José Calvo Sotelo
José Calvo Sotelo nació en Tuy en el año 1893. Fue profesor auxiliar de derecho de la Universidad Central y abogado del Estado. Se inició en la política cerca de Antonio Maura, del que fue su secretario. En 1919 fue elegido diputado. En el año 1921 fue nombrado gobernador civil en Valencia. Calvo Sotelo adquirirá pleno protagonismo político en la Dictadura de Primo de Rivera, ya que fue nombrado director general de Administración con el mandato de proceder a la reforma del régimen local. Se creó la figura del delegado gubernativo. Su mayor éxito político fue la creación de los estatutos municipal y provincial. Por el primero se establecía la representación proporcional en concejo abierto y el aumento de competencias municipales, entre otras cuestiones. En 1925 fue nombrado ministro de Hacienda, responsabilidad en la que estuvo hasta enero de 1930, cuando dimitió. Desde el Ministerio intentó reformar el sistema capitalista español mediante la creación del monopolio de petróleos y del Banco Exterior de España, la intensificación fiscal y el reforzamiento de la inspección tributaria. Inició la implantación del impuesto único sobre rentas y ganancias. Calvo Sotelo era consciente que para emprender el programa de obras públicas de la Dictadura había que hacer profundas reformas hacendísticas.
Al proclamarse la República decidió marchar al exilio por coherencia con sus ideas y actuación en la Dictadura de Primo de Rivera. Residió en Francia y en Portugal. Su pensamiento fue evolucionando hacia posturas más extremistas en una dirección fascista y corporativista, y que sin duda aprendió de la experiencia lusa. Regresó a España en 1934 con la amnistía de ese año y trató de ingresar en Falange, pero José Antonio Primo de Rivera se opuso de forma terminante por diferencias personales e ideológicas. Antes de las elecciones de 1936 y después de las mismas en el Congreso protagonizó una serie de incidentes, lo que provocó que gran parte de la izquierda le considerara uno de sus principales enemigos. Calvo Sotelo siempre defendió la legitimidad del empleo cualquier medio para alcanzar sus objetivos políticos y en contra de la izquierda.
Entre el 12 y el 13 de julio de 1936 fue sacado de su domicilio y asesinado brutalmente en una camioneta por guardias de Asalto en venganza por el asesinato del teniente Castillo. Se trató de uno de los hechos capitales de la tensión prebélica. El franquismo le convirtió en uno de sus principales mártires y defendió la vinculación de este asesinato con la sublevación, con notable fortuna, dentro de los mitos que fueron constantemente tratados por el aparato propagandístico franquista. Calvo Sotelo estuvo presente en muchas ciudades españolas, y aún hoy, gracias a la nomenclatura de espacios públicos y la colocación de estatuas.