Se cumplen 40 años de los sucesos de Pamplona
Las fiestas de San Fermines de 1978 fueron el escenario de uno de los episodios represivos más emblemáticos de La Transición. El cuerpo de Policía Armada irrumpió en la Plaza de Toros de Pamplona tras el despliegue de una pancarta provocando un muerto y más de 150 heridos.
El proceso político mediante el cual el régimen franquista dio paso por la vía institucional a una monarquía parlamentaria constitucional se ha ido idealizando a través de la historia oficial para presentarse como un modelo pacífico de cambio de régimen. Una versión que omite el estado de violencia, efervescencia social y la permanencia de las dinámicas represivas del estado que caracterizaron esos años. Hoy se cumplen cuarenta años de unos de tantos episodios olvidados de la llamada Transición española.
El 8 de julio de 1978 se celebraba, como todos los años, el segundo día de las ya entonces mundialmente famosas, gracias a la obra de Ernest Hemingway, fiestas de San Fermín en Pamplona. Marcadas por el contexto político, las fiestas fueron escenario, como no podía ser de otro modo, de manifestaciones y expresiones políticas. Tras la corrida de toros de aquella tarde de viernes, entre las cientos de personas que como siempre saltaron al ruedo, se encontraba un grupo de activistas que desplegó una pancarta a favor de la amnistía total de presos. El despliegue de la pancarta motivó que decenas de agentes de la Policía Armada, el cuerpo de policía establecido por el régimen franquista conocido popularmente como los grises, irrumpiesen también en la arena y comenzasen a cargar y a arrojar pelotas de goma y botes de humo de forma indiscriminada. En la plaza, abarrotada por más de 20.000 personas, se desató el caos.
A los disturbios en la plaza de toros sucedieron disturbios por toda la ciudad, mientras la policía hacía uso indiscriminado de munición real, con un saldo de 150 heridos. El despliegue policial se extendió hasta la calle Roncesvalles, donde en torno a las diez y cuarto de la noche un disparo directo a la cabeza acabó con la vida de Germán Rodríguez, de 27 años, militante de la Liga Comunista Revolucionaria. Los disturbios se extendieron hasta la madrugada.
La desproporcionada violencia del despliegue policial fue recogida por la obra de Juan Gautier; José Ángel Jiménez. Sanfermines 78
La primera consecuencia de los acontecimientos fue la suspensión de las fiestas por primera vez en 40 años, desde que no se pudieron celebrar debido a la Guerra Civil. En los días posteriores, las huelgas y las manifestaciones de protesta contra la represión se extendieron por toda Navarra y el País Vasco. Más a largo plazo, los sucesos alimentaron un conflicto social que permanecería durante décadas.
Silencio institucional
Durante cuatro décadas, la actuación institucional ha estado marcada por el silencio y la política del olvido sobre los acontecimientos. Salvo una pequeña escultura, objeto de sucesivos destrozos y sabotajes, los acontecimientos de los Sanfermines de 1978 quedaron solapadas por el ruido del contexto del conflicto vasco.
A principios de este año, las principales fuerzas políticas del Parlamento Navarro instaron al gobierno a la desclasificación de los documentos relacionados por los sucesos, reclamo desestimado posteriormente en el Congreso de los Diputados con el rechazo del Partido Popular, el PSOE y Ciudadanos. Sin embargo la labor de memoria y la reivindicación han impedido que aquellos acontecimientos cayesen en el olvido.