El asesinato de García Lorca
La noche del 17 o del 18 de agosto se llevaron a García Lorca del Gobierno Civil. Salió esposado junto al maestro de Pulianas, José Dióscoro Galindo. Escoltado por guardias y falangistas de la llamada “Escuadra Negra” fueron empujados hacia el interior de un coche. A unos nueve kilómetros de la capital se encuentran las localidades de Víznar y Alfacar. Los rebeldes establecieron allí un puesto militar para controlar una posible contraofensiva republicana. Finalmente el barranco entre estos dos pueblo se convirtió en el lugar de fusilamiento de miles de civiles.
En la madrugada del 19 al 20 de Agosto de 1936 fue fusilado, sin juicio previo, Federico García Lorca por una “tropilla derechista”, con la connivencia del gobernador civil y de Queipo de Llano, el general sublevado con Franco en Sevilla. Lo que se creyó su tumba, el año pasado se demostró que estaba vacía. Pero su espíritu y su poesía siguen vivos. Hagamos hoy memoria del gran poeta, leyendo la crónica del asesinato que nos ofrece Amancio Ruiz Méndez.
Federico García Lorca, el poeta español más reconocido internacionalmente, símbolo de la mejor época de la poesía española, fue asesinado en Granada en agosto de 1936. Su delito: Ser republicano, homosexual y sobre todo una voz prodigiosa que denunciaba la situación de la mujer y en contra de las tradiciones más injustas.
Reconstrucción de su muerte
Intentaré reconstruir como le llegó la muerte según la versión más aceptada hoy. Pero no es más que una versión, basada en testimonios y en episodios, que no obstante no son en muchos casos, probados de modo absoluto. Hoy sigue siendo un hecho lleno de incógnitas. Pero primero relataremos la muerte como se cree que fue y después hablaré de que hay de cierto y que de especulación en el relato y veremos cuales son las preguntas obvias e inquietantes que se puede hacer uno.
Estalla la guerra civil y Lorca decide abandonar Madrid para volver a Granada, una ciudad más tranquila, con su familia. La ciudad de Granada no fue tomada por los nacionales hasta dos día después del 18 de Julio de 1936, quedando aislada pues todos los pueblo de alrededor de sumaron (o rindieron) al ejercito sublevado. Una vez tomada Granada las primeras semanas fueron precarias para las tropas. Se esperaba un fuerte contraataque de los republicanos. Por esto, los sublevados comenzaron una caza de brujas para eliminar a cualquier enemigo en potencia, es decir, los sospechosos de simpatizar con el Frente Popular. Durante los meses que siguieron a la toma de la ciudad, como en tantas otras ciudades, miles de civiles fueron detenidos en sus casas, llevados a lugares de hacinamiento y después fusilados en grupos de unos veinte. En Granada los “paseos” se daban en las afueras, en el camino del arzobispo, en el actuar término municipal de Alfacar y cerca de Víznar. Las razones de los fusilamientos fueron en muchos casos personales. Bastaba tener cierta credibilidad entre los falangistas y acusar el vecino de ser espía soviético.
García Lorca veía como las detenciones se sucedían y los fusilamientos eran constantes. Por esto decidió refugiarse en el lugar que le pareció más seguro, la casa de la Familia Rosales. Luis, poeta reconocidamente apreciado, y José Rosales, jefe de la La Falange de las Jons en Granada, eran profundos amigos de Federico. El acto de los Rosales debe de tomarse como un acto de valentía y de fidelidad que quizás no todos sepamos asumir.
Pasó todo un mes desde la caída de Granada hasta que el 16 de agosto una tropilla derechista, como tantas otras que visitaron tantos hogares españoles con su dedo de guadaña, se presentaron en casa de los Rosales para llevarse a Federico. La tropilla estaba liderada por el ex-diputado católico radical por la CEDA – fue diputado de la coalición liderada por Gil Roblés entre el 1933 y 35 – Ramón Ruiz Alonso y por su “compadre” Juan Trescastro. Debió de ser muy tensa la escena que se dio en la casa de una familia Falangista que protegía a un poeta republicano de conocida homosexualidad. De nada sirvió la oposición de los Rosales, Ramón Ruiz alonso y los suyos se llevaron el mejor poeta del siglo XX camino de la muerte. Granadino sombrío, de profesión tipógrafo, Ramón Ruiz Alonso militó en el partido conservador católico “Acción Popular”. A él se le atribuye la denuncia y la iniciativa del arresto, las causas fueron probablemente personales, pero todo es posible en aquellos día de odio. Lorca fue acusado de ser un espía soviético al servicio de Moscú.
Estamos a 16 de agosto. A pocos metros de la casa de los Rosales se encontraba la sede del Gobierno Civil instalado por los rebeldes. A pesar de la cercanía Lorca fue trasladado en coche y fuertemente escoltado. Entraron por el acceso de la calle Duquesa. Al poeta lo encerraron en una de las habitaciones de la primera planta. Ante el gobernador civil, José Valdés, las múltiples gestiones del músico Manuel de Falla para que lo indultaran y las súplicas de Luis Rosales. José Rosales llegó a encañonar con una pistola al gobernador para pedirle que dejara en libertad a Federico, pero todo fue inútil. Valdés consulta Quiepo de Llano, quién contestó con un “que le den café, mucho café”.
La noche del 17 o del 18 de agosto se llevaron a García Lorca del Gobierno Civil. Salió esposado junto al maestro de Pulianas, José Dióscoro Galindo. Escoltado por guardias y falangistas de la llamada “Escuadra Negra” fueron empujados hacia el interior de un coche. A unos nueve kilómetros de la capital se encuentran las localidades de Víznar y Alfacar. Los rebeldes establecieron allí un puesto militar para controlar una posible contraofensiva republicana. Finalmente el barranco entre estos dos pueblo se convirtió en el lugar de fusilamiento de miles de civiles. Los vehículos que partían del Gobierno Civil ascendían, tras una parada ante el Palacio del Arzobispo Moscoso y Peralta, convertido en cuartel general, hacia Alfacar. Encima de Víznar se encontraba Villa Concha, una residencia de verano para los niños granadinos, que era conocida en el pueblo como La Colonia. La edificación fue empleada como cárcel provisional, un corredor de la muerte fatal. Se cree que durante los días en que Lorca esperaba la muerte fue duramente torturado. Fueron tres días horribles, inhumanos. En la madrugada del 19 al 20 de agosto de aquel 1936 Lorca junto con el maestro José Dióscoro y dos banderilleros miembros de la CNT, uno de ellos era Francisco Galadí, fue conducido a una cuneta del camino de Alfacar, ante un viejo olivar, cerca de la Fuente Grande – los árabes la llamaban Aynadamar o fuente de las lágrimas-. Ahí Lorca fue fusilado junto a los otros y enterrado como tantos en una fosa común sin nombre ni cruz.
Pero son muchas las dudas que uno se plantea. ¿Quién era Ramón Ruiz Alonso? ¿Que tenía contra el poeta?¿Qué pasaba en la Falange granadina? ¿Hubiera sido ignorado Lorca de no ser por la insistencia del tipógrafo? Ruiz Alonso se atribuyó en su día el crimen orgulloso diciendo ” no era más que un intelectual rojo, amigo de rojos y además marica”. Años más tarde el ex-diputado del CEDA dijo que la detención no fue por iniciativa propia y para muchos cobra fuerza la idea de que alguien le ordenó la detención.
Nada se sabe de modo certero. Nadie implicado ha hablado claro hasta hoy
En cuanto a los Rosales fueron fuertemente multados y amenazados por su protección y ayuda al poeta. El padre de Federico, rico propietario, designó un abogado para realizar las gestiones de la excarcelación de su hijo, sin saber que ya estaba muerto. Los falangistas difundieron una falsa acta de defunción en la que decía que la causa del fallecimiento fueron heridas de guerra -un mes después de la toma de la ciudad.
Desmemoria histórica
En la actualidad hay quienes quieren mantener la tierra donde está y no removerla. No voy a entrar en consideraciones políticas -porque aunque a quien tenga un poco de sentido común le sorprenda, aún hay quienes justifican, edulcoran o defienden matanzas como las de Granada. No soy, ni pretendo, dueño de las mentes y conciencias ajenas-. De lo sí que voy hablar, ni siquiera lo voy a juzgar por que pienso que los textos no deben juzgar por los lectores, es del merchandising y el morbo histórico que algunos avispados comerciantes explotan. En el Hotel donde antes estuvo la residencia de los Rosales, se precian en su propaganda de ser el lugar donde “Lorca pasó sus últimos días”. También en un restaurante que hay en la tristemente célebre carretera a Alfacar se sirven “lorquianitos” y “brochetas lorquianas”.
Triste es ver que a día de hoy aquel Gobernador Civil responsable de la muerte del genio de Fuente Vaqueros, José Valdés, tenga una calle en su honor en el pueblo granadino de Churriana de la Vega.
Solo me queda contestarme una pregunta. ¿Está vivo Lorca? Lo está y lo estará siempre, que la palabra es la única arma que no se oxida, la única arma que merece la pena empuñar.