Redacción •  Euskal Herria •  25/02/2021

«Mientras no acabemos con la división sexual del trabajo y lo que conlleva, será muy difícil revertir la brecha salarial»

La brecha salarial es consecuencia de la división sexual del trabajo. Esa división reparte de manera diferenciada los trabajos y los empleos entre masculinos y femeninos otorgando menor valor económico, político y social a los que realizamos las mujeres*.

«Mientras no acabemos con la división sexual del trabajo y lo que conlleva, será muy difícil revertir la brecha salarial»

De ahí que exista una segregación en el mercado laboral dando lugar a sectores masculinizados y sectores feminizados. Hemos querido indagar, investigar y analizar los datos de estos sectores feminizados para poder dar una fotografía más exacta y completa de la situación de las mujeres en sectores feminizados cuando decimos, a grandes rasgos, que están peor. En este sentido, Eli Etxeberria y Oihana Lopetegi, secretaria de la Secretaría Feminista de LAB y responsable de análisis de la Fundación Ipar Hegoa, respectivamente, han presentado el informe elaborado al respecto.

«Peor» es una palabra que esconce muchas realidades, el objeto de este estudio es empezar a desvelarlas. Este es el primer paso para acabar con la normalización y naturalización del diferente valor que se otorga a los trabajos en función de quién los realice, si son hombre o son mujeres.

Hablar de sectores feminizados en el mundo laboral nos lleva también a pensar en precariedad, en una discriminación estructural hacia las mujeres* en el mercado laboral, una desvalorización y falta de reconocimiento de las mujeres* trabajadoras y las tareas que llevamos a cabo.

Cuáles son los sectores feminizados, qué tipo de trabajos se realizan en ellos, en qué condiciones se prestan, cuánto se cobra en ellos, qué convenios los amparan, por qué estan privatizados o subcontratados… son algunas de las preguntas que nos rondaban la cabeza a la hora de llevar a cabo esta primera aproximación.

Las mujeres* seguimos discriminadas y explotadas en el mercado laboral y fuera de él. Desde LAB vamos a seguir poniendo todas nuestras fuerzas en revertir esta situación, por todas nosotras, sin que quede ninguna fuera.

Esperemos que este informe, junto con las propuestas presentadas y la lucha sindical, contribuyan al cambio real que anhelamos hacia esa Euskal Herria libre y feminista. Desde LAB apostamos por ello.

Principales conclusiones del estudio:

– El que las mujeres* accedamos al mercado laboral como trabajadoras de segunda no nos afecta solamente en los salarios, sino también en las condiciones laborales. Actualmente, la temporalidad y la parcialidad se han convertido en sinónimo de empleo inestable y precario. Pues bien, en las mujeres* la tasa de temporalidad es ocho puntos superior a la de los hombres (27,2% frente a 19,30%) y la tasa de parcialidad veinte puntos superior (26% frente a 5,8%).

– La conclusión más novedosa de este estudio es que en los sectores feminizados la mayoría de las trabajadoras y/o categorías se sitúan por debajo del salario mínimo para vivir dignamente. Teniendo en cuenta que en 2021 el salario mínimo debería ser de 1400 euros brutos al mes según la última propuesta de LAB, hemos analizado las tablas salariales de los convenios de la Comunidad Autónoma Vasca y Comunidad Foral de Navarra, contabilizando las categorías por debajo de ese salario. Hemos analizado 183 convenios, de los cuales sólo 23 tenían todas las categorías por encima del salario mínimo. De 2300 categorías analizadas, 1200, el 52,17%, tiene un salario inferior a los 1400 euros. Centrándonos en los sectores feminizados, el 71,42% de las 840 categorías de los 45 convenios analizados perciben un salario inferior a 1400 euros.

Ha sido en los sectores feminizados relacionados con el cuidado y los servicios privados donde hemos llegado a las peores conclusiones. Todos los convenios de estos sectores tienen categorías inferiores a 1400 euros en sus tablas, y en muchos casos son mayoría las categorías que se encuentran por debajo dicho salario. Quisiéramos subrayar el bajo nivel salarial de las trabajadoras de las residencias para personas mayores, llegando a cobrar 900 euros brutos mensuales a jornada completa en función de la provincia en el que trabajan. Otros sectores a mencionar serían peluquerías, comercio alimentario, comercio en general, limpieza de edificios y locales o grandes superficies (convenio estatal) por sus niveles salariales especialmente bajos o por el alto porcentaje de sus categorías con salarios inferiores a 1400 euros.

– Además, el 8,3% de los y las trabajadoras de la Comunidad Autónoma Vasca nunca ha regulado sus condiciones laborales por convenio laboral. El 75% de ellos son mujeres*. En este caso, la no regulación viene aparejada con la precariedad. La mayoría de dichas trabajadoras son además trabajadoras del hogar, bajo un régimen especial que contempla peores condiciones laborales, y que están en una situación más precaria y vulnerable.

– Todas las razones que hemos mencionado permiten, entre otras, que el salario de los hombres sea un 29,4% más alto que el de las mujeres*. Del análisis de la evolución de los últimos diez años se deduce, además, que no ha habido mejoras.

– Asimismo, la brecha salarial por género en las pensiones también es estructural. Las pensiones de los hombres son un 68,4% más altas que las de las mujeres* y el 55% de las pensiones de las mujeres se encuentran por debajo del límite de riesgo de pobreza.

Los datos expuestos nos muestran cómo las precarias condiciones laborales de los sectores feminizados se han cronificado.

Al no existir un reconocimiento económico, político y social  de los trabajos feminizados estos siguen siendo desvalorizados.

La falta de una apuesta política por el desarrollo de unos servicios públicos fuertes de atención a los cuidados contribuye también a esta segregación laboral y las dobles y triples jornadas de las mujeres*.

La subcontratación y privatización de servicios tales como residencias de mayores y servicio de ayuda a domicilio no sólo están provocando una precarización brutal de las trabajadoras de estos sectores (tal y como nos han mostrado los datos), sino que están además contribuyendo al negocio que se está creando alredededor de los cuidados, desviando dinero público a empresas privadas. Entendemos que publificar estos servicios es solución para garantizar su reconocimiento y una urgencia para acabar con la actual precariedad en la condiciones laborales de estas trabajadoras.

La brecha salarial no tiene visos de cambio por lo que podemos determinar que mientras no acabemos con la división sexual del trabajo y lo que ésta conlleva, será muy difícil revertir la situación. Teniendo en cuenta además que a futuro la brecha de género en las pensiones nos condena a una vejez en condiciones muy precarias.

Además, remarcar que no hemos podido investigar la situación exacta de las mujeres migradas y racializadas. Las estadísticas no nos aportan estos datos, son invisibles para el sistema.

Estas mujeres* están sufriendo altos índices de precariedad, discriminación y violencia que están directametne relacionadas con su origen, clase y género. Recordar que uno de los sectores deregularizados más vulnerables es el de las trabajadoras de hogar, bajo un régimen especial y con menos derechos que el resto de trabajadores. Inaceptable también la situación de las internas, trabajando en régimen de semi esclavitud, con altos niveles de explotación.

Todas estas situaciones perpetúan y aumentan la brecha salarial por cuestión de género.

Los trabajos de cuidados (remunerados o no) siguen sin reconocerse, ni social, ni política ni económicamente. Reconocerlas supondría mejorar las condiciones laborales que se están reclamando, y es sabido que no se ha hecho, ya que la situación ha empeorado y se ha cronificado.

Proponemos:

-Dar pasos a favor de la democratización del cuidado: reparto justo de estas tareas

-Construir un sistema público comunitario de atención a los cuidados para acabar con la precarización, la privatización y el negocio existente en la actualidad en torno a ellos.

-Acabar con la división sexual del trabajo y realizar una revalorización de todos los trabajos y empleos. Valorar los trabajos de manera positiva por su contribución a la sostenibilidad de la vida y reconocer la deuda patriarcal que el sistema tiene con las mujeres por su dedicación a los cuidados durante toda la vida

-Condiciones laborales dignas para todas las mujeres*.

-Un convenio laboral para las trabajadoras de hogar.

-La regularización de la situación de las trabajadoras en situación irregular

-Poner fina a la brecha salarial de género y la división sexual del trabajo.


LAB /