Goldman Sachs: “Curar enfermedades no es un buen negocio”
Curar enfermedades no es un buen negocio. O, para ponernos estrictos, curar enfermedades no es bueno para los beneficios a largo plazo de las farmacéuticas. No lo dice ningún activista anticiencia: son las conclusiones de un informe de Goldman Sachs sobre biotecnología que trascendió a la prensa.
Durante años, el argumento de “curar no es negocio” se ha utilizado como parte del discurso de muchos grupos que (con mayor o menor rigor) cuestionaban las prácticas de la industria farmacéutica. Sin embargo, no era un problema real porque la triste realidad es que nuestro desarrollo tecnológico no nos permitía curar (muchas) enfermedades independientemente de las cuentas de resultados. Muchas veces hemos conseguido cronificarlas. Pero apareció la terapia génica.
Un gran valor para la sociedad no es siempre de gran valor en el mercado
Precisamente, sobre esto versa el informe de Goldman Sachs, sobre la ‘revolución genómica’ (de hecho, se llama “The Genome revolution”). Es decir, se centran más en el futuro del desarrollo biomédico que en el pasado. El informe se pregunta si “curar a los pacientes es un modelo de negocio sostenible” y la conclusión es rotunda: “No”.
Cito textualmente: “El potencial de administrar ‘remedios totales’ es uno de los aspectos más atractivos de la terapia génicas […]. “Sin embargo”, tal y como ha matizado el empleado de Goldman Sachs, el bolsillo (“los ingresos”) no coincide plenamente con esta visión. “Si bien esta propuesta tiene un enorme valor para los pacientes y la sociedad, podría representar un desafío para el negocio de las compañías que se dedican a la investigación del genoma”, ha completado.
El gran “problema” de la nueva industria biomédica
El mejor ejemplo de esto es Gilead Science. Esta empresa comercializa tratamientos para la hepatitis C con una efectividad superior al 90%. En 2015, las ventas del tratamiento alcanzaron los 12,5 mil millones. Las previsiones se sitúan en 4 mil millones de este año. Nos enfrentamos a uno de los grandes problemas éticos de la biomedicina moderna: silenciar o no los avances que curen las enfermedades.
“En el caso de enfermedades infecciosas como la hepatitis C, curar a los pacientes también disminuye el número de portadores capaces de transmitir el virus a nuevos pacientes, por lo que el grupo de incidentes también disminuye… Donde un grupo de incidentes permanece estable (por ejemplo, en cáncer) el potencial para curar plantea menos riesgos para la sostenibilidad de una franquicia”, han sostenido desde Goldman Sachs.
El informe establece algunas estrategias para procurar la rentabilidad a largo plazo de las empresas de biotecnología: dirigirse a grandes mercados (enfermedades con un gran crecimiento anual como la hemofilia que crece a un 6-7% anual), abordar trastornos con alta incidencia o innovar constantemente para expandir la cartera de tratamientos paliativos.
Esto puede solucionar los problemas a largo plazo. Y sin embargo, hay algo de todo esto que resulta tremendamente familiar. Ha querido la casualidad que el informe trascienda coincidiendo con el aniversario de la vacuna de Salk contra la polio. Es interesante porque Salk renunció a patentarla y, gracias a ello, estamos a punto de erradicarla. ¿Ha llegado el momento de la nacionalización de la industria farmacéutica?
* Con información de Xataka, El Boletín y CNBC.