Los Kulaks y el clero (1918, Rusia)
En la lucha contra los kulaks, la clase obrera y el campesinado pobre inmolaron muchos de sus mejores hijos. Desde julio de 1918, es decir, desde el momento en que se sublevaron los eseristas de izquierda, hasta diciembre, según datos incompletos, los kulaks asesinaron cerca de 23.000 funcionarios soviéticos. Además, desde mediados de junio hasta diciembre sucumbieron nas de 7.300 obreros, participantes en la cruzada por el trigo.
Los Kulaks hicieron cuanto pudieron para obstaculizar la labor de los comités de campesinos pobres en Rusia. A la política de abastos del Gobierno Sovietico y a la organización de campesinos pobres, los kulaks respondían con alzamientos armados en todo el país. El mayor número de sediciones kulaks tuvo lugar en el segundo semestre de 1918. «La jauría avida, ahita y feroz de los kulaks – señaló V. I. Lenin – se ha unido por doquier a los terratenientes y los capitalistas contra los obreros y los pobres en general. En todas partes, los kulaks se han ensañado con ferocidad salvaje en la clase obrera. En todas partes se han aliado con los capitalistas extranjeros contra los obreros de su pais».
A la cabeza de los levantamientos de los kulaks, como regla, se encontraba la oficialidad contrarrevolucionaria. Mediante el engaño, el atemorizamiento y el chantaje, los kulaks lograron arrastrar más de una vez a estos motines a la parte vacilante del campesinado. Los kulaks dirigían su golpe principal contra los emisarios de la clase obrera, asesinando ferozmente a los obreros y campesinos pobres activistas. En los últimos días de junio, los kulaks armados atacaron a un grupo de obreros de Yaransk (provincia de Viatka), llegado al sub distrito de Serdezh, causándole ocho muertos y 63 heridos graves. Organizados por los eseristas de izquierdas, los kulaks se amotinaron el 7 de agosto en el distrito de Peremishl, de la provincia de Kaluga. Sirvió de pretexto para ello la llegada a la aldea Troitskoe de una comisión para confiscar las caballerías. Los kulaks asesinaron a los miembros de la comisión, y después, los cabecillas del motín distribuyeron por las aldeas de los contornos una orden exigiendo que todos los campesinos se concentraron, inmediatamente, e la aldea Troitskoe. Desde este punto, la muchedumbre de campesinos, engañados por los eseristas de izquierda, se dirigió a Peremishl y disolvió el Soviet de esta localidad.
Los alzamientos de kulaks en las provincias de Tver, Riazan, Tambov y en otras, facilitaron a los intervencionistas su ofensiva contra la Republica Sovietica.
La actitud antisovietica del clero fue un arma importante utilizada por los enemigos del poder soviético en su lucha contra la revolución socialista. Los popes tomaban parte activa en las acciones contrarrevolucionaria de los kulaks. Utilizando los prejuicios religiosos y el espíritu supersticioso de los aldeanos, el clero los enfrentaba con el poder soviético. Cuando en cierta ocasión se presentó en el monasterio de Nikolo-Ugreshski el representante del Soviet de Liubertsi, de la provincia de Moscu, exigiendo que se le entregasen caballos para atender a las necesidades del Comisariado Militar, el pope responsable del monasterio le rogó que esperase media hora, aprovechada para enviar recaderos a las aldeas circundantes diciendo que «los bolcheviques saqueaban el monasterio y asesinaban a los monjes». Se congregó una gran muchedumbre que intentó linchar al representante del Soviet, pudiendo impedirlo a duras penas los campesinos pobres. La comisión extraordinaria del distrito registró el monasterio encontrando proclamas antisovieticas y los estatutos de una organización contrarrevolucionaria.
En la lucha contra los kulaks, la clase obrera y el campesinado pobre inmolaron muchos de sus mejores hijos. Desde julio de 1918, es decir, desde el momento en que se sublevaron los eseristas de izquierda, hasta diciembre, según datos incompletos, los kulaks asesinaron cerca de 23.000 funcionarios soviéticos. Además, desde mediados de junio hasta diciembre sucumbieron nas de 7.300 obreros, participantes en la cruzada por el trigo.
El proletariado se vio obligado a replicar a los kulaks con medidas implacables. Todo el que se oponía por las armas al poder soviético era ejecutado en el acto. El fusilamiento de un explotador salvaba la vida a decenas y centenares de obreros y campesinos trabajadores.
A mediados de 1918, habían sido instituida ya 40 comisiones provinciales y 365 distritales extraordinarias. Ellas fueron la espada vengadora que abatia a los enemigos de la revolucion socialista. Atendiendo al llamamiento del Partido Comunista, también el campesino medio se alzó en pos de los campesinos pobres a la lucha contra los kulaks. No existía en el país ningún rincón donde los trabajadores no se mantuvieran alerta contra la burguesía y los kulaks, ni donde los intentos de los explotadores para alzarse contra la revolucion socialista no fuesen cortados inmediatamente de raíz.
Fuente: Academia de Ciencias de la URSS. Instituto de Historia.