El surgimiento del movimiento obrero canadiense
El movimiento obrero canadiense hunde sus raíces en los primeros decenios del siglo XIX. En este sentido, Quebec es el territorio pionero, ya que se sabe que en la segunda mitad de la década de los años veinte funcionaba una asociación de tipógrafos. En la década de los cuarenta comenzaron a proliferar sindicatos de oficios, en una clara influencia de las Trade Unions británicas. Pero esta influencia perderá fuerza a partir de 1860 frente a la que procede del movimiento obrero de su vecino del sur, los Estados Unidos.
La primera organización sindical de ámbito nacional fue la Canadian Labour Union, aunque duró muy poco, desde 1873 a 1877. En los años ochenta el sindicalismo canadiense se desarrolla con los Caballeros del Trabajo y la AFL, que en 1886 propiciarán la Trades and Labour Congress, o TFL. Pero en 1903 se separan los Caballeros para formar el National Trades and Labour Congress, que en 1908 se transforma en la Canadian Federation of Labour. Todas estas organizaciones sindicales fueron muy activas en la lucha por las reivindicaciones laborales pero sin entrar en lo político, es decir, se mantuvieron ajenas a la cuestión de la representación parlamentaria obrera. A principios del siglo XX, especialmente entre 1905 y 1907, hubo intentos de crear un Partido Laborista en el nivel nacional pero sin ningún éxito. A lo sumo, se fundaron Partidos Laboristas en Ontario y Quebec. Aún así, hay que citar que en 1893 se habría creado el Partido Socialista de Canadá, una pequeña formación.
Conviene señalar que en Quebec se desarrolló un importante sindicalismo católico a partir de la huelga de 1900. Es evidente que el Canadá francés no fue ajeno a las influencias de la Rerum Novarum de León XIII y del impulso que la Iglesia Católica dio a la creación de sindicatos católicos, de la misma manera que ocurría en Francia, Bélgica o España. En el Quebec fueron sindicatos especialmente fuertes, ya que dominaron durante un tiempo el mercado de trabajo al conseguir imponer un sistema denominado closed shop. Al parecer, las empresas que aceptaban este sistema no contrataban a trabajadores que no estuvieran afiliados a un sindicato. Por otro lado, además de católicos tenían un claro componente nacionalista que se tradujo en su férrea oposición a la penetración del sindicalismo estadounidense.
En conclusión, Canadá comenzó el siglo XX con un sindicalismo ya asentado aunque muy dividido, pero, sobre todo, sin casi desarrollo del socialismo, al contrario de lo que ocurría en la metrópoli británica con la creación del Partido Laborista, muy pronto un partido en franco crecimiento.