Prado Vargas fue un ‘restaurante’ neandertal con ciervos, rebecos y bisontes en su menú del día
Hace 46.000 años los neandertales establecieron su hogar en esta cueva de Burgos, en las estaciones más cálidas, durante decenas de generaciones. Un equipo de excavación español acaba de publicar los resultados de una investigación sobre la alimentación de aquellos pobladores, en la que se identifican el tipo de animales que consumieron y las partes que eligieron por su valor nutricional.
Entender la relación de los grupos neandertales con su entorno es esencial para comprender los modos de vida de estos grupos humanos. Un reciente estudio publicado en la revista Archaeological and Anthropological Sciences ha permitido conocer qué comían y en qué épocas del año ocuparon los neandertales la cueva de Prado Vargas hace 46.000 años.
Este yacimiento se encuentra situado en la localidad de Cornejo, dentro de la Merindad de Sotoscueva, en el norte de la provincia de Burgos. Prado Vargas forma parte forma parte de uno de los sistema kársticos más grande de Europa con sus más de 100 km de simas, cuevas y galerías.
El trabajo de investigación, liderado por el investigador predoctoral de la Universidad de Burgos Héctor de la Fuente, consistió en analizar más de 6.000 restos y dientes de animales provenientes mayoritariamente de las campañas de excavación que, desde 2016, se desarrollan en el nivel 4 de este yacimiento.
El estudio taxonómico de estos restos ha permitido demostrar que en esos momentos en el ecosistema de Ojo Guareña vivían, junto a los neandertales, numerosos herbívoros, como ciervos (Cervus elaphus), gamos (Dama dama), caballos (Equus ferus), rebecos (Rupicapra pyrenaica), cabras montesas (Capra pyrenaica), conejos (Oryctolagus), bisontes (Bison priscus) y vacas (Bos primigenius).
Los carnívoros en ese periodo estaban representados por leones (Panthera leo), lobos (Canis lupus), zorros (Vulpes vulpes) y tejones (Meles meles). Junto a estos, también se han identificado varias decenas de restos de jabalí (Sus scrofa) y oso de las cavernas (Ursus speleaeus).
Una vez se determinaron las especies que formaban la colección de fósiles, en el marco de la investigación, se realizó un estudio tafonómico y zooarqueológico de cada uno de los restos. La tafonomía es la disciplina que se encarga de estudiar los procesos que sufrieron estos animales desde que murieron hasta que sus restos fueron recuperados en el yacimiento, mientras que la zooarqueología se especializa en estudiar los estigmas que quedan en sus huesos, tras haber sido procesados por los neandertales. En este caso, las huellas se corresponden, principalmente, con marcas de corte producidas por las herramientas de piedra, marcas de percusión originadas por la fracturación intencional de los huesos para tener acceso al tuétano, y marcas de mordeduras.
Estos estudios han permitido identificar a los neandertales como el primer agente acumulador de estos restos de animales en Prado Vargas. Estos grupos humanos cazaban principalmente ciervos, seguido de cabras montesas, rebecos y caballos y en menor medida bisontes y jabalís. Cazaron principalmente animales adultos y hasta la cavidad llevaban las extremidades de estos, como demuestra una mayor presencia de fragmentos de fémures, tibias, radios y metápodos.
La selección intencional de estas partes anatómicas está relacionada por su interés nutricional, materializado tanto por el consumo de su carne como por el consumo del tuétano del interior de sus huesos. El acceso a la médula ósea del interior de los huesos, fue una práctica alimenticia muy habitual en las poblaciones de neandertales que vivieron en Prado Vargas, y se convirtió en una forma fácil para obtener grasas principalmente y, en menor medida, proteínas.
El análisis de las marcas de corte y percusión de los huesos ha demostrado que los neandertales explotaron sistemáticamente todos los restos de animales que llevaron hasta la cueva de Prado Vargas. Tanto para obtener alimento a través del procesado de su carne, paquetes musculares y tuétano, como para la utilización de sus pieles y tendones para fabricarse ropa y cuerdas. Del mismo modo utilizaron numerosos fragmentos de hueso de las extremidades como retocadores, con los cuales golpeaban los bordes de las herramientas de piedra para modificar sus filos.
El análisis de la superposición de las marcas de corte y las mordeduras dejadas por los carnívoros les indica, además, que los neandertales consumían primero los animales cazados y, posteriormente, lobos, zorros u osos que accedían a la cueva para carroñar los restos de carne no consumidos por los neandertales. Este trabajo ha demostrado que la competencia entre neandertales y otros carnívoros en Prado Vargas fue más bien escasa, ya que el acceso de los carnívoros a la cavidad se producía en los momentos en los cuales la cueva no estaba ocupada por los grupos humanos.
La presencia de una gran cantidad de fragmentos de huesos quemados evidencia el uso y control del fuego que llegaron a desarrollar las poblaciones de neandertales. El estudio de la coloración y de la posición de los restos quemados muestra un uso intenso y recurrente de la cueva y abre la posibilidad de que los neandertales de Prado Vargas utilizaran finalmente los huesos como un combustible más para alimentar sus hogueras.
Finalmente, el análisis del microdesgaste y erupción dental de los restos de animales ha servido para ratificar que los neandertales se establecieron en la cueva de Prado Vargas de manera reiterada y prolongada en diversos momentos. Y establecieron en ella un campamento de larga duración durante varias generaciones, desde la primavera hasta finales del otoño.
La publicación de este artículo se enmarca en las investigaciones realizadas en el yacimiento de cueva Prado Vargas, el cual se excava sistemáticamente desde 2016. En él se han recuperado más de 15.000 restos de hace 46 000 años. El equipo está codirigido por Marta Navazo Ruiz (Profesora Titular de Prehistoria de la Universidad de Burgos), Rodrigo Alonso Alcalde (Coordinador del Museo de la Evolución Humana y profesor Asociado de Prehistoria en la UBU) y Alfonso Benito Calvo (Investigador del Centro Nacional en Evolución Humana).
Referencia:
De la Fuente Juez, H., et al. «Too good to go? Neanderthal subsistence strategies at Prado Vargas Cave (Burgos, Spain)». Archaeological and Anthropological Sciences (2023)
Fuente: MEH