territorios de los que fueron expulsados.
Las partes deben poder hacer frente a los «desafíos de seguridad», y contempla una «coordinación cercana» entre Israel, Palestina, Jordania y Egipto, si bien recalca que el Estado palestino debe estar totalmente desmilitarizado.
Por último, Estados Unidos «no espera que Israel negocie con ningún Gobierno palestino que incluya a miembros de Hamás, Yihad Islámica y grupos asociados«, a menos que acepten de forma clara y explícita la no violencia y reconozcan al Estado de Israel.