Así afecta a la salud respiratoria la nube tóxica del volcán
A falta de conocer la magnitud, concentración y dispersión de los gases de la erupción volcánica en La Palma, es difícil valorar los riesgos reales para la salud. Los expertos esperan efectos a corto plazo, como tos, inflamación de los bronquios, dificultad para respirar o crisis de asma, que podrían ser más acentuados en personas vulnerables, mayores y niños.
Desde que el pasado domingo entró en erupción el volcán de la isla de La Palma, especialistas en distintas disciplinas analizan sus emisiones y las posibles consecuencias. La Agencia Estatal de Meteorología de España (Aemet) detectó este martes en el centro de investigación atmosférica de Izaña, en Tenerife, la llegada de dióxido de azufre (SO2) con picos de hasta 20 partes por billón, hasta 400 veces por encima del valor normal en esa zona, a 2.371 metros de altitud.
La previsión es que se emita una elevada cantidad de este compuesto a la atmósfera que hoy llegará a cubrir buena parte de la península ibérica, casi todo Marruecos y Túnez y las costas mediterráneas de Francia, Italia, Argelia y Libia.
Si es inhalado en altas concentraciones, el SO2 es dañino para la salud de la población y puede provocar irritaciones en las mucosas, lagrimeo, inflamaciones pulmonares o incluso bronquitis, alveolitis y neumolitis, advierten desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
“Como todavía no sabemos la magnitud, concentración o dispersión de las emisiones, es difícil hacer predicciones”, explica a SINC Cristina Martínez, doctora del Servicio de Neumología del Hospital de Asturias y coordinadora del área de enfermedades de origen medioambiental de SEPAR.
“En principio serán solo efectos a corto plazo porque parece que no va a ser una emisión crónica de años. Así que se espera una agudización respiratoria en mayor o menor gravedad en función del grado de concentración de las emisiones y de las personas que las respiren: tos, inflamación de los bronquios, dificultad para respirar., etc.”, añade.
La experta deja claro que, en ningún caso, se trataría de efectos tan graves como cáncer, que solo ocurriría a muy largo plazo, igual que con el tabaco. “La contaminación ambiental es un carcinógeno conocido por la Agencia Internacional del Cáncer (IARC), pero cuando se trata de algo crónico y mantenido. No tenemos conocimiento de que este tipo de exposición temporal pueda propiciar modificaciones agudas”.
Eso sí, Martínez señala que deben tener especial cuidado los pacientes cardiovasculares crónicos y aquellas personas que padezcan enfermedades pulmonares; además de niños y mayores. “Si inhalan SO2 o más partículas, los pacientes con asma tienen más posibilidades de tener una crisis o un broncoespasmo”, indica.
Protegerse de este gas tóxico
Según la SEPAR, al tratarse de un gas no hay ninguna mascarilla al alcance de la población que proteja del dióxido de azufre, aunque sí protegen de otras partículas, como las cenizas que emite el volcán.
“El material de protección en la zona del volcán es necesario: mascarillas, gafas e incluso trajes especiales, dependiendo de la proximidad. Es cierto que es útil en cierta medida, porque para las partículas microscópicas estas máscaras no son suficientes. Pero algo mejor que nada”, sostiene la neumóloga.
Por eso, los médicos insisten en que solo acuda el personal indispensable y siempre con protección y ropa que se puedan quitar antes de llegar a casa. “El consejo general es que no se expongan. Aquellos que no tengan posibilidad de alejarse, porque están recogiendo sus cosas o porque prestan algún tipo de servicio en la zona, que se protejan todo lo posible”, continúa.
Martínez cuenta que, a raíz de la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull, ocurrida en 2010, se hicieron estudios en la población y se vio que en las personas cercanas hubo más consumo de medicamentos broncodilatadores y se requirió más asistencia médica que en otras circunstancias, pero no se dieron grandes efectos.
Sin embargo, todo dependerá del grado de toxicidad. Sobre el peligro de la llegada de estos gases a la península ibérica, Martínez es tajante: “A saber. Es especulación total, no sabemos nada aún sobre qué niveles va a haber o dónde va a llegar. Habrá que seguir la dispersión de esta contaminación para hacer valoraciones”.