Pablo Salgado Jácome •  Cultura •  05/07/2023

A propósito del Mi viaje a Ítaca, nuevo libro de Kintto Lucas

Me voy a volver, esa frase tan común entre nosotros, y tan extraña para los otros, era también el nombre de un programa de radio. Lo dirigía Kintto, nombre también extraño para nosotros, aunque no en Uruguay.

A propósito del Mi viaje a Ítaca, nuevo libro de Kintto Lucas

En cada programa nos llevaba a un viaje, cada vez distinto y diverso. Ya sea a través de las conmemoraciones, los aniversarios, o los recuerdos, las lecturas, los sueños o la música. Y sí, era un viaje lleno de aventuras, como quería Kavafis.

El programa ya no está al aire. Pero Kintto ha tenido la habilidad, y la constancia, para convertir los guiones de ese viaje radiofónico en un libro. Sus páginas son escalas de su propio viaje a Ítaca.

Un viaje, efectivamente, plagado de todo tipo de aventuras; caminos de poesía, como la de Pessoa, quien -dice el autor- de tanto hacer poesía se dividió en 72. O como el Tiempo postergado, de Antonio Correa. O como los Poemas del pan y la tierra, de Wole Soyinka, cuando nos dice «el sudor es levadura para la tierra«. O Adoum, quien desde hace rato ya nos dolía con su arte poética: «Nadie sabe en donde queda mi país, lo buscan, entristeciéndose de miopía, no puede ser, tan pequeño, y es tanta su desgarradura…» 

Y otros caminos iluminados por la música, como la Novena, de Beethoven, y su último movimiento al que se incorpora Shiller y su Oda a la Alegría, en sus múltiples versiones, de Bareinbom a Miguel Ríos. O Tracy Chapman, en ¿Why? preguntándonos: ¿Por qué los niños se mueren de hambre, cuando hay suficiente comida en el mundo? ¿El amor es odio? ¿La guerra es paz? ¿El si es no?

Y paradas en el camino para contemplar Tiempos Modernos, de Chaplin, en la que ya en 1936 se cuestionaba el rumbo del mundo con la industrialización, la tan mentada productividad y el capitalismo salvaje. O Fritz Lang quien, en Metrópolis, nos advertía cuál sería la situación de los trabajadores en el futuro. Y no se equivocó, lamentablemente.

Pero también hay escalas en este viaje que nos conducen a la felicidad, o mejor a las felicidades; la vital, la clandestina, la de Dios, en construcción o la felicidad infinita. O la tristeza. O la violencia, que hoy es ineludible.

Al final, el propio Kintto, al referirse a estos viajes que nos propone nos dice que «venimos de un camino, sin camino, la vida es el viaje, y el viaje es lo que se vive. Y tal vez la cultura sea la Ítaca del mundo actual.» Y se despide: «me voy a volver para seguir mi viaje.»

Gracias a Kintto Lucas por este libro, y por el viaje.

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* Periodista cultural y crítico ecuatoriano. Director del programa «La noche boca arriba».


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