La amistia del 21 de febrero de 1936 (Crónica informativa del día y otros sucesos relacionados)
La Diputación Permanente de las Cortes ha aprobado el proyecto de amnistía, redactado en el día de ayer por el Gobierno. La medida que se hace extensiva a todos los presos politicos, incluyendo a los que se encontraban condenados en rebeldía, constituye el primer acto de Manuel Azaña como jefe de Gobierno. Con la amnistia quedarán en libertad unos 30.000 presos entre los que se cuentan todos los implicados en la intentona revolucionaria de 1934, así como el Gobierno catalán en pleno.
Así lo publicaba la Gaceta de Madrid en su número 53.
DECRETO-LEY
Siendo inequívoca la significación del resultado de las Elecciones a Diputados a Cortes en cuanto a la concesión de una amnistia por delitos políticos y sociales, en favor de la cual se ha pronunciado la mayoría del cuerpo electoral, y tratándose de una medida de pacificación conveniente al bien público y a la tranquilidad de la vida nacional, en que están interesados por igual todos los sectores politicos; de acuerdo con el Consejo de Ministros, a propuesta de su Presidente y previa la aprobación de la Diputacion Permanente de las Cortes
Vengo en disponer lo siguiente:
Artículo único. Se concede amnistía a los penados y encausados por delitos políticos y sociales
Se incluye en esta amnistia a los Concejales de los Ayuntamientos del País Vasco condenados por sentencia firme.
El Gobierno dará cuenta a las Cortes del uso de la presente autorización.
Dado en Madrid a veintiuno de febrero de mil novecientos treinta y seis.
NICETO ALCALA-ZAMORA Y TORRES
El Presidente del Consejo de Ministros
MANUEL AZAÑA DIAZ
Así narraba los hechos acaecidos en la cárcel de Oviedo, Dolores Ibarruri «Pasionaria» en sus memorias «El único camino».
«Señores -les dije- una cosa es evidente. Aquí no hay más solución que poner a los presos en libertad.
Pregunto el Administrador:
¿Quien asume la responsabilidad de ello?
-Yo como Diputado de Asturias.
-Pero hay presos comunes. ¿Que hacemos con ellos?
-Ponerlos también en libertad. Ayer podrían ustedes haber hecho una diferenciación. Hoy, no.
-Tome usted y abra las puertas -dijo el Administrador, entregándole un manojo de gruesas llaves.
Las cogí y sin aguardar a nadie, corrí por los pasillos de la cárcel agitando las llaves en alto y gritando ya sin voz, después de tantos ajetreos:
-¡Camaradas! ¡todos a la calle! ¡todos a la calle!…..
El momento fue inenarrable. Estaba tan emocionada que no acertaba a abrir las puertas y tuvieron que ser los propios detenidos quienes las abrieron.
Como un alud se lanzaron a la salida. Todos querían abrazarme a un tiempo. Cuando los presos comenzaron a aparecer en las puertas de la cárcel, fue la locura. Las madres, las mujeres, los amigos, los camaradas se lanzaban al encuentro de los hombres que con tanta entereza y poniendo la vida en la empresa, habían luchado por la libertad y la democracia para impedir que España fuese una cárcel fascista.
Por primera vez en la cárcel de Oviedo, ni los oficiales de prisiones, ni la guardia, tenían nada que hacer».
Fuente: Federico Rubio Herrero (Cronologia mundial durante el Gobierno del Frente Popular, febrero-julio 1936)