David Ramos •  Cultura •  09/10/2024

Heather Langenkamp, una diva de pesadilla en el festival de Sitges

Al caer la tarde, las calles de Sitges se transformaron en un espectáculo viviente con la tradicional Zombie Walk.

Heather Langenkamp, una diva de pesadilla en el festival de Sitges

Cientos de zombis, desde los más terroríficos hasta los más divertidos, se agruparon en un desfile que atrajo a locales y turistas por igual. Con caras pintadas y ropas desgarradas, el evento capturó la esencia del festival: la libertad de expresión y la creatividad desbordante. Las calles se llenaron de un mar de piel pálida y ojos en blanco, una celebración del horror que destilaba alegría.
A medida que el bullicio del fin de semana se apagó, la afluencia de público comenzó a cambiar. Las multitudes que abarrotaban las salas dieron paso a un público diferente: estudiantes que llenaban las butacas, llenos de ilusión y ganas de descubrir el universo del cine fantástico.

La tranquilidad que se respira en las salas durante la semana ofrece una oportunidad única para disfrutar de las proyecciones con una atención renovada. Los cineastas emergentes y las películas menos convencionales encontraron su espacio.

Nos desplazamos al Auditori para nuestra particular maratón triple.

Con la producción china “Escape from the 21st century” (Li Yang) llegó la locura. Tras caer dentro de un material químico desconocido, tres adolescentes descubren que al estornudar pueden viajar veinte años al futuro. Con esa premisa ¿qué puede salir mal?

Imagínese meter en una batidora “Scott Pilgrim contra el mundo” y “Todo a la vez en todas partes”, añadirle un toque de anime y el humor de producciones asiáticas del tipo “Kung Fu Hustle”. El resultado es un filme de acción arrollador, divertidísimo, con escenas llenas de creatividad y color que inundan la pantalla, coreografías imposibles… Una píldora anfetamínica que dilata las pupilas y acelera el pulso.

De la acción desenfrenada de la película china pasamos al revival de la cultura de los años 2000 que supone “ICK” (Joseph Kahn). La película comienza con la escena de un quarterback corriendo por el campo espoleado por un grupo de animadoras mientras suena un hit de un grupo de principios del siglo XXI a todo volumen. En ese momento sabemos que los “jóvenes” nacidos en los 80 y 90 somos el target de la historia. Una misteriosa sustancia que brota del suelo conocida como el ICK, comienza a extenderse rápidamente por un pequeño pueblo de los EEUU. Aunque en un primer momento parece inofensiva, con el tiempo comienza a volverse hostil, obligando a los habitantes a defenderse.

El filme es un homenaje a “The Blob” (1988) y “The Faculty” (1998), sin las cuales esta película no podría existir. Más allá del amor por el cine y la cultura de la época que representa, la película no da para mucho más.

Tocaba ponerse serios para asistir a la esperada proyección de la nueva película del director de la aclamada “El Hoyo” (2019), Galder Gaztelu-Urrutia. En esta nueva distopía titulada “Rich Flu”, la gripe de los ricos, un virus mortal empieza a infectar a las capas más pudientes de la sociedad, liquidando a los millonarios a su paso. Poco a poco, su foco se expande hasta abarcar riquezas más modestas, lo cual obliga a todo el mundo a deshacerse de sus fortunas.

Como si de una secuela se tratase, el director vasco nos vuelve a introducir en el dilema de la lucha de clases, obligándonos a empatizar con unos y otros, a tomar partido, a preguntarnos qué haríamos nosotros en cada situación. El mayor acierto de la película es cambiar el foco de los desfavorecidos a los privilegiados, de hacernos vivir como propias las desgracias que le ocurren a los más pobres, tendiéndonos la trampa de darnos cuenta de que solo empatizamos cuando nos toca de cerca, a uno de los nuestros. Porque mal que nos pese pertenecemos al mundo de los ricos.

Zombie Walk 2024

Festival de Sitges /