Las reacciones sociales a la Gran Depresión en Estados Unidos y un interrogante final
En este trabajo queremos centrarnos en las respuestas y alternativas que se presentaron por parte de los parados y la sociedad a la Gran Depresión en Estados Unidos. Hacer paralelismos históricos es complicado pero sí es interesante estudiar cómo se afrontó la anterior peor crisis de la Historia por parte de los que la sufrieron. Terminaremos con un interrogante.
El paro llevó a millones de personas a buscar ayuda en la asistencia pública o privada. En nuestra retina están las imágenes de largas colas esperando una ración de comida en muchas ciudades norteamericanas. Pero la asistencia no llegaba a todos, porque, por lo demás todavía no se había establecido el Estado del Bienestar, a pesar de que algunas cuestiones comenzaban a tenerse en cuenta. Una solución fue la solidaridad familiar.
En aquellos momentos, la alternativa revolucionaria no cuajó, especialmente en el caso norteamericano. La respuesta social fue muy tibia respecto a la magnitud de la situación. Es un tema que ha preocupado a la historiografía. Las respuestas que se dieron a este fenómeno se centraron en el auge de la insolidaridad en plena crisis. Los que conservaban sus puestos de trabajo aceptaron reducciones de salarios o peores condiciones laborales para mantenerlos, sin emprender una lucha sindical de envergadura. En los que lo habían perdido no se dio el camino desde el sufrimiento personal hacia una protesta más o menos organizada. Por otro lado, había un evidente conservadurismo social que frenó los posibles conatos de desestabilización. Seguía existiendo confianza en el sistema, que hacía muy poco tiempo había generado una riqueza sin precedentes, aunque fuera sobre frágiles pilares. El respeto a la norma hizo cundir la resignación a amplias capas de la sociedad.
Aún así, la situación en Europa fue algo distinta a la que hemos visto en Estados Unidos. En Gran Bretaña y Francia hubo importantes protestas, y hasta en Norteamérica habría que aludir a la marcha de 11.000 veteranos hacia Washington en 1932, reclamando los prometidos bonos de guerra. Un capítulo especial merece el conocimiento de las “marchas del hambre”, que surgieron en distintos lugares de Estados Unidos, las luchas contra los desahucios, protagonizadas por los consejos de parados que surgían en los bloques de viviendas afectados, los cortes de carretera por agricultores en Iowa, o las batallas entre mineros y la policía en Kentucky. La represión policial fue siempre muy contundente en Estados Unidos. Además, se intensificó el mensaje mediático del miedo a los “rojos”, algo que terminaría por ser muy frecuente en el futuro.
Por último, hay que aludir a cómo la izquierda perdió afiliados y potencia política y sindical en la crisis. No supo o no pudo aglutinar el descontento, las distintas iniciativas que surgían ante la crisis, el paro o los desahucios.
En conclusión, muchas de las iniciativas de la sociedad contra el paro y la crisis no buscaban un sistema alternativo, sino la inclusión en el mismo, la huida de la marginalidad. ¿Podríamos encontrar algún paralelismo, salvando muchas otras circunstancias y variables, con la situación actual? Ahí queda la pregunta para la reflexión.