Ciencia de primer nivel para evaluar el impacto de las renovables sobre los ecosistemas mediterráneos: una investigación participada por el CSIC destaca la importancia de proteger la biodiversidad de l’Empordà frente a la eólica marina
El proyecto BIOPAIS, coordinado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) y la Universitat de Girona con la participación del Centre d’Estudis Avançats de Blanes (CEAB-CSIC) recomienda que el desarrollo de proyectos offshore y sus proyectos piloto «no se haga en espacios naturales protegidos ni tampoco cerca de ellos», ya que los únicos estudios que concluyen que esto podría beneficiar a determinadas especies están basados en el Mar del Norte y, por lo tanto, no serían aplicables al Mare Nostrum.
El proyecto, que ya ha avanzado las primeras conclusiones y tendrá dos años más de vigencia, tiene como objetivo contribuir a una mejor planificación y a la toma de decisiones para que, con evidencias científicas como base, la transición energética pueda ser compatible con la protección de la biodiversidad.
EL CASO DEL L’EMPORDÀ
El equipo científico del proyecto ha analizado en detalle el caso de la eólica marina en la Costa Brava (Girona) y la intención empresarial de realizar la instalación a gran escala de proyectos flotantes tomando como ejemplo los proyectos offshore radicados en el Mar del Norte. Sin embargo, según advierte Rafael Sardá, investigador del CEAB-CSIC y participante del proyecto BIOPAIS «no hay punto de comparación» puesto que, por un lado, el Mediterráneo alberga una mayor biodiversidad y, por otro «la plataforma continental del Mar del Norte es más ancha y menos profunda» lo que ha posibilitado la instalación de aerogeneradores fijos «relativamente pequeños» y alejados de la costa. En contraste, en la zona del Cap de Creus, las turbinas eólicas tendrían que instalarse más cerca de la costa, medirían más de 250 metros de altura y serían flotantes, lo que significa que no estarían directamente anclados al suelo, sino sujetos por sistemas de anclajes de grandes dimensiones.
Este hecho, indica el científico, tendría consecuencias negativas para la biodiversidad, pues dentro del mar los mamíferos marinos y otros animales que se desplazan por la zona «podrían chocar o enredarse con el cableado» y el sonido emitido por las turbinas «podría tener un impacto en su comportamiento», ya que muchas especies utilizan precisamente el sonido para orientarse. Asimismo, según indican Josep Lloret, Elisa Berdalet y Josep Maria Gili, investigadores del ICM-CSIC, «la destrucción de los fondos marinos puede dejar enterrados organismos fijos, como corales, esponjas y moluscos, que no sobrevivirían«.
Los investigadores alertan que, además, más allá del parque eólico, habría un cambio significativo en el paisaje pues «al tratarse de aerogeneradores grandes y estar situados relativamente cerca de la costa, se verían desde los pueblos del litoral y esto podría tener un impacto en el turismo». Por otra parte, para Rafael Sardá, hay que tener en cuenta «que una central eléctrica no solo implica tener los aerogeneradores», sino también industrializar el puerto y los territorios adyacentes para albergar subestaciones, líneas de transmisión de energía y otras infraestructuras.
Finalmente, con la instalación de macroparques eólicos marinos en la costa de l’Empordá, los investigadores alertan que «se perderían espacios» que ayudan a luchar contra el cambio climático recordando que en las conferencias de las Naciones Unidas celebradas sobre Biodiversidad y Clima, los países han acordado que «las soluciones para la crisis climática no pueden ir en contra de la protección de la biodiversidad«. Por otra parte, Llosep Lloret y Elisa Berdalet advierten que aunque actualmente no hay estudios sobre el balance de estos dos factores en el caso particular del Cap de Creus y el golf de Roses es necesario tener en cuenta que para construir, mantener e incluso desmantelar las turbinas eólicas es necesario el uso de combustibles fósiles en unas infraestructuras cuya vida útil estimada oscila entre los 25 y los 30 años.
UN ESPACIO ÚNICO EN EL ENTORNO MEDITERRÁNEO
L’Empordà es un espacio que destaca por su paisaje, foco de atracción turística, y también por tener una gran biodiversidad. De hecho el Mediterráneo alberga entre un 4 y un 18 por ciento de las especies marinas del mundo y esta zona es la que presenta una mayor biodiversidad de tortugas, mamíferos y aves marinas. Por este motivo, cuenta con ocho áreas protegidas tanto a nivel nacional como internacional y dos vedados de pesca orientados a la recuperación de especies.