Lois Pérez Leira •  Memoria Histórica •  19/09/2016

María Araúxo gallega medalla «Orden Ana Betancourt» en Cuba

María Araúxo nació en Carril (Galicia) en octubre de 1904. Por aquellos años aquella ciudad marinera era uno de los puertos más importantes de salida de emigrantes. El padre de María era pescador, mientras su madre ayudaba a mantener a la familia mariscando en las ricas playas de Villagarcía. Siendo niña sus padres la llevan a Cuba donde se instalan como emigrantes. La familia Araúxo se instala en el barrio de Casablanca, en la banda de enfrente de la ciudad de La Habana.

María Araúxo gallega medalla «Orden Ana Betancourt» en Cuba

Aquel municipio era el lugar elegido por los pescadores gallegos para fijar su residencia. Cuando María tenía 16 años se casó con Anxo Carcaño, oriundo de Mugardos. Carcaño como tantos otros emigrantes siguió la tradición marinera. A los pocos años nacieron sus primeros hijos, Sebastián y Antonia. Anxo comienza a participar en el movimiento sindical cubano, en defensa de los derechos de los pescadores. En la década de los veinte las ideas del comunismo habían calado en el movimiento obrero cubano, y entre los pescadores las ideas marxistas empezaban a arraigar. Anxo se une al recientemente fundado Partido Comunista de Cuba. Tanto Anxo como María tenían un estrecho lazo político con el líder comunista Julio Antonio Mella. María comienza a comprometerse con la lucha de clases a través del trabajo sindical de su compañero, y poco a poco se va incorporando a una militancia más comprometida. Por aquellos años, Cuba estaba gobernada por la dictadura de Machado que desata una feroz represión contra los comunistas y dirigentes sindicales. Esta situación es determinante para que María decida retornar a Galicia mientras Anxo proseguía con su militancia política. Es en 1927 cuando María retorna a Galicia con sus hijos. Cuando, en 1932, su marido se reúne con ellos, la familia decide establecerse en Vigo.

María comienza a trabajar en una empresa de conservas de la que, al poco tiempo, es nombrada encargada, mientras que Anxo se embarca en un buque de pesca. Durante los primeros años de la década de los 30 Galicia vivía momentos de mucha ilusión. Se proclamó la Segunda República y las izquierdas estaban en una etapa de crecimiento. Si bien el partido mayoritario de la izquierda era el PSOE, los comunistas empezaban a tener cierta influencia en el movimiento obrero. Era Vigo una de las ciudades más industriales de Galicia. El Partido Comunista había formado un grupo muy activo entre los que estaban María Araúxo, Anxo Carcaño, Cantero, Agustín Leira y Xosé Gómez Gayoso. El destacado escritor Xosé Neira Vilas en una entrevista realizada a María recoge el testimonio de su actividad sindical: «Anxo era secretario general del sindicato de marineros de Vigo, y a mí, en la fábrica de conservas, también me eligieron delegada sindical y comencé a plantear necesidades, derechos: alacenas o armarios individuales para guardar la ropa, guarderías para los niños, atención a las embarazadas…allí trabajaban fundamentalmente mujeres. Y el griego (dueño de la empresa) trató de despedirme. Hizo todo lo que pudo, pero la oposición de mis compañeras se lo impidió». Durante su activa militancia conoce a la Pasionaria en un congreso celebrado en Madrid en 1935. También la trató en París en un congreso antifascista.

Cuando Dolores Ibárruri visita Vigo durante la campaña del Frente Popular, María Araúxo y Agustín Leira son los encargados de acompañarla en su estancia en la ciudad, que concluye con el combativo mitin celebrado en el campo de Barreiro. En 1935 María y Anxo tienen a su última hija Dora. Eran años de ilusión. La formación del Frente Popular abría la posibilidad de arrebatarle el gobierno a la derecha, mientras en Galicia en el 36 el referéndum del Estatuto daba un contundente apoyo a la propuesta autonomista. El triunfo de la izquierda abre una etapa de conspiraciones golpistas que acaba con el alzamiento del General Franco el 18 de julio de 1936. En Vigo los trabajadores se movilizan contra el golpe, concentrándose en la Puerta del Sol. Allí las mujeres trabajadoras de la conserva se enfrentan con las tropas rebeldes. María Araúxo, Flora de Dios y otras compañeras increpan a los soldados con gritos de: «cobardes! Disparad contra el pueblo indefenso, disparad contra nosotros! Cobardes…». Mientras, abren las blusas y golpean con las manos el pecho. Los militares «valientes» respondieron con balas, mientras la multitud indefensa corría por las calles buscando refugio. Aquel día los trabajadores se parapetaron en el Calvario, la «Rusia Pequeña».

Hombres y mujeres con escopetas de caza intentaron durante dos días defender la ciudad de las tropas asesinas. La lucha era desigual y los militares logran tomar militarmente la ciudad. María y Anxo deciden pasar a la clandestinidad y se lanzan al monte. Algunos se refugian en la Madroa, otros se parapetan en los montes cercanos a Vigo: «Aquello fue espantoso. Estábamos cara a cara con la realidad más violenta del fascismo. Carcaño y yo pasamos a la clandestinidad… Al principio nos fuimos al monte. Organizamos un grupo de «fugitivos» que se internaban en una zona montañosa de Redondela». Con el paso de los meses y a la espera de que la guerra se decidiera por el bando Republicano, María y Anxo retornan a la ciudad donde se esconden en la casa de unos amigos que les dan habitación y alimentos. Anxo intenta en varias oportunidades salir de la zona franquista para ir a pelear junto a los leales. Es así como cruza la frontera con Francia, es detenido en este país y confinado en un campo de concentración. Con la ayuda del Consulado Cubano en Francia consigue salir de aquella cárcel y adopta una identidad cubana falsa, regresando nuevamente con esta documentación a Vigo. Después de un tiempo es detenido y enviado a trabajos forzados durante dos años. Las malas condiciones de trabajo afectaron su salud teniendo que intervenir el Cónsul de Cuba en Vigo, que solicita su libertad por cuestiones humanitarias, consiguiendo «repatriarlo» desde Lisboa a Cuba. María mientras tanto colaboraba como enlace de la guerrilla bajo el nombre de «Emilia».

En varias oportunidades participó en la realización de emboscadas y acciones de sabotaje: «En una ocasión, señala María, me quedé en el monte varios días, aprendí a disparar, hice largas caminatas, tomé parte en dos emboscadas…». La policía y los falangistas buscaron a María hasta que le tendieron una trampa y fue detenida en la pensión en la que habitaba. María es llevada con su hija Dorita a la cárcel de Vigo. Después de una temporada en libertad es nuevamente detenida, intercediendo de nuevo el Cónsul cubano. La situación de María y su familia era muy difícil. Estaba muy controlada por la policía, sobreviviendo de la venta en la calle de pescado que iba a buscar todos los días al Berbés. Al poco tiempo le llegan los billetes que le manda su marido desde Cuba.

Es así como en 1944 se embarca junto a sus hijos en el buque «Marqués de Comillas». Junto a ellos viajaba el matrimonio formado por el médico de Tui, Francisco Comesaña, y por Asunción Concheiro. Francisco, también comunista, había estado preso y a punto estuvo de ser fusilado. María llegó a Cuba e inmediatamente se puso a militar en el Partido Socialista Popular (comunista). Su primera actividad fue recorrer este país denunciando al régimen franquista. Con el comienzo del movimiento revolucionario encabezado por Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio, María desarrolla una intensa actividad de apoyo a la resistencia cívica que se desarrollaba en las ciudades en apoyo a la guerrilla que luchaba para derrotar al dictador Batista. María participaba en las manifestaciones, vendía bonos, escondía combatientes etc. Con el triunfo de la Revolución, María Araúxo funda en su casa el primer Comité de Defensa de la Revolución del barrio marinero de Casablanca..

También integra la Federación de Mujeres Cubanas y recibe preparación militar. María Araúxo tuvo una destacada participación como miliciana, contrarrestando los intentos de la reacción de organizar una resistencia en el interior de Cuba. Con su labor de miliciana logró detener a más de doscientas personas contrarrevolucionarias. Durante su larga trayectoria política María Araúxo fue distinguida con varias condecoraciones, entre ellas la «Orden Ana Betancourt» que le fue entregada por el Comandante Fidel Castro, la «Medalla 23 de agosto», por la Federación de Mujeres Cubanas y la «Medalla 28 de septiembre» otorgada por los Comités de Defensa de la Revolución. María Araúxo, incansable luchadora, falleció en La Habana en el mes de diciembre de 1989.


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