Acción Republicana
En este artículo nos acercamos al partido que fundó Azaña en plena Dictadura de Primo de Rivera, y aunque no fuera un partido de larga vida, ya que terminaría confluyendo en Izquierda Republicana, fue fundamental en la historia de la convergencia de las fuerzas políticas que participaron en el complejo proceso de traer la República España, además de ser protagonista en la primera etapa del nuevo régimen.
Acción Republicana fue fundada y dirigida por Manuel Azaña tras la publicación de su Apelación a la República Española. Se creó en el año 1925, oponiéndose desde el primer momento a la Dictadura de Miguel Primo de Rivera. Azaña había abandonado el proyecto del reformismo de Melquiades Álvarez el año anterior, como gran parte de sus más destacados líderes, al constatar que era imposible que se pudiera democratizar el sistema liberal de la Monarquía de Alfonso XIII, por lo que se hacía necesario trabajar para fundar la República, como única alternativa posible. Pero consideró que había que remozar el republicanismo español, criticando a los radicales de Lerroux, no siendo partidario tampoco del republicanismo más clásico, representado por un Blasco Ibáñez, por ejemplo. De ahí la decisión de crear un nuevo partido. La formación contó con destacados intelectuales y políticos, algunos de ellos procedentes del reformismo, como Ramón Pérez de Ayala y José Giral.
Dada la prohibición de los partidos políticos en el régimen dictatorial hubo que esperar a 1930 para que se constituyera su Comité Nacional, presidido por Azaña. El ideario de la formación se basaba en el laicismo, el autonomismo, la reforma del ejército y la reforma agraria. Constituía, pues, un partido republicano progresista, de izquierda no marxista, aunque Azaña siempre abogó por la conjunción con los socialistas y el mundo obrero.
En 1926 se creó la Alianza Republicana. Esta plataforma política nació en la efeméride de la Primera República, el 11 de febrero, y unía al Partido Radical de Lerroux, el Partido Republicano Democrático Federal, el Partit Republicà Català de Marcelino Domingo y Lluís Companys y, por último, la Acción Republicana de Azaña. El grupo publicó un manifiesto en el que se anunciaba su lucha política por la proclamación de la República. Este proyecto supuso una clara apuesta por modernizar el republicanismo español para acercarlo a una base social más amplia: clases medias y bajas urbanas. La Alianza tuvo sus vicisitudes en la Dictadura. El radicalismo sufrió una escisión por su izquierda, con la creación del Partido Radical Socialista. Pero este hecho no debilitó a la Alianza, ya que, al terminar la Dictadura, los radical-socialistas participaron con la Alianza en la formación de un Comité conjunto para traer la República, iniciando un proceso de conjunción con otras fuerzas republicanas de carácter regional que culminó con la creación del Pacto de San Sebastián en agosto de 1930.
Proclamada la República, Azaña pasó a jugar un papel destacado en el gobierno provisional. Acción Republicana obtuvo treinta escaños en las elecciones generales de 1931. No era un fuerza electoral considerable si se compara, tanto con el tirón electoral de la formación republicana más conservadora de Lerroux o con los resultados del PSOE, pero aún así, gracias a la personalidad intensa de Azaña, jugó un papel importante en la elaboración de la Constitución, siendo Claudio Sánchez Albornoz su portavoz, y en la labor del bienio reformista.
Tras la derrota electoral de la izquierda en el año 1933, Azaña creó Izquierda Republicana, integrando en ella al ORGA, es decir a la Organización Regional Autonomista Gallega de Santiago Casares Quiroga, y al Partido Radical-Socialista de Marcelino Domingo. Se trataría de una fuerza electoral básica en la izquierda no socialista española. En las elecciones de febrero de 1936 obtuvo un importante éxito. Durante la guerra siempre estuvo presente en los gobiernos de la República.