Los campos de concentración de Franco
"Se trataba de vistar que corresponsales extranjeros informaran de una gran cantidad de fusilamientos y, de paso, aligerar un poco las cárceles, que no daban a basto".
Es un tema bastante desconocido en España. La gigantesca red de campos de concentración que los sublevados instalaron en España desde 1936. Inspirados en los campos alemanes, la red de campos española fue una fuente de mano de obra esclava para llevar a cabo la construcción de industrias e infrastucturas destruidas en la guerra o necesarias para el país. También esta mano de obra forzosa se empleó para el enriquecimiento de una élite social de la época.
«Fueron oficiales de la gestapo los que asesoraron a los sublevados para su construcción».
Según recogió eldiario.es, una investigación del periodista Carlos Hernández plasmada en su libro Los campos de concentración de Franco documenta 296 en total, a partir sobre todo de la apertura de nuevos archivos municipales y militares. Por los campos pasaron entre 700.000 y un millón de españoles que sufrieron «el hambre, las torturas, las enfermedades y la muerte», la mayoría de ellos además fueron trabajadores forzosos en batallones de esclavos. Estuvieron abiertos desde horas después de la sublevación militar hasta bien entrada la dictadura.
En noviembre de 1939, meses después del fin de la guerra, se cerraron muchos campos, «pero lo que sucede realmente es una transformación», relata el periodista. «La represión franquista era tan bestia y tenía tantas patas que evolucionó en función de las circunstancias. Franco, aunque aliado con Italia y Alemania, quería dar una buena imagen ante Europa, quería emitir una propaganda de respeto de los derechos humanos. Por eso oficialmente los campos terminan, pero algunos perduran durante mucho tiempo». El último oficial, también el más longevo, fue el de Miranda de Ebro (Burgos), que duró de 1937 a 1947.